Sociedad y Justicia
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La epidemia de gripe evidenció que los recursos son insuficientes, señala el titular de la Ssa

Gastos del sector salud se deben cubrir vía impuestos: Córdova

Admite el secretario que la aparición de la influenza A/H1N1 pilló desprevenidas a las autoridades

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Es muy probable que en el invierno se mantenga la prevalencia del nuevo virus por encima de las cepas estacionales, destacó José Ángel Córdova durante la entrevistaFoto José Carlo González
 
Periódico La Jornada
Martes 30 de junio de 2009, p. 39

La epidemia de influenza A/H1N1 evidenció que el presupuesto destinado a la salud todavía es insuficiente, y el titular del ramo, José Ángel Córdova Villalobos, concluyó que para subsanar las carencias del sector es necesario aumentar la recaudación del gobierno vía impuestos, para que de ahí se pague toda la atención sanitaria.

Así alcanzaría para todo, afirmó al hacer una evaluación de lo vivido durante la contingencia sanitaria, en la cual se reportaron más de 9 mil enfermos y 119 decesos. Durante ésta quedaron al descubierto las deficiencias en notificación de padecimientos y el atraso tecnológico de los laboratorios, en particular del Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológica (Indre).

El funcionario admitió que la nueva gripe apareció cuando el sistema de salud estaba concentrado en alcanzar la cobertura universal de servicios y su integración. Se había olvidado la notificación obligatoria de enfermedades o no se realizaba con la eficiencia necesaria, destacó.

Aunque existía un programa preventivo y preparación ante la eventualidad de la pandemia, sólo hasta que fue realidad nos dimos cuenta de que hay cositas que se deben ajustar, admitió.

El encuentro con Córdova Villalobos se dio en vísperas de la Reunión Internacional sobre Influenza que tendrá lugar los días 2 y 3 de julio en Cancún, Quintana Roo, a la cual asistirán entre 300 y 400 personas, representantes de más de 30 países, la mayoría ministros de Salud; la directiva de la Organización Mundial de la Salud, y especialistas de los Centros de Prevención y Control de Enfermedades de Estados Unidos y de Canadá.

A la baja, número de casos

–¿Cuál es la situación actual de la epidemia?

–Se mantiene la disminución de casos, y desde el 31 de mayo no se ha reportado ninguna muerte. Las medidas preventivas están vigentes, particularmente en el sureste. En el resto del país prácticamente hay tranquilidad, aunque hemos advertido a los estados que deben mantener la alerta. Pensamos que un nuevo brote se dará en noviembre, pero se debe tener en cuenta que es muy probable que en el invierno se mantenga la prevalencia del nuevo virus por encima de las cepas estacionales.

–¿Qué pasó con el sistema de vigilancia epidemiológica y con el programa preventivo de influenza, que son prioritarios?

–Muchas acciones que se realizaron estaban previstas. Se llevan a cabo en influenza y otras enfermedades como el dengue, donde el sistema funciona muy bien por la cantidad de casos que se tienen. Pasa que de repente se olvida o la notificación obligatoria de enfermedades no se hace con la eficiencia adecuada.

“Lo vimos, por ejemplo, en San Luis Potosí, donde los primeros casos fueron detectados por médicos privados, pero lo reportaron sólo hasta que les llamó la atención el número de afectados. En lugar de llamar a la Ssa del estado, se comunicaron con nosotros.

Después, cuando aumentaron los casos y los servicios estatales de salud tenían que reportarlos, se les empezó a hacer bolas el engrudo.

–Pareció que no se había dado continuidad a la preparación para una eventual pandemia.

–Más bien fue el número de casos. No es lo mismo reportar unos cuantos a tener de 30 a 60 sospechosos al día. Ahí estuvo el descontrol y la tardanza para tener las confirmaciones.

–¿Qué se debe corregir?

–Ya empezamos a hacer ajustes con la inversión de casi 250 millones de pesos para adquirir laboratorios de análisis de muestras. Ya hay en 10 estados, donde el diagnóstico se debe tener de manera oportuna.

“Claro que si hubiera más casos en algún momento podrían verse desbordados, porque tienen uno o dos equipos máximo para procesar 66 pruebas diarias en tres turnos.

La meta es que a finales de año 80 por ciento de los estados tengan al menos un equipo. También queremos que identifiquen serotipos de dengue y de virus del papiloma humano.

–¿Si el virus hubiera sido más agresivo y letal?

–Se hubieran puesto a prueba los sistemas hospitalarios. La vigilancia epidemiológica era útil para tener idea de lo que pasaba en los estados, el número de enfermos, pero en medicina lo que importa es el diagnóstico clínico. Es cierto que por la falta de confirmación del diagnóstico muy probablemente se dio tratamiento a quienes no tenían el virus A/H1N1, pero también a la mayoría de quienes sí lo adquirieron.

Funcionaron muy bien las medidas de distanciamiento social, lo que, junto con la espléndida respuesta del personal de salud, nos sirvió mucho para que el flujo de información o diagnóstico confirmatorio no fuera tan esencial. La vigilancia futura ya es otro baluarte que estamos fortaleciendo.

–¿En qué consiste ese fortalecimiento?

–En tener la información de inmediato y el diagnóstico lo más pronto posible, máximo 24 horas después de que se tomó la muestra, para saber si es el nuevo virus u otro.

–¿Qué cambió en la Ssa y en su visión como titular de ésta a partir de la contingencia?

–Son muchos los temas que abarca la Ssa y los retos que tenemos. Estábamos concentrados en la cobertura universal, la integración del sistema nacional de salud. Entre los problemas emergentes lo que más preocupaba era el dengue, y relativamente porque más o menos está controlado. Estábamos enfocados en la prevención de enfermedades crónicas: obesidad y diabetes. De repente llega esto, nos saca de la jugada y nos coloca en otro ámbito, en el cual debíamos tener capacidad de respuesta inmediata.

–¿Se pensaba que la pandemia no llegaría?

–Sí. Llevábamos casi tres años de administración y de repente llegó. Entonces nos dimos cuenta de que hay cositas que se deben ajustar, como la vigilancia epidemiológica.

–¿Y el Indre?

–Como siempre, faltan recursos. Sabíamos de sus necesidades y desde 2007 hablábamos de fortalecerlo, pero se dio prioridad al mejoramiento de los laboratorios estatales, algunos de los cuales estaban muy atrasados. Antes de la contingencia conseguimos 300 millones de pesos para el Indre.

–En salud cada año hay más dinero.

–Sí, pero dirigido a atención médica. Durante años el presupuesto estuvo estacionado y en prevención tampoco se había avanzado. Este año contamos con 11 mil millones de pesos, de los cuales también tiene que salir para la prevención de contingencias como la influenza. Se estaba haciendo, pero nos agarró en el camino.

–¿Qué hace falta para que el presupuesto crezca en las áreas que no están incluidas en el Seguro Popular?

–Cada año buscamos equilibrio, justificar las necesidades para dar otro empujón al presupuesto, en particular al ramo 12, que administra la Ssa. Cuando necesito dinero y lo pido, la respuesta es: coge del Seguro Popular, pero llega el momento que no alcanza. Parece que hay mucho, pero también las necesidades son muchas y lo vimos durante la epidemia.

Ojalá que en 10 años se pueda transformar el sistema desde el punto de vista financiero, y que mediante impuestos se pague toda la atención en salud, como se hace en otros países. Así alcanzaría para todos y la inversión sería superior a 8 por ciento del PIB.

–Pero eso requiere mejores salarios, empleos, una situación económica diferente...

–Por supuesto. Actualmente, el presupuesto no crece lo suficiente, pero también es cuestión de pago de impuestos y de que la economía no dependa sólo del petróleo.

–¿Qué otros aspectos se revisan a partir de la pandemia?

–Las terapias intensivas. Se lleva a cabo una auditoría para conocer cuántos respiradores existen y quién está a cargo de ellos. Hay 6 mil 500 y mil que funcionan de manera irregular. Esperamos comprar entre 700 y mil. Estamos en el estira y afloja por el dinero.