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A la Mitad del Foro

Votos que cuentan y se descuentan

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Un par de zapatos que perteneció a uno de los niños muertos en el incendio de la guardería ABC el pasado 5 de junio son colocados en el suelo, cerca del lugar de la tragedia, a manera de monumento, en Hermosillo, SonoraFoto Ap
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odo lo saben. Menos de lo que creen. Sobre todo, poco o nada saben de historia. O gozan la bienaventuranza de la desmemoria. Apenas ayer se lamentaban del poder presidencial incontestable y omnímodo. Si acaso, atribuían al magnicida mocho que hizo bendecir la pistola con la que asesinó a Obregón, la afortunada paz de la no reelección absoluta (así, con doble E, a la antigüita, por favor); y el revisionismo sexenal que nos mantuvo siete décadas a salvo de cuartelazos y golpes de Estado. Ni hablar de la recaída que hoy padece Honduras. Pero se nos ha impuesto el estado de sitio ficticio, el Ejército está en las calles y el miedo es caldo de cultivo para tentaciones golpistas.

Eso habrá que debatirse después de las elecciones de hoy. Sin olvidar que era mucha pieza Álvaro Obregón, quien en el fragor fratricida de 1924 dicen que dijo: alguien tiene que salvar a la patria de sus salvadores. Y lo hizo. Pero hablábamos de la íntima tristeza reaccionaria de los intelectuales amantes de la democracia que durante tantos años lloraron la ausencia del sufragio efectivo y ahora que lo tenemos aspiran a borrar el complemento de NO REELECCIÓN, garantía de institucionalidad en el poder constituido del moderno Estado mexicano.

Con muy buenas intenciones llaman a anular el voto para manifestar repudio a los partidos y a los políticos; aspiran a conjuntar la democracia real y la democracia formal. Teníamos la primera y la segunda de nada servía, según los herederos de la Revolución. Desde 1997 tenemos la formal y ahora, los que demandaban sufragio efectivo y democracia sin adjetivos, quieren democracia real, aunque sea al modo de la izquierda igualitaria: democracia participativa. Con ese adjetivo, pues, pero mediante un consejo de notables, con sello de garantía ciudadana y a través del ágora electrónica: No vote, anule su voto y vete a los partidos del pluralismo y a los políticos del oportunismo camaleónico sin rubor y sin ideas propias.

Hoy se quejan los que todo lo saben de la debilidad del Presidente de la República; lamentan que el partido en el poder, el del presidente en turno, no tenga mayoría en el Congreso para aprobar sus iniciativas de ley y pueda gobernar sin miedo y sin tacha para que haga efectivas sus reformas y logre ejecutar sus programas y proyectos. Atención, ninguno de los bienintencionados promotores de la pureza ciudadana ha manifestado malestar porque no tenga mayoría absoluta en el Congreso alguno de los partidos de la oposición múltiple y dispersa. Antes que los académicos, el reconocido santón de los dueños del dinero nos habló del pobrecito presidente que no puede gobernar.

Hoy podrían cambiar de posición las piezas en el tablero y hacerse efectivo el jaque avizorado por los que creen saberlo todo, y lamentado por quien ha visto coronar a muchos peones y no ve cómo hacer el enroque que ponga a salvo del jaque mate al pobrecito presidente. Hoy van a votar millones de mexicanos en 139 mil 181 casillas para comicios federales. Y miles más para elección de congresos locales y autoridades municipales, y de gobernador en seis estados: Campeche, Colima, Querétaro, Nuevo León, San Luis Potosí y Sonora. Hace seis años el PRI de la orfandad se alzó con el santo y la limosna. Fuegos fatuos: en las elecciones de 2006 cayó al tercer lugar. Hoy podría alcanzar la mayoría. No la primera minoría, sino la mayoría en San Lázaro.

Igual que hace seis años. Pero no es lo mismo. Roberto Madrazo concentró fuerza y apostó al futurismo; los gobernadores, dueños de poder real en espacios propios, actuaron con recelo defensivo; un grupo se enfrentó a la ambición de Madrazo y en 2006 20 por ciento de los priístas votaron por Felipe Calderón y sus diputados de mayoría fueron apenas 65. Hoy, las encuestas más conservadoras predicen que serán entre 165 y 170, elegidos en distritos electorales y postulados con la representatividad de cada estado y de quien lo gobierna. Que hoy son, y lo saben, los señores feudales denostados y temidos por los intelectuales inorgánicos. No hay Juan sin Tierra, pero la nueva generación de gobernadores se sabe capaz de empuñar la Carta Magna.

Tras el parto de los montes, ruge el ratoncito de la alternancia y a 12 años del vuelco que trastocó la división de poderes, la generación de recién llegados sabe que llegó la hora de retomar la reforma del Estado y lograr el cambio de régimen, so pena de congelarse en el caos anarquizante, o verse sometidos por la extrema derecha clerical, del sinarquismo que vino y se fue envuelto en acre olor a pólvora y a muerte. Elecciones de medio sexenio en el bicentenario de Darwin. Ido al basurero de la historia el espejismo del darwinismo económico, se aferran al dogma de la ortodoxia neoconservadora nuestros operadores del flujo financiero libre de regulación, el cero déficit y la austeridad ascética con la promesa, para los pobres, de una vida mejor después de la muerte.

Caricatura de los científicos del porfiriato, diagnosticaron catarrito cuando estalló la recesión pandémica con la que llegó el fin del pasado. Carstens & Carstens es modelo de la obsoleta modernidad del win-win y el sagrado mandamiento de Ronald Reagan: concentrar la riqueza en los de arriba, que algo escurriría hacía los de abajo. Ante la recesión que vino de fuera y una contracción de la economía de 9 por ciento, decretan recortes al gasto público, reducir la inversión en las universidades públicas del país. Hoy los ingresos presupuestarios del sector público mexicano registraron un desplome histórico de 20.6 por ciento en mayo de este año, comparados con los obtenidos en el mismo mes de 2008. Y nos dicen que pasó lo peor, que ya tocó fondo la crisis.

La terca realidad reducirá a comedia de errores la pírrica victoria de Germán Martínez, quien venció a la oposición antes de haberse depositado un solo voto en las urnas, al imponer en las campañas el tema de la seguridad, la guerra contra el crimen y la condena sumaria de complicidad criminal a quien no esté con el Presidente valiente.

No, los temas son el hambre, el desempleo, la incompetencia supina del subejercicio del gasto presupuestado y aprobado; el retroceso alarmante en la educación; que apenas uno de cada cuatro jóvenes mexicanos tenga acceso a la educación media y superior; el desastre del campo mexicano; el desplome de las remesas enviadas por los emigrados, vergonzosamente pregonadas como segunda fuente de divisas extranjeras. Y el estado de sitio ficticio, el recuento diario de los muertos; habernos convertido en país consumidor de drogas; la inconcebible declaración del Presidente de la República: se hacen drogadictos los jóvenes, porque no creen en Dios.

Los mineros muertos en Coahuila y Michoacán, la huelga de Cananea. La prepotente ignorancia de la realidad del secretario Javier Lozano, a quien lanzaron frijoles los proletarios de Nuevo León. La criminal estulticia del director del IMSS, Daniel Karam, junto a la soberbia intolerante de Juan Molinar Horcasitas; los gritos de Germán Martínez y la indignación de Fernando Gómez Mont por el tono usado por el impresentable gobernador Eduardo Bours al hablar del presidente Calderón y de los niños muertos en el incendio de la bodega usada como guardería en Hermosillo.

Ha sido en su guardia: Hoy pagan la cuenta. ¿Querían democracia? ¿El cambio? ¿El fin del pasado?: Cuidado con lo que deseas, porque puede convertirse en realidad, dice el proverbio. Ahora: los votos que cuentan y los que se descuentan. Y un ciudadano modelo como tutor de los mexicanos del común.