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La capital no tiene esperanza, está hecha un desmadre, afirma el autor Jorge F. Hernández

Réquiem para un Ángel revela la necesidad del defeño de salvar a la ciudad de México

En la novela, editada por Alfaguara, el protagonista decide convertirse en el redentor de la urbe

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Jorge F. Hernández es autor de La emperatriz de Lavapiés y de La soledad del silencio: microhistoria del santuario de AtotonilcoFoto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Domingo 12 de julio de 2009, p. 4

El escritor Jorge F. Hernández presenta en la novela Réquiem para un Ángel, una historia entrañable sobre la ciudad de México, de las más grandes del mundo, que después de siete siglos sigue ojerosa y pintada, como la describió el jalisciense Agustín Yáñez (1904-1980), pero que ha sido desnudada por el crimen.

En entrevista, el autor sostuvo que todos los que vivimos en la capital hemos sentido la necesidad de salvarla cuando viajamos en Metro o en automóvil, y creemos que se puede corregir lo que está mal.

En la novela editada por Alfaguara, el protagonista, Ángel Andrade, decide convertirse en Ángel Anáhuac, el auténtico salvador de la urbe.

El personaje central del libro es un hombre que se cree el Ángel de la Independencia, que tiene alas y puede volar sobre la ciudad; aquí tiene sus primeros problemas de esquizofrenia, los cuales lo llevan a pensar que puede salvar a la sociedad, explicó el autor de La emperatriz de Lavapiés y La soledad del silencio: microhistoria del santuario de Atotonilco.

Jorge F. Hernández, quien después de 10 años publica una novela, consideró que “la ciudad de México no tiene esperanza; que aunque sea la más grande del mundo, está hecha un desmadre, y al mismo tiempo es una maravilla.

“Todos los días reconocemos lo hermoso que luce Paseo de la Reforma, pero ‘que asco es el Eje 8’; en un mismo día amas y odias a la ciudad de México. El personaje de Ángel ayuda a entender lo que es difícil de explicar.”

En la historia hay un coro de personajes que tienen apellidos de colonias de la capital, quienes tratan de enseñar al Ángel salvador sobre los nobles episodios de la urbe, como la solidaridad en el terremoto de 1985 y los momentos de piedad entre los mártires del movimiento del 68.

“Me interesaba –explicó el autor– escribir una novela divertida, como si la ciudad le estuviera hablando al protagonista, donde se contaran leyendas urbanas y retratos de la realidad que parecen inventados, como el episodio de la dama del silencio.”

El escritor enfatizó que la ciudad de México es uno de los espacios más hermosos del mundo, con una historia de siete siglos, ya que se fundó en 1325. Todavía hay aromas y huellas de sus pasados. Es una maravillosa anciana, que rejuvenece todos los días. Pero debido a la inercia de la vida y las prisas, existen personas que recorren 50 mil kilómetros por abajo de la ciudad porque viven del lado opuesto de donde trabajan; sin embargo, la gente que la recorre a diario por arriba no la ve.

Réquiem para un Ángel se desarrolla en lugares emblemáticos de la capital, como la Real y Pontificia Universidad de México, que se convirtió en la cantina El Nivel; el bosque de Chapultepec; el Sanborns de Los Azulejos; el Palacio de Bellas Artes, y la Alameda. Asimismo, rescata del olvido oficios como el lechero y el organillero.

El personaje de Ángel Andrade permite confesar al autor el amor y el odio que por la ciudad de México, donde alguien cumple en silencio con el transcurso de una vida y su empeño se graba en el olvido.

Jorge F. Hernández consideró que el último refugio que tenemos para vivir es la ciudad, porque pagamos agua, luz y teléfono. Hablamos mal de ella, pero aquí estamos y aquí vamos a terminar.

El volumen incluye citas de escritores como Carlos Fuentes, Octavio Paz, Salvador Novo y José Emilio Pacheco sobre la ciudad de México, con sus calles que van al pasado y sus noches que no terminan.