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Golpe de Estado en Honduras

El presidente venezolano exige a EU cierre de base militar y bloqueo de cuentas a golpistas

Suprimen toque de queda; temen opositores represión selectiva

Policías del gobierno de facto detienen y acosan a periodistas extranjeros en Tegucigalpa

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Sandra Ponce, fiscal especial para los derechos humanos en Honduras, y Adriana Sivori, reportera de la multiestatal Telesur, luego de que ayer varios comunicadores denunciaron que fueron hostigados por agentesFoto Ap
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Periódico La Jornada
Lunes 13 de julio de 2009, p. 20

Tegucigalpa, 12 de julio. Los hondureños debieron adivinar esta mañana que todo volvía a la normalidad, al ver la portada del diario de mayor circulación. Tras casi dos semanas de dedicar sus ocho columnas a las secuelas del golpe de Estado, publica una enorme foto: las bolsas amarillas que contienen los restos de cinco mareros (integrantes de pandillas) asesinados la víspera.

La vuelta a la normalidad lleva al gobierno de facto a suspender el toque de queda, vigente desde el pasado 28 de junio. Ha vuelto la calma, dice el gobierno golpista, y por tanto, a partir de este domingo 12 de julio se suspende el toque de queda en todo el territorio nacional.

¿Cuál normalidad? Lo que hubo fue un golpe de Estado y lo que hay ahora es una dictadura, afirma Nelson Ávila, hasta hace dos semanas ministro asesor económico del presidente José Manuel Zelaya.

Ávila, negociador por Honduras de un par de capítulos de la Alternativa Bolivariana de las Américas, es de los zelayistas que piensan que la mesa de Costa Rica fue un error. Lo hicimos para demostrar a Hillary Clinton que somos gente de diálogo, pero ya se acabó.

Y lo dice el mismo día en que, desde San José, el mediador y presidente de Costa Rica, Óscar Arias, anuncia que en unos ocho días volverá a reunir a las partes.

Nelson Ávila es de oratoria encendida. Repite a los periodistas lo mismo que expresa a los 2 mil partidarios de Zelaya reunidos en el Parque Central: La Organización de Estados Americanos y la Organización de Naciones Unidas deben intervenir para forzar la restitución del presidente Zelaya, y si los golpistas no aceptan, entonces que la ONU mande a los cascos azules, porque si no, aquí, habrá una guerra civil.

A pocos minutos de ahí, el presidente de facto, Roberto Micheletti, concede una entrevista a la agencia Reuters para reiterar que no hay forma de que Zelaya vuelva al poder, aunque abre la puerta a una amnistía para el mandatario y ofrece adelantar las elecciones previstas para finales de noviembre.

Micheletti subraya que tendría que consultar a la Fiscalía y a la Corte Suprema, y que él no tendría ningún inconveniente en que Zelaya volviera a enfrentar a la justicia hondureña.

¿Cómo vamos a ir a elecciones en una dictadura?, pregunta Ávila, quien aprovecha el viaje para llamar a los candidatos progresistas a la presidencia a retirar sus candidaturas para no legitimar a un gobierno que surgiría de un proceso viciado.

Ávila se refiere a Carlos Humberto Reyes, líder sindical y candidato independiente, y a César Ham, del Partido Unificación Democrática; ambos forman parte del Frente Nacional de Resistencia contra el Golpe de Estado.

Hacia la represión selectiva

En la jornada dominical, los zelayistas resisten con obras de teatro, poemas, canciones y pintura al aire libre, aunque los dirigentes del frente no auguran un buen panorama: Contradictoriamente, nos preocupa que se levantara el toque de queda, porque con este gobierno sólo podemos esperar que sea una trampa para que nos confiemos y comience la represión selectiva, dice Juan Barahona, dirigente sindical, quien informa además de bloqueos de carreteras en otras partes del país e insiste en que las movilizaciones continuarán hasta la restitución del presidente Zelaya en su cargo.

El toque de queda, que incluía la suspensión de algunas garantías individuales, se aplicó en un principio de 10 de la noche a cinco de la mañana, y en los últimos días se redujo a cinco horas y media cada noche.

El domingo 5, luego de que militares dispararon contra los manifestantes que esperaban la llegada del presidente Zelaya en el aeropuerto de Toncontín, el toque de queda se adelantó a las seis y media de la tarde.

Desde el golpe de Estado, el gobierno de Micheletti encadena los medios de comunicación unas tres veces al día para difundir su postura sobre los hechos ocurridos desde el golpe de Estado. En la pantalla de televisión, por ejemplo, aparece la bandera nacional y música típica, al tiempo que una voz fuera de cuadro avisa a todas las estaciones que se trata de la primera llamada. Varias veces pasan largos minutos antes de que se dé el informe correspondiente. Los responsables de la cadena, además, tienen mal tino. El pasado jueves, por ejemplo, sacaron del aire al mismísimo Micheletti, cuando hablaba desde San José, en Costa Rica, al salir de su reunión con el presidente Óscar Arias.

Retire a los soldados de Honduras: Chávez a Obama

Poco antes del comienzo del toque de queda, el sábado, agentes policiacos llegan al hotel donde se hospedan los equipos de la multiestatal Telesur y de Venezolana de Televisión, y se llevan a cuatro periodistas.

Los comunicadores son conducidos a la posta policial número uno, donde los hostigan y les sugieren que se marchen del país, porque no hay nada que informar. A las dos de la madrugada son devueltos a su hotel.

Por la tarde, efectivos de la policía nacional, con pasamontañas y armas largas, recorren los hoteles donde saben que se hospedan los periodistas extranjeros y efectúan revisiones de documentos, al parecer al azar. Se trata, dicen, de un chequeo migratorio de rutina. Pero los empleados de los hoteles y los taxistas no recuerdan que haya ocurrido algo similar.

Horas más tarde, la corresponsal de Telesur, Adriana Sivori, se comunica con Hugo Chávez al programa dominical Aló presidente y explica al mandatario venezolano que efectivos policiacos armados, algunos encapuchados, retuvieron a los periodistas en el hotel hasta que ya entrada la mañana representantes de organismos de derechos humanos y otros periodistas acudieron al lugar.

Chávez aprovecha el balón: Ésa es la democracia que quiere imponer el imperio yanqui a los pueblos de América Latina.

Ya encarrerado, demanda al presidente Barack Obama que retire a los soldados de Honduras. Retírele todo el apoyo a los golpistas, congéleles las cuentas y las propiedades que tienen en Estados Unidos, retíreles las visas para que usted vea como ese gobierno se acaba.

Una prueba de que Estados Unidos no está con los golpistas, resalta Chávez, sería el retiro de los soldados que mantiene en la hondureña base de Palmerola. En esa base aérea, Estados Unidos mantiene unos 400 efectivos que remplaza trimestralmente.

Mientras Chávez se lanza contra el imperio, José Manuel Zelaya se reúne en Washington con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza.

El chileno se refiere también a la detención de los periodistas: Ese tipo de acciones representan un peligro, pues son principalmente CNN y el canal Telesur los que se encargan de informar a la comunidad internacional sobre lo que sucede en Honduras.

Insulza insiste, por enésima vez, en que Honduras no tiene un camino de reparación democrática que no pase por la restitución del presidente constitucional, pero también advierte que la OEA no va a intervenir en el territorio de Honduras; seguiremos presionando y tomando resoluciones para mover a la comunidad internacional, pero los medios tienen que ser pacíficos. La única resistencia solamente la puede hacer el pueblo hondureño.

En ese escenario, casi a la misma hora en que se detenía a los periodistas de Telesur, pero en San Pedro Sula, era asesinado el líder sindical Roger Iván Bado. Llegó una persona a su casa. Él se acercó al portón. La persona le dijo algo que nadie alcanzó escuchar, y cuando el compañero se dio la vuelta le tiró dos balazos por la espalda, afirma la diputada Silvia Ayala, de Unificación Democrática. El cadáver de Bado se velaba esta noche en su casa, mientras sus compañeros decían no tener pruebas de la vinculación del crimen con el golpe de Estado. Pero el país está militarizado, hay una situación irregular y él estaba participando activamente en la resistencia.

En ese escenario, Hugo Chávez anuncia: Zelaya va para Honduras en cualquier momento. Les va a aparecer en cualquier parte de Honduras.