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En el homenaje, colegas resaltaron la originalidad e importancia para la literatura del poeta

Distinguen con la Medalla Bellas Artes la obra y trayectoria de Eduardo Lizalde

Presidieron la ceremonia Evodio Escalante, Vicente Quirarte y Ernesto de la Peña

 
Periódico La Jornada
Lunes 20 de julio de 2009, p. 7

Por su obra y extensa trayectoria en las letras mexicanas, y con motivo de su cumpleaños 80, el pasado 14 de julio, este domingo se le otorgó la Medalla Bellas Artes al poeta Eduardo Lizalde (ciudad de México, 1929), en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, la cual fue colmada por familiares, colegas, discípulos y amigos.

En un video que se proyectó durante la ceremonia, los poetas Hugo Gutiérrez Vega, Marco Antonio Montes de Oca, Enrique González Rojo y José Ángel Leyva reconocieron la brillantez literaria de Lizalde; mientras, en la sala, los escritores Evodio Escalante, Vicente Quirarte y el maestro y lingüista Ernesto de la Peña destacaron de igual manera la originalidad e importancia de la obra poética del autor de El tigre en su casa.

Con el título El hambre y la saciedad: la poesía de Eduardo Lizalde, el maestro De la Peña disertó en torno a la obra del poeta verdadero, como se refirió al creador homenajeado.

Poeta verdadero

Lizalde –destacó– “ha comprendido que la contradicción es el principio del acierto; que las cosas son simultáneamente su propia negación, y que a fin de cuentas afirmación y negación son términos de una relación superior que escapan a nuestros sentidos y a nuestra capacidad de designación, como se escapa el cubo, el hipercubo, cuyas aristas son a su vez cubos.

“Poeta exigente para los demás y sobre todo para sí mismo, Lizalde se plantea el universo desde su origen metafísico y no detiene su tarea ante cualquier hallazgo.

“La función más inteligente del arte, en especial de la poesía, es añadir entes a la realidad, como si se propusiera poblar de nuevo las innumerables esferas del cosmos.

“El poeta verdadero tiene que estar absorto siempre en sí mismo, sin que esto signifique que no pare mientes en todo lo demás; ha de maridar el acontecer interior y la fiera incitante de lo otro, de los otros. Todo poeta verdadero –abundó De la Peña– tiene una sola verdad que revelar a los demás, pero es definitiva y cambia para siempre la estructura de la comprensión del mundo; el universo cotidiano, los hechos de la vida, el amor, los desmanes, el sexo, la muerte, el olvido, la desdicha y el oprobio son dolidas estaciones en los poemas de Eduardo Lizalde, quien jamás a transigido con la facilidad del enunciado ni ha permitido que sus palabras formen parte de la tribu humana.”

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El autor de El tigre en su casa, durante el homenaje en la sala Manuel M. Ponce en Bellas ArtesFoto Jesús Villaseca

Juicios con precisión de silogismo

En su participación, Quirarte definió al autor como poeta esencial. Recordó a Lizalde como maestro riguroso e inteligente, en un taller público de poesía que, junto con Beatriz Espejo y Salvador Elizondo, realizó en el Museo de San Carlos.

Su manera de exponer siempre estaba coronada con ejemplos que daban a sus juicios precisión de silogismos.

Quirarte, entre otras reflexiones, destacó la importancia de algunos libros del poeta para la literatura: El tigre en su casa, el cual reúne autenticidad y tensión verbal; es despiadado y por lo mismo posee auténtico sentido del humor; Autobiografía de un fracaso, donde el poeta salda cuentas con las ideas políticas y literarias de su juventud, con lo cual demuestra el derecho del artista a contradecirse y rehacerse, y Cada cosa es Babel, manifiesto de la poesía como trabajo que busca el sentido profundo de la materia que enfrenta.

Crítico de Paz

Por su parte, en su papel de moderador, Evodio Escalante recordó a Lizalde como maestro de marxismo, y evocó aquella conferencia en la que criticó la figura de Octavio Paz, cuyo detalle sorprendente fue que entre el público se encontraba el propio Paz. Relación antagónica, que luego se transformó en amistad en la etapa de madurez poética de Lizalde.

En su momento, Consuelo Sáizar, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y Teresa Vicencio, directora del INBA, resaltaron la labor y entrega del poeta, su pasión y responsabilidad; luego, lo distinguió con la presea.

Para concluir, Lizalde agradeció a familiares, colegas y amigos. Celebró los homenajes a José Emilio Pacheco, y reconoció como sus maestros a José Revueltas, a Octavio Paz, a Rubén Bonifaz Nuño y a Alí Chumacero. Eso de ser llamado gran poeta en un continente de tan extraordinarios poetas y en un país de poetas como el nuestro... ya ser llamado poeta es una honra, expresó Lizalde.