jornada


letraese

Número 156
Jueves 2 de julio
de 2009



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus




Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate


reseña

Continencia y templanza católicas
El celibato sacerdotal.
Su historia en la Iglesia católica
Jean Meyer, Tusquets editores.
México, 2009.


El celibato sacerdotal en la Iglesia católica surgió como respuesta a la Reforma Protestante que religiosos, pensadores y políticos impulsaron durante el siglo XVI y que permitía a los sacerdotes contraer matrimonio.

A partir del Concilio de Trento, realizado entre 1545 y 1563, se impuso de manera definitiva el celibato sacerdotal entendido como la renuncia al matrimonio, a formar una familia, y a ejercer la genitalidad. En la literatura católica es presentado como “un don de Dios” equivalente a la continencia, templanza que transforma a la inacción sexual en una fuerza poderosa.

Mediante un detallado análisis y estudio de documentos, encíclicas y concilios, plasmados en El celibato sacerdotal, Jean Meyer recuerda al lector el cisma experimentado por la Iglesia católica provocado por sacerdotes renuentes a ejercer la continencia y que buscaban restablecer la posibilidad de un clero casado, incluido el obispado.

La férrea y vertical estructura de la institución ha resistido eventos transformadores de la sociedad como el periodo de la Ilustración, las revoluciones francesa y mexicana, los regímenes totalitarios y la revolución sexual, manteniendo así la supremacía del Concilio Tridentino. Para Meyer no cabe duda de que el cristianismo es la religión creadora de más tensiones con la sexualidad, y destaca la oportunidad de profundizar la relación entre sexualidad y subjetividad.

En el cristianismo, el celibato como continencia ha sido central y no se entiende sin la vivencia de los primeros siglos de la Iglesia católica, dice el autor, nacido en Francia pero radicado en México. Convencido, señala que el celibato obligatorio u opcional está relacionado con la forma en que las sociedades, en espacio y tiempo, definen la sexualidad.

El celibato sacerdotal, repasa veinte siglos de historia para ofrecer al lector un riguroso texto sobre un tema polémico. Desde quienes dicen que es una práctica para los más “aptos”, hasta quienes lo consideran un ejercicio cruel represor del cuerpo. [Mario Alberto Reyes]


Nuestro lado oscuro
Nuestro lado oscuro, una historia de los perversos,
Elisabeth Roudinesco, Anagrama
México, 2009.


“Ya sea goce del mal o la pasión del soberano bien, la perversión es intrínseca a la especie humana: el mundo animal se halla excluido de ella, al igual que lo está del crimen”. Después de atribuir al género humano la exclusividad del goce de hacer daño, la historiadora francesa Elisabeth Roudinesco emprende en Nuestro lado oscuro, un fascinante itinerario en el que traza con rigor documental y malicia, el perfil de aquellos personajes notorios por el refinamiento de su crueldad: los perversos.

¿Quién fue en realidad Gilles de Rais, figura máxima de la transgresión en la Edad Media, militar cubierto de gloria, pero también libertino de tiempo completo que gozaba eviscerando niños, para abandonarse sentado en sus entrañas a un placer solitario? ¿Qué vínculos podía tener con las religiosas místicas, poseídas de furor masoquista, convertidas después en santas? Roudinesco explora la literatura que refiere tales excesos y prosigue su indagación hasta concentrarse, siglos después, en la figura del Marqués de Sade, prisionero a causa de crímenes existentes sólo en su imaginación febril, y por lo licencioso de sus escritos; convertido a la postre en un hombre disciplinado, quizás el primero en reglamentar el deseo, aún en su desmesura.

Hacia mediados del siglo XIX, señala la escritora, se da paulatinamente la medicalización de las pulsiones eróticas, que hace del perverso ya no una figura demoniaca e incomprensible, sino un objeto de estudio de la ciencia, la cual se empeña ya en uniformar el deseo, implantar la norma e inaugurar formalmente la era de las desviaciones sexuales. Tal exploración científica alcanza un nivel aberrante en el siglo XX, durante el delirio nazi que glorifica a una raza suprema y extermina a su opuesto absoluto, las especies deformadas, los judíos, los gitanos y los homosexuales. Roudinesco lanza una última interrogación, a la vez un reto: ¿podrá la ciencia disolver la perversión o llegará a reconocer en cada ser humano la presencia de ese lado obscuro, tan pretendidamente ajeno y a la vez tan nuestro?. [Carlos Bonfil]

S U B I R