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Teotihuacan
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Pirámide de Sol, en Teotihuacán. Imagen tomada del libro
C

omo una primicia, presentamos a manera de adelanto las primeras páginas del nuevo libro de Eduardo Matos Moctezuma, titulado Teotihuacan, que iniciará su circulación en breve, editado por el Fondo de Cultura Económica y donde el arqueólogo responde a interrogantes capitales. ¿Cómo surgió Teotihuacán? ¿Cuáles fueron los factores que determinaron su colapso hacia el año 750 dC? Y nos conduce por los senderos de esa urbe que marcó una serie de características que dejaron su huella plasmada en diversas sociedades mesoamericanas

Introducción

En los inicios de nuestra era ocurrió un fenómeno singular: el surgimiento de la primera ciudad en el centro de México que se convirtió en la urbe más grande y desarrollada en Mesoamérica: Teotihuacan. ¿Cuáles fueron los factores que influyeron para que esto sucediera? ¿Cuáles sus antecedentes y características? ¿Cómo creció en el transcurso de los siglos? ¿Qué causas provocaron su abandono? En las siguientes páginas trataremos de despejar, en la medida de lo posible, todas estas dudas.

No hay duda de que Teotihuacan tuvo una enorme importancia durante el llamado Clásico del Centro de México (1-750 dC), periodo en el que vemos su influencia y presencia en diversas regiones mesoamericanas, y en el que convivió con ciudades como Cholula (Puebla), Monte Albán (Oaxaca), Matacapan (Veracruz), Palenque (Chiapas), Kaminaljuyú, Tikal y Uaxactún, en Guatemala, Copán, en Honduras, y muchas otras más que destacaron durante el Clásico mesoamericano.

En Teotihuacan se dieron toda una serie de características culturales que luego tomaron carta de naturalización en las sociedades que surgieron posteriormente en la región central de México. En efecto, a partir de entonces se consideró como lugar de mitos. Lejos de quedar en el olvido y de perder su antiguo esplendor, Teotihuacan se irguió como ciudad sagrada.

Los pueblos que llegaron a asentarse en el valle de México después de 750 dC vieron esparcidos aquí y allá restos de esculturas y cerámica; adivinaron que debajo de los montículos de tierra existían edificios y calzadas; pero no sabían quién los había construido.

Entonces los atribuyeron a los dioses. El mismo nombre de la ciudad así lo refiere: lugar donde nacen los dioses. El topónimo surge cuando esos pueblos deciden que fue en Teotihuacan donde se convocó a los dioses para crear el Quinto Sol y, por ende, al hombre.

Envuelta en mitos arcanos, la ciudad vuelve a cobrar vida como obra de los dioses. Y ahí no para el asunto. En ella está presente toda una serie de aspectos que tendrían enorme influencia en los pueblos posteriores.

Su traza toma en cuenta el movimiento solar y se divide en cuatro parcialidades, con un centro fundamental, que ocupa a su vez el centro del cosmos. Algunos edificios, como la Pirámide del Sol y el Templo de la Serpiente Emplumada en la Ciudadela, se transformaron en montañas sagradas y fueron el centro de la comunidad.

La ciudad representa la idea que esos pueblos tenían del cosmos, y que es posible identificar también en ciudades como Tula y Tenochtitlan, que tuvieron enorme importancia en Mesoamérica. Lugar del sacrificio de los dioses, también lo fue de los hombres.

De la realidad se pasó al mito, y éste a su vez se convirtió en verdad para los pueblos que lo hicieron suyo.

I. ¿Por qué surgieron las ciudades antiguas?

Uno de los interrogantes que la arqueología no ha podido resolver del todo es la razón por la cual surgen las ciudades en la antigüedad. Muchos son los investigadores que han dedicado no pocas horas de estudio para tratar de encontrar respuesta a este apasionante tema.

La incógnita ha permitido, desde luego, que existan diversos planteamientos acerca de la presencia de la urbe en las sociedades antiguas, lo que algunos consideran como elemento indispensable para el surgimiento de la civilización.

Se cuenta con datos que nos hablan de la presencia de grandes conglomerados humanos desde varios milenios antes de nuestra era.Tal es el caso de Egipto, en África, y de las civilizaciones que nacieron entre el Tigris y el Éufrates en lo que hoy es Irak. En la India es posible rastrear la huella de importantes ciudades, y en China surgieron diversos centros que en poco tiempo se hicieron del control de regiones aun remotas. En la zona andina también se dio este fenómeno y otro tanto sucedió en Mesoamérica.

A todas estas urbes podemos considerarlas como parte del proceso de desarrollo de las sociedades que les dieron origen. Sin embargo, no tenemos una respuesta que, sin lugar a dudas, aclare la

pregunta de por qué surgen las ciudades.

Conocemos algunas de sus características, pero desconocemos del todo las causas que expliquen su surgimiento. Es innegable que la presencia de ciudades corresponde a un cambio cualitativo dentro del proceso del desarrollo humano. Los intentos por entender este fenómeno han dado paso a varios planteamientos desde diferentes perspectivas. Aquí sólo haremos mención de aquellos que consideramos más importantes.

Así, tenemos la propuesta de Karl Wittfogel, quien, inspirado en ideas marxistas que después fueron depurándose, desde la década de 1920 planteó lo que conocemos como hipótesis hidráulica, basada fundamentalmente en el control del agua y la utilización de grandes sistemas de regadío por parte de burocracias poderosas enmarcadas en el despotismo oriental, como las de la antigua China, Egipto y Mesopotamia.

Gordon Childe, por su parte, planteó tres etapas, que denominó revolución neolítica, revolución urbana y revolución industrial. Concebía el concepto revolución no como una catástrofe, sino como parte de un proceso en el que diversos aspectos contribuyeron a los cambios cualitativos que transformaron el proceso evolutivo, en especial la población y la tecnología.

En el caso de la revolución urbana en el Medio Oriente, y en relación particularmente con el surgimiento de la ciudad, anotaba varios factores que la caracterizaban: a) mayor tamaño y densidad del asentamiento; b) existencia de una clase gobernante; c) presencia de especialistas de tiempo completo; d) organización estatal basada en la residencia; e) sistemas de intercambio a larga distancia; f) concentración de los excedentes; g) sistemas de escritura y de notación numérica; h) ciencias exactas y predictivas; i) arte figurativo; j) arquitectura pública monumental.

Las ideas de Childe tuvieron gran influencia entre muchos estudiosos, quienes adaptaron sus planteamientos para aplicarlos en otras regiones. Pero no todo encajaba perfectamente. Algunas ciudades no presentaban todos esos rasgos y, sin embargo, estaban allí.

Nuevas excavaciones arqueológicas en diferentes partes del mundo aportaron mayor información acerca del tema. Otros autores contribuyeron a tratar de dilucidar el surgimiento de las ciudades, como Paul Wheatley para el caso China, o Robert Adams para Mesopotamia y la América antigua, especialmente esta última, que no había sido considerada por Childe en su análisis de la revolución urbana. Mesoamérica y los Andes venían a sumarse a la discusión.

Esta preocupación llevó a estudiosos como Sergio Staino y José Canziani a tratar sobre el asunto en la región andina, donde veían la importancia del sacerdote en los primeros asentamientos después de la disgregación del sistema económico del comunismo primitivo y la formación de clases sociales, que ven claramente definida en la cultura Moche.

Por otra parte, el mismo Adams, Julian Steward, Gordon Willey, Pedro Armillas, William Sanders, Barbara Price y más recientemente Linda Manzanilla y Walburga Wiesheu, entre otros, han enfocado el tema en la cultura mesoamericana comparándolo con los casos de otras regiones del mundo o estudiándolo desde una perspectiva interna. De ahí han derivado diversas concepciones, como la que defi ne de manera distinta una ciudad como Teotihuacan respecto de, por ejemplo, algunos centros mayas, clasificando la primera como un asentamiento urbano concentrado, y a los segundos como centros urbanos dispersos, categoría esta última por la que se inclinaba Willey, quien llegó incluso a clasificar civilizaciones con ciudades y sin ciudades.

También se discutió la existencia del Estado como institución administrativa de la ciudad y si éste se hallaba siempre como parte inherente de ella. Todo ello nos habla acerca de las ciudades y de lo que se considera como tal. Un análisis de toda esta problemática y de las distintas posiciones al respecto se pueden consultar en el trabajo de Wiesheu que trata críticamente sobre el tema de la transformación urbana, o en el amplio estudio que sobre la teoría antropológica ha elaborado Marvin Harris. En los últimos tiempos se ha pasado de un planteamiento económico-tecnológico como el que sustentaban algunos de esos autores a una propuesta totalmente contraria: el papel que desempeñaron los aspectos religiosos, superestructurales, en el surgimiento de las ciudades.