Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 28 de junio de 2009 Num: 747

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Las piedras preciosas de Juan Marsé
CRISTIAN JARA

Onetti cuentista: el cuerpo como espejo
ROSALÍA CHAVELAS

La Santa María de Onetti
ADRIANA DEL MORAL

La última invención de Onetti
ANTONIO VALLE

Onetti y su estirpe de narradores
GUSTAVO OGARRIO

Adolfo Mexiac: la consigna del arte
RICARDO VENEGAS

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Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
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UN REENCUENTRO CON LA PICARESCA

JORGE ALBERTO GUDIÑO


Ardores que matan (de ganas),
Ramón Córdoba,
Alfaguara,
México, 2009.

Si uno hiciera caso de estereotipos y prejuicios, podría llegar a la conclusión de que la literatura mexicana es dicharachera, contestataria, morbosa y alburera, por decir lo menos. Pero no es así. Al margen de unos cuantos representantes de otra época, ni siquiera puede decirse que esté cargada de humor. Por razones difíciles de dilucidar, esta literatura se ha vuelto solemne, profunda, llevada de la mano de la seriedad. Quizá sea porque se piense que el humor es tan cotidiano que no vale la pena circunscribirlo al ámbito de acción de la palabra escrita.

Ramón Córdoba (México, 1958) discrepa frente a dicho planteamiento. Lo hace con conocimiento de causa: no por nada ha sido editor por varias décadas, a lo largo de las cuales ha podido meter mano a varias de las plumas más influyentes de este país. Ha sido testigo cercano y confiable del entorno literario mexicano. Tal vez por ello se ha aventurado a la escritura de un libro que rompe con el paradigma actual de las letras nacionales.

Ardores que matan (de ganas) es una novela inserta en el más puro estilo de la picaresca. Algunas características para mostrar lo evidente. El narrador es una primera persona estrechamente emparentada con el autor. Tanto, que por momentos resulta indisociable; sobre todo, cuando utiliza el nombre de sus conocidos para el resto de los personajes. Esto permite la estructura autobiográfica típica del género. En este caso, será el protagonista quien dé cuenta de los avatares de la banda “Los cachondos”, un grupo de tres (o cuatro) sujetos que se conocen en la parte final de su adolescencia y que tiene la firme intención de conquistar a cuanta fémina se atraviese en su camino.

Son pícaros que asumen el rol del antihéroe. Gran parte de sus intentonas sexuales terminan en desventuras. Ello no les impide continuar en el juego. Ya sea por medio de la imaginación, de la palabra o del fin conseguido, este narrador entra en confianza inmediata con el lector. No tiene empacho a la hora de ser dicharachero, de entrar al juego de albures en el que (ya dependerá de las habilidades de cada jugador: narrador y lector) siempre habrá un ganador y un perdedor que a veces ni siquiera se enterará de la condición a la que quedó sometido. Es cuando estalla la carcajada. Si a ello le añadimos una estructura fragmentaria que da pie a un sinnúmero de nuevas escenas y una oralidad que entiende de tonalidades y ritmos, no cabe duda que nos encontramos frente a una recreación de la picaresca, anegada de sexo explícito, palabras fuertes y descripciones por demás gráficas: el humor y el sexo se conjugan en una misma oración.

A la hora de definirse como lectores hay quienes prefieren optar por lo solemne, por lo serio o lo reflexivo. Pero la literatura también ofrece un espectro divertido. Lo lúdico no está peleado con lo profundo. Basta con leer Ardores que matan (de ganas) para darse cuenta de que bajo toda la aparente alegría se esconde una enorme soledad agazapada.


QUEREMOS TANTO A ELÍAS…

GERARDO BUSTAMANTE BERMÚDEZ


El azul es el verde que se aleja. Antología poética,
Elías Nandino,
prólogo, selección y notas de Jorge Esquinca,
Secretaría de Cultura/Gobierno de Jalisco, México, 2008.

Elías Nandino Vallarta (1900-1993) es una de las voces líricas más intensas de la poesía mexicana del siglo XX. Al apropiarse de manera muy íntima de temas universales y antiquísimos en la poesía como la muerte, la duda metafísica, el amor, la soledad y el erotismo, se revela como un poeta de hondo análisis interior; autoexplora sus emociones y vuelca sus imágenes poéticas en importantes poemas: “Si hubieras sido tú”, “Nocturno cuerpo”, “Autodefensa” y otros más que bien merecen estar en cualquier antología de poesía mexicana. A este poeta la crítica lo ha excluido del grupo Contemporáneos por motivos diversos, uno de ellos es que no publicó en la revista Contemporáneos (1928-1931), pues para esas fechas, el autor de Nocturna palabra se encontraba en Estados Unidos haciendo su tesis médica titulada Algo más sobre raquianestesia y su aplicación en el niño con la que obtuvo el título en 1930 por parte de la Universidad Nacional de México. En varias entrevistas, Nandino se asumió como parte del afamado grupo literario compuesto por autores como Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Bernardo Ortiz de Montellano, Gilberto Owen, Jorge Cuesta, Jaime Torres Bodet y José Gorostiza, aunque aclara que sus intereses literarios no eran la fama, la diplomacia y la vanidad.

A quince años de su muerte, la voz de Elías Nandino vuelve a renacer a través de la antología El azul es el verde que se aleja, editada en octubre de 2008 por la Secretaría de Cultura de Jalisco en su colección Letras Inmortales de Jalisco y preparada por el poeta Jorge Esquinca, uno de los discípulos del poeta de Cocula. Esquinca recoge las mejores composiciones del vate coculense desde Canciones (1924) hasta Banquete íntimo (1993). Se trata de una antología que traza la trayectoria y madurez poética del autor que lo mismo escribió canciones, décimas, sonetos y otras formas breves.

