Ser indígena en Norteamérica

Educación: cuentas difíciles de pagar

Miryam Yataco

Durante el siglo XX los niños indígenas de Estados Unidos y Canadá, así como Australia, fueron objeto de una de las políticas educativas más crueles en la historia de la humanidad. Los niños indígenas eran arrebatados a sus familias y obligados a asistir a internados para “integrarse a la sociedad oficial”.

En esas escuelas se les prohibía hablar sus lenguas ancestrales, se les separaba de sus padres, de sus abuelos, de sus culturas y se abusaba de ellos psicológica, física y muchas veces sexualmente.

El sistema de Boarding Schools o Internados fue en sí de cárceles, donde se torturó a niños y niñas con una violencia extrema. Es en estos espacios de supuesta ‘escolaridad’ en donde se implementa y afirma la eliminación de las lenguas nativas del Norte de América.

Había que civilizarlos y humanizarlos, y para eso debía de empezarse con los más pequeños, niños y niñas que eran arrancados de los brazos de sus padres vía legislación obligatoria. Se sabe que cuando los niños eran internados por primera vez, si había dos o tres hermanos pertenecientes a una misma familia, se le separaba y se procuraba que su contacto fuera mínimo.

Estas criaturas iban entonces a parar a los internados, donde la idea era eliminar al indígena pero sin matarlo físicamente. La transformación era dirigida a borrar de estos niños la lengua materna, las costumbres y la forma de vestir lo más rápido posible, y crear una imitación de hombre-mujer blanca. Como dice N. Scott Momaday, el gran poeta y escritor kiowa: “Había que eliminar de ellos su lengua, sus costumbres, separarlos de su padres, de su comunidad, de su mundo real”.

En Estados Unidos, se empezó con la de Carlisle en Pensilvania. En Canadá son muchos los internados que no fueron abolidos hasta los sesenta; el último cerró sus puertas en 1969.

El 11 de junio del 2008, el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, pidió disculpas a los indígenas canadienses por los maltratos recibidos. El 13 de febrero de este año, el gobierno de Australia también pidió perdón a los aborígenes por “la generación robada”.

Ahora que se ha establecido la Comisión de la Verdad en Canadá, el gobierno canadiense pide perdón en dos lenguas ––inglés y francés––. Además ofrecen pagar 10 mil dólares a los sobrevivientes que puedan probar su participación en las escuelas, o sea los ex alumnos.

Me pregunto si eso será suficiente, si recibir un dinero y una excusa bilingüe por parte de un funcionario del gobierno ayudará a curar esas heridas del alma. Bien dice una salsa de Rubén Blades: hay ciertas cuentas del alma que son difíciles de pagar.

Miryam Yataco, sociolingüista peruana, trabaja en la Universidad de Nueva York.

 
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