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En el Congreso de Americanistas abordaron sus facetas de editor, indigenista y antropólogo

La verdadera vocación de Rulfo fue la historia, dice hijo del escritor

Entrar a su biblioteca de 15 mil libros es encontrarse con un conocimiento inabarcable, expresó Juan Francisco Rulfo

Pasó del realismo mágico a la realidad de opresión de los indios: Félix Báez

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Instrumentos musicales de Tlahuitoltepec, 1956, imagen captada por la cámara de Juan Rulfo, incluida en la exposición que se presenta en la Universidad Iberoamericana, campus ciudad de MéxicoFoto de Juan Rulfo, propiedad de la señora Clara Aparicio de Rulfo, D.R.
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Juan Francisco Rulfo, hijo del autor de Pedro Páramo, y el antropólogo Félix Báez Jorge, en la Uia, durante la conferencia en la cual disertaron sobre la trayectoria del escritorFoto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Jueves 23 de julio de 2009, p. 3

Juan Rulfo (1917-1986) atesoró en su biblioteca personal 15 mil libros, de los cuales 50 por ciento son de literatura universal, teoría y análisis literarios.

Los ejemplares de historia, alrededor de 3 mil 500, representan 25 por ciento de ese acervo; el resto lo ocupan obras de fotografía, política, música, arquitectura y diccionarios, explicó Juan Francisco Rulfo, hijo del escritor jalisciense, en la Universidad Iberoamericana (Uia), campus ciudad de México.

En el tercer día de actividades del 53 del Congreso Internacional de Americanistas, se realizó la mesa de discusión titulada Juan Rulfo editor, indigenista y antropólogo, en la que el hijo del autor de El llano en llamas destacó el interés de su padre por la historia.

“La verdadera vocación de mi padre fue la historia. En su biblioteca están libros que fueron muy relevantes para él; cada vez que entro en ella, me encuentro con un silencio que avasalla y un conocimiento inabarcable.

Fui testigo del proceso para formar la biblioteca, así que en la Fundación Juan Rulfo nos propusimos realizar un registro de todos los libros.

El escritor jalisciense mostró predilección por los volúmenes relacionados con la historia de México, el desarrollo de las religiones, los mitos y las leyendas, así como los ejemplares escritos por los cronistas y la conquista.

Juan Francisco Rulfo explicó que su padre admiró a los pueblos originarios porque vivían con tranquilidad, sin importar que eran marginados por el gobierno.

Al respecto, manifestó: Él valoraba mucho la riqueza ancestral y la concepción de la vida de los grupos indígenas.

Admiración por los indígenas

En su intervención, Víctor Jiménez, director de la Fundación Juan Rulfo, recordó que en 1980, “cuando el autor de Pedro Páramo me mostró su biblioteca ubicada en un departamento debajo del suyo, me quedé admirado por aquella cantidad de libros y sólo pude decirle: ‘don Juan, tiene usted una muy buena biblioteca’, pero me respondió de inmediato: ‘no, una buena biblioteca es una de historia; yo sólo tengo literatura’. Su hijo ha demostrado que la de Rulfo es una buena biblioteca de historia”.

Jiménez también recordó que en una entrevista en 1982, realizada por periodistas españoles del Diario 16 aseguró: mi verdadera vocación es la historia, lo de la literatura vino como algo que tenía que venir, como una cosa aparte; tantas lecturas que tuve de chico terminaron influyéndome, así que un buen día decidí hacer algo, pero para mí, escribir ha sido por siempre un entretenimiento. Yo no soy más que un accionar.

Humildad y actitud crítica

En su momento, el antropólogo Félix Báez Jorge, director de la editorial del gobierno de Veracruz, se refirió al trabajo que Juan Rulfo desarrolló en el Instituto Nacional Indigenista (INI), en 1962, como responsable de publicaciones.

Rulfo pasó del realismo mágico a otra realidad preñada de tragedia, de soledad, de pobreza y de opresión, que es el mundo de los indios.

Explicó que el escritor y otros intelectuales y creadores como Rosario Castellanos, Alberto Beltrán y Marco Antonio Montero, se sumaron a la tarea que hoy día nos parece mayor por sus injusticias y por la problemática que implica esta cuestión indigenista.

Asimismo, destacó que a lo largo de 24 años, hasta su muerte, don Juan, como prefería llamar a Rulfo, dirigió el Departamento de Publicaciones del INI, encargo en el que siempre lo acompañó la humildad propia de su carácter reservado y su actitud rigurosamente crítica.

En la Uia, campus Santa Fe, Félix Báez Jorge leyó un diálogo entre Fernando Benítez y Rulfo sobre los indígenas mexicanos.

En esa conversación, el escritor jalisciense sostenía que los indios representan un poder político muy pequeño de México, pero de ningún modo desdeñable; de ese potencial se aprovechan los pillos a fin de lograr ascensos.

Interés por los mexicas

A su vez el español Claudio Esteva Fabregat, especialista en ciencias antropológicas, recordó que a Rulfo lo conoció por invitación de su amigo Francisco Zendejas, en una cantina de la calle 5 de Mayo de la ciudad de México.

“Con Juan Rulfo la conversación se enfocaba más en la historia prehispánica y que en la historia mexicana del presente o colonial.

“El gran conocimiento de Rulfo permitía esta comunión, esta unión. En ese tiempo yo trabajaba con el mejor maestro de historia, Wilberto Jiménez Moreno.

“Cada vez que nos reuníamos –prosiguió Esteva Fabregat–, Rulfo me preguntaba sobre la fundación de Tenochtitlán, porque estaba trabajando en la cronología del imperio mexica. El interés del escritor era el México prehispánico y especialmente la cultura náhua.”