Opinión
Ver día anteriorLunes 27 de julio de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Documentar la memoria

Recorte y confección

A duras penas, 2 por ciento

E

n las recetas fondