Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 19 de julio de 2009 Num: 750

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La pasión de Carl Dreyer
RODOLFO ALONSO

Descenso
YORGUÍS PABLÓPOULOS

La riqueza del bilingüismo
ADRIANA DEL MORAL entrevista con KIRAN NAGARKAR

La frase de Marx sobre el opio en su contexto
ROLANDO GÓMEZ

En recuerdo de Jorge Negrete
MARCO ANTONIO CAMPOS

Mathias Goeritz: ecos del modernismo mexicano
LAURA IBARRA

Amélie Nothomb: del narrador a lo narrado
JORGE GUDIÑO

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

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ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

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Ilustración de Juan Gabriel Puga

Amélie Nothomb: del narrador a lo narrado

Jorge Gudiño

Antes de que un autor consiga el aplauso o encuentre en la literatura una forma de vida que le permita dedicarse a ella de tiempo completo, existe una motivación que le impulsa a escribir. Mucho se ha hablado de los motores que llevan a perseguir esa página en blanco con intención de llenarla. La respuesta, desde un punto de vista tradicional, puede tener un par de vertientes. La primera, que se manifiesta casi de inmediato, está relacionada con las obsesiones del autor. Contar es una forma de darles cauce a partir de la narración como si ésta fuera parte de un proceso de psicoanálisis. Se escribe para descubrir las causas, para llegar al inicio y enfrentarse a uno mismo. La segunda posibilidad es la que descansa sobre la necesidad de explicarse el mundo. Estrechamente vinculada con la anterior, las respuestas están más allá de lo que el campo de conocimiento formal puede ofrecer. Es un espectro limitado que precisa ser roto con el fin de llegar a esa verdad. Es así como se opta por el montaje, la simulación. Ahora los personajes cargarán con la responsabilidad de explicar lo que sucede.

Amélie Nothomb (Kobe, 1967) es una autora peculiar. Los inicios de su biografía dan cuenta de ello. Es una belga nacida en Japón por culpa del trabajo de su padre. Vivió sus primeros años en varios países de Oriente antes de saberse poseedora de la nacionalidad impresa en su pasaporte. Esto le provocó una incertidumbre que ha tardado años en resolver, si es que lo ha logrado. Para hacerlo, ha recurrido al que quizá sea el mejor medio existente, la narrativa.

Resulta por demás extraño encontrarse con la autobiografía de una escritora menor de cuarenta años. Mucho más con una serie de libros de corte autobiográfico que cuentan su historia. ¿Acaso no es un acto de soberbia ingresar a ese género a tan temprana edad? ¿Qué puede tener que contar que cautive a los lectores? ¿Es en verdad excepcional su vida, cada una de las cosas que ha vivido? Las respuestas podrían no ser afirmativas. En realidad, podrían tender más a la indiferencia porque su vida no es tan llamativa. ¿En qué radica, entonces, el éxito que acompaña a cada nuevo libro?

En su capacidad de volverse personaje, de conjugar las dos necesidades básicas del narrador. Cada una de sus novelas autobiográficas (El sabotaje amoroso, Estupor y temblores, Metafísica de los tubos, Biografía del hambre y Ni de Eva ni de Adán, todas publicadas por Anagrama), además de algunas otras en las que se sitúa como personaje dentro de la trama, sirven como punto de partida para conocerse a sí misma. En un momento previo a su salida al mercado, estas novelas funcionan como un procedimiento que busca explicarle a la autora la manera en la que su vida se ha desarrollado. Es probable que busque la complicidad con el lector de forma tal que pueda justificar el abandono de la persona amada o sus años de anoréxica aunque disfruta como nadie de la comida. Compartir su potomanía es equivalente a desnudarse. Pero a la distancia, sin movimientos sensuales. Porque la narradora que es, ha logrado convertirse en personaje.

Amélie Nothomb narra determinados períodos de su vida, en primera persona, sin ocultamientos. Al menos eso aparenta. No es así. En estos libros también hay simulación. Porque no logra transmitir la intensidad que contagia con sus otras historias en las que la consigna parece ser provocar. Su biografía es interesante pero repetitiva. Si acaso, ofrece el alcance que pueden llegar a tener las palabras cuando se habla de sí mismo. Pero el verdadero valor de su obra descansa en el resto de sus novelas.

En ellas tiene ocasión de contestarse la pregunta: “¿qué pasaría si…?” Los puntos suspensivos son la pista de despegue de muchos escritores. En el caso de Nothomb, son el acuse de sus obsesiones. Más allá de lo que ha sido su propia vida, parece tener una fijación con la muerte, con los asesinatos. Bastaría con revisar algunos de sus títulos. Desde su primera novela Higiene del asesino, hasta Atentado, pasando por Antichrista se pueden vislumbrar cierta tendencia. Diccionario de nombres propios es un título inocuo. Cómo suponer que, en la primera página, e l lector se encontrará con Lucette, una mujer de diecinueve años que, días antes de tener a su primera hija, decide asesinar a su marido. Plectrude, criada por una tía, tendrá que sobrevivir a un instinto que la obliga a repetir el destino de su madre. En Diario de Golondrina la autora utiliza por primera vez una voz masculina, la de Urbano. Un joven al que dejó de interesarle la vida hasta que se convirtió en un asesino por encargo. Desde ese momento, las emociones que siente cada vez que una bala termina con alguien se van incrementando hasta convertirse en una obsesión que sólo hallará reposo cuando rompa la regla básica de todo asesino a sueldo: nunca relacionarse con la víctima. Aunque, en este caso, el problema es mayor, porque Urbano vive este encuentro después de que ha matado a Golondrina, a partir de su diario. Ácido sulfúrico es, también, una novela provocadora. Secuestradas al azar, varias personas son obligadas a participar de un reality show perverso. Divididos en dos grupos, unos tomarán el control como guardianes mientras los otros serán presos. Pannonique será una de las que viven bajo el yugo de los capos. Con más conocimientos que la mayoría y una belleza arrebatadora, tendrá que utilizar todos sus recursos para salir avante de un infierno que ha alcanzado los cien puntos de rating.

Si es cierto que la narrativa sirve para explicar el mundo, Amélie Nothomb ha descubierto una veta valiosa. No sólo por ser una autora prolífica con una prosa suave y efectiva. También, porque ha logrado convertirse en una autora de culto desde muy joven. Habrá que estar pendientes sobre el alcance de sus obsesiones que, incluso ahora, han comenzado a repetirse y a perder un poco de su fuerza originaria. Tal vez ser personaje no sea tan sencillo como parece.