Afectados ambientales

Síntomas de crisis

y reivindicaciones venideras

La epidemia de influenza H1N1 (o gripe porcina o como quiera que decidan llamarla las “autoridades” mundiales, nacionales o locales) tiene su reservorio y su bullente caldo de cultivo en los criaderos industriales de animales. Eso es ya un debate ganado en la opinión mundial. No importa que las investigaciones [“oficiales” o de la industria de la carne] no encuentren nada en Granjas Carroll, la fábrica de cerdos cerca de Perote, Veracruz, que provocó la resistencia de los habitantes de la comunidad de La Gloria.

Esa comunidad fue figura relevante en la cuarta Asamblea de Afectados Ambientales (AAA), celebrada en El Salto, Jalisco, entre el 30 y 31 de mayo, cuando hasta antes del brote del virus luchaba en solitario contra un gigante de la industria alimentaria. La próxima asamblea se llevará a cabo justamente en La Gloria, hoy famosa en todo el mundo.

En la AAA, desde diversos rincones del país la gente reflexiona e intercambia experiencias de lucha contra la devastación que entraña el capital y su sistema industrial: contaminaciones irreversibles; proliferación de enfermedades; hacinamiento; acumulación estratosférica de basura; robo, envenenamiento y privatización del agua y los suelos; arrasamiento de los bosques, destrucción de vastas regiones por la minería o las represas, instalación de enormes y deshumanizantes unidades habitacionales, privatización de todos los aspectos de la vida, invasión de material transgénico que arrasa con la biodiversidad; certificación y homogenización de las semillas; ilegalización de los aspectos más centrales en la estrategia de supervivencia ancestral de la humanidad (como el cuidado, resguardo e intercambio de semillas nativas, propias, por canales de confianza).

Profundizar en cualquiera de estas crisis desnuda la desproporción, la transgresión de escalas que provoca la intensidad de los procesos industriales. Una vez combinadas sus desmesuras en una crisis de crisis, es mucho más difícil remediar sus efectos o que se puedan emprender actividades que, a escala humana, con límites naturales humanos, son todavía nuestro tesoro más valioso.

Como dice Andrés Barreda, uno de los muchos promotores de la AAA, “el país está en ebullición subterránea, pero no hay una percepción pública porque a los problemas los medios, la clase política, las empresas, el gobierno, les tienen puesto una losa y entonces no oyen lo que ocurre abajo”.

Al cambio climático se suma una crisis energética, una crisis financiera y alimentaria, un desabasto de agua brutal, condiciones más aptas para la diseminación de enfermedades virales, bacteriológicas y sociales. Tras más de 20 años de ajustes estructurales que desmantelaron infinidad de servicios de salud y bienestar en el mundo, hoy se suman el hacinamiento y la fragmentación extrema de las relaciones sociales: “un gobierno como la expresión más alta del crimen organizado” como dijera un viejo sabio indígena. Con la policía y el ejército en las calles (como si la gente no supiera de la brutalidad y la corrupción extremas de estas instituciones), las diversas instancias del gobierno quieren resolverlo todo ocultando información, manipulando cifras, estableciendo por la fuerza y el terror políticas y controles, minimizando la percepción de los riesgos reales de sus políticas y fabricando leyes “a modo”, para que las grandes empresas (o los oscuros proyectos fantasmas), no batallen con tantos inconformes.

La conjunción de las voces escuchadas en la AAA es un primer diagnóstico de muchos de los problemas que vive México, y procede de muchos rincones del país a partir de la gente organizada que lucha en defensa de los ríos y los manantiales, contra la minería profunda y a cielo abierto, las represas, las industrias petrolera y química, los tiraderos de basura y desechos tóxicos. Contra la contaminación generada por las enormes extensiones de monocultivo saturado de agrotóxicos. Contra la proliferación de casas de “interés social”, conjuntos habitacionales de apiñamiento no muy diferentes de los criaderos industriales que están en el corazón de la epidemia reciente. Todo esto es lo que la AAA saca a la luz.

Comenzar a reunir las voces, los diagnósticos, las experiencias, es un primer paso en la organización y en el tejido de acciones concretas.

Ramón Vera Herrera

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