Esta nueva antología permite leer poemas del joven poeta que llega a Ciudad de México en 1921 y trae consigo las influencias de Manuel Acuña, Manuel M. Flores, Juan de Dios Peza y Gustavo Adolfo Bécquer. De las lecturas e influencias románticas surgen las composiciones de Canciones , Espiral y Color de ausencia, cuyos temas son el amor juvenil, la distancia del objeto amado o el amor que se termina. En estos poemas se notan los espacios y referentes provincianos; la naturaleza –como elemento romántico– está en empatía con los sentimientos del joven que ama, desea y dice: “vivo el instante de la incertidumbre/ de haber construido mi primer pecado”.

Combinando su práctica médica con su imperiosa necesidad por escribir, Nandino comienza a preocuparse por temas como la muerte, la noche y el paso del tiempo a partir de Río de sombra (1935). En “Poema en el tiempo” escribe: “Yo no quiero calendarios/ que me numeren la vida.” El tema de la muerte y el tiempo que pasa son para Elías Nandino más que tópicos poéticos. Al hablar de estos temas el poeta comprende la fugacidad de la vida, el dolor del otro y el propio, dolores que conoció desde niño cuando padece la Revolución mexicana y la muerte de su hermana Beatriz en 1914. La fusión entre la poesía y la medicina, encargadas de la salud espiritual y física del hombre, le permitieron hacer hermosas composiciones, por eso en Nandino no es una moda hablar sobre la muerte en varios de sus “nocturnos”; él escribe sobre un tema cotidiano. Su práctica médica con frecuencia lo llevó a experimentar que la muerte está dentro del cuerpo y que acompaña al poeta siempre. En “Poema desde mi muerte” dice: “A veces despertamos con una muerte a cuestas/ maternal, indolora, acariciante,/ que nos obliga a caminar despacio/ por el miedo a caer/ y nos sume en la niebla/ de un tenaz y voraz presentimiento”.

En El azul es el verde que se aleja también se leen los “alburemas” y otras composiciones de desenfreno sexual del poeta que a los ochenta y tres años publica Erotismo al rojo blanco, libro provocador donde el cuerpo, el deseo y el pecado juegan un papel muy importante. El cansancio del poeta no le impide exponer sus realizaciones sexuales y fantasías, al menos en el recuerdo: “A caminar de prisa/ ya no me atrevo/ porque me pasa ahora/ lo que a las gallinas/ que cada pisada/ les cuesta un huevo.” El poeta hace escarnio de su cuerpo “inútil” para ejercer la sexualidad, por eso se vale de su habilidad poética y del juego semántico de las palabras que comparte con el lector quien debe leer entre líneas el simbólico coito del yo lírico.

En esta antología también se recopilan las composiciones de “recogimiento” que aparecen en Ciclos terrenales (1989) y los textos con influencia de los haikús al estilo japonés que Nandino había ejercitado de joven, pero perfeccionó a través de lo que él llamó “estilo concentrista” (concentrar las imágenes en una economía de palabras). El siguiente poema dice más de lo contenido en los tres versos, pues evoca la imagen de los jardines sin flores debido a la tradición de la gente el día de muertos. “ Día de muertos / se quedan sin flores/ todos los huertos”.

El azul es el verde que se aleja es sin duda una de las mejores antologías que se han hecho sobre Elías Nandino, pues se rescata una rigurosa selección de poemas. Gracias al trabajo de Jorge Esquinca y al apoyo de Patricia Gutiérrez, directora de publicaciones, la obra del poeta sigue vigente entre los lectores de poesía en lengua española.



En las lindes de las ciencias sociales. Ensayos críticos,
María Concepción Delgado Parra (editora),
Universidad Autónoma de la Ciudad de México,
México, 2008.

Este volumen recoge diez ensayos que guardan relación con diversas disciplinas, entre ellas la teoría política, la teoría de género, la antropología, la sociología de la cultura y la filosofía, escritos por especialistas de Latinoamérica con un propósito común: restituir el que históricamente ha tenido, o bien conferirle un nuevo significado a la tradición de la teoría social.



Una capilla a colores. Alfonso Reyes y las artes visuales,
Raquel Tibol,
Universidad Autónoma de Nuevo León,
México, 2009.

Es éste, como la propia autora lo define, un “largo paseo alfonsino” que lleva al lector de la mano “por el rico acervo plástico de Alfonso Reyes”. Nadie mejor que la periodista, escritora, museógrafa, curadora y crítica de arte de mayores alcance y trayectoria en México, para una tarea tan gozosa, siendo como fue “hacedora y testigo de la conversión de la residencia del Regiomontano Universal en casa museo, conocida como Capilla Alfonsina”.



Escribiendo desde los márgenes.
Colonialismo y jesuitas en el siglo XVIII,

Ivonne del Valle,
Siglo XXI Editores,
México, 2009.

En este libro se estudian “las relaciones entre jesuitas e indígenas en tres áreas periféricas de la Nueva España (la sierra del Nayar, Sonora y Baja California) [...] La geografía de estos tres sitios y la vida y el saber de los grupos indígenas que los habitaban tienen, en la escritura y en la constitución de los jesuitas como sujetos, consecuencias importantes que cuestionan la posililidad de un modelo único de vida”.