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Lo que más le pesa es que no ha sabido combatir al viejo régimen

El PAN protegió la corrupción de gobernadores de oposición: Creel
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En tanto no concluya en el PAN el proceso de reflexión por la derrota electoral, no se debe elegir nuevo líder, asegura Santiago CreelFoto Carlos Ramos
 
Periódico La Jornada
Lunes 13 de julio de 2009, p. 9

El PAN sufrió el 5 de julio la peor derrota política de su historia debido no sólo a una estrategia electoral equivocada, sino porque los panistas consintieron la corrupción, la protección a gobernadores de oposición y se alejaron de las causas sociales.

Además toleraron que, por ejemplo, la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que controla Elba Esther Gordillo, se entrometa en la Secretaría de Educación Pública, y Acción Nacional se asocie a su fuerza corporativa, afirmó el senador Santiago Creel Miranda.

En una carta dirigida a los panistas en las horas previas a la reunión del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) que definiría hoy los términos de la convocatoria para elegir al nuevo presidente del partido, el senador sostuvo que al blanquiazul lo que más le pesa en estas horas difíciles es que no hemos sabido combatir, con inteligencia, al viejo régimen, al que derrotamos electoralmente en 2000.

Paradójicamente, cuestionó, el PAN gobierna con ese régimen, pero también éste le gana elecciones precisamente con los instrumentos del pasado que nosotros mismos hemos apuntalado, y por ello convocó: es tiempo de sacudir y romper los amarres del viejo régimen.

En su misiva, Creel Miranda añadió que por ello, antes de definir quién debe sustituir a Germán Martínez, que renunció hace una semana tras la derrota electoral, los militantes deben preguntarse primero, ¿a qué va el nuevo jefe nacional?, porque, sostuvo, de nada servirá un nuevo dirigente que repita los mismos errores para, de nueva cuenta, encaminarnos al fracaso”.

Lamentó que se haya desatado un activismo político entre las distintas facciones que convergen en el PAN, porque ello ha dejado de lado un diagnóstico sobre los motivos de la derrota, y planteó que en tanto el proceso de reflexión interna no concluya, el Consejo Nacional –donde los calderonistas son mayoría– no elija a un nuevo dirigente.

Además, que antes de la elección se considere modificar nuestros estatutos para darle a la militancia el derecho a voto directo y secreto, para que el próximo líder del PAN impulse los cambios necesarios dentro del partido y enfrente, con legitimidad, la sucesión presidencial de 2012.

Sostuvo que el PAN salió a las elecciones de hace una semana con una identidad deslavada y sin mística, además de que los ciudadanos ya no saben cuáles son las causas y lo que defiende ese partido y, por tanto, en qué se distingue del PRI.

En el gobierno, acusó, el panismo no supo compaginar sus principios con el trabajo político cotidiano, y defendió a sindicatos, organizaciones campesinas y grupos de interés económico que son los pilares corporativos, clientelares y antidemocráticos del priísmo.

Se ha protegido a gobernadores que cometieron actos que el más elemental sentido de ética y de congruencia nos debió obligar a repudiar y, por todos los medios, juzgarlos políticamente (...) se ha mantenido a delegados del gobierno federal que no han hecho otra cosa que alentar las viejas prácticas, no solamente ayudando a nuestros opositores, sino desempeñando un trabajo desleal al gobierno federal, afirmó.

Tampoco, resaltó, el panismo decidió bien qué reformas debió frenar por su limitada efectividad, y olvidó la defensa del bien común de sus orígenes. Porque, reprochó, no es bien común que la economía no crezca por tener un mercado cerrado, dominado por monopolio o cárteles; tampoco, mantener un sistema fiscal inequitativo que se recarga en los contribuyentes cautivos, ni permitir que grupos de interés mantengan un poder absurdo y contrario al interés social.

Menos aún, abundó Creel Miranda, que los programas de apoyo al campo no lleguen directamente a los productores y se pierdan en redes clientelares, o consentir que gobiernos estatales operen con opacidad, discrecionalidad y corrupción, y que algunos medios electrónicos de comunicación construyan y destruyan candidatos y desequilibren las condiciones de equidad en las elecciones.