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Se acabó la época en que los imperios podían manipular estados soberanos, sostiene

Obama: Rusia debe recuperar el estatus de socio relevante en el nuevo orden mundial

Desde Moscú, el jefe de la Casa Blanca aboga por la restitución del presidente de Honduras

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Los presidentes Barack Obama y Dimitri Medvediev, ayer en la sala de exhibiciones Manezh, en MoscúFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 8 de julio de 2009, p. 23

Moscú, 7 de julio. Estados Unidos apoya la restitución del presidente de Honduras elegido democráticamente, no obstante que él se opone con firmeza a la política estadunidense. Lo hacemos no porque estemos de acuerdo con él. Lo hacemos porque respetamos el principio universal de que cada pueblo debe elegir a sus propios líderes, estemos de acuerdo con estos líderes o no, afirmó hoy en la capital rusa el titular de la Casa Blanca, Barack Obama.

El presidente de Estados Unidos hizo esta breve pero directa mención de la crisis en Honduras, que refrenda su respaldo a Manuel Zelaya, el depuesto mandatario del país centroamericano, en el discurso que pronunció ante un auditorio integrado mayoritariamente por estudiantes de la Nueva Escuela de Economía, la actividad más importante de su segundo día de estancia en Moscú.

Obama escogió esta universidad de corte liberal, fundada tras la disolución de la Unión Soviética con financiamiento y catedráticos estadunidenses, para dirigir el tercero de los cuatro discursos en que prometió delinear la política exterior de su administración.

Después de sus intervenciones en Praga, donde abogó por un planeta sin armas nucleares, y en El Cairo, en el cual propuso una nueva relación al mundo islámico, el sucesor de George W. Bush, quien provocó con sus desatinos un notorio retroceso en los vínculos con el Kremlin, centró este martes sus palabras en la necesidad de cerrar ese capítulo de tensiones y desencuentros para devolver a Rusia el estatus de socio relevante ante los desafíos comunes que emergen en el nuevo orden internacional.

Estados Unidos quiere una Rusia fuerte, pacífica y próspera, subrayó de entrada Obama, y aceptó que su país, por sí solo, “no es capaz de hacer frente a los grandes desafíos que se presentan, como la pobreza o la proliferación nuclear, (…) retos que exigen una alianza global que será más fuerte si Rusia ocupa el sitio que le corresponde como gran potencia”.

Acorde con su voluntad de reiniciar la relación bilateral, Obama rechazó la idea de que Estados Unidos y Rusia tienen que ser países antagónicos y abogó por un modelo de cooperación en el cual cada país pueda proteger sus intereses sin afectar los de los demás.

No es fácil forjar una alianza duradera entre antiguos adversarios, cambiar costumbres ancladas en nuestros gobiernos durante décadas, pero estoy convencido de que los temas fundamentales que darán forma a este siglo servirán de base para relanzar la relación bilateral, sostuvo el presidente estadunidense.

Para él, ya no es posible que unos cuantos países se repartan el mundo, como sucedió tras la Segunda Guerra Mundial. El mundo es mucho más complejo y ahora el poder no se demuestra mediante el dominio o el acoso de otros países, dijo.

Contrario –de palabra, claro– a que Estados Unidos y Rusia compitan por zonas de influencia, Obama señaló: Se acabó la época en que los imperios podían manipular estados soberanos como piezas de ajedrez.

En una velada crítica al Kremlin por las presiones que ejerce contra gobiernos de países vecinos de signo pro estadunidense y que aspiran a ingresar en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), calificó la soberanía y la integridad territorial de los estados de principio básico del derecho internacional.

Estados Unidos no puede y no debe tratar de imponer ninguna forma de gobierno en ningún otro país, ni tampoco intentar elegir qué partido o individuo debe estar al frente de un Estado. No siempre hemos hecho lo que debíamos en este ámbito, admitió.

Pero tanto Estados Unidos como Rusia, añadió, deben respetar la soberanía y la integridad de todos los países, incluidos Ucrania y Georgia, y advirtió que, en última instancia, la membresía en la OTAN es una decisión que tiene que tomar la mayoría de un pueblo.

Obama no pudo eludir el tema del polémico escudo antimisiles de Estados Unidos en Europa, la principal discrepancia que podría poner en entredicho los alcances del desarme nuclear que acordó, en principio, en la suerte de hoja de ruta que firmó ayer con su colega, Dimitri Medvediev.

Ni Rusia ni Estados Unidos se beneficiarían de una carrera armamentista en Asia o Medio Oriente y, por lo mismo, debemos estar unidos para neutralizar los esfuerzos de Corea del Norte por convertirse en potencia nuclear e impedir que Irán tenga armamento nuclear, indicó antes de ofrecer:

Si desaparece la amenaza que representa el programa nuclear y de misiles balísticos iraní, desaparecerá la razón para instalar componentes del sistema antimisiles en Europa.

Obama, que este miércoles a temprana hora viajará a Italia para asistir a la reunión cumbre del Grupo de los Ocho, tuvo hoy un intenso programa de actividades: desayunó con el primer ministro Vladimir Putin, con quien limó asperezas después de decir hace unos días que tenía un pie en la vieja manera de hacer las cosas y otro en la nueva; conversó con el ex presidente soviético Mijail Gorbachov; pronunció un discurso en un foro de empresarios de ambos países; se reunió con figuras de la oposición y asistió a un encuentro ruso-estadunidense de representantes de la sociedad civil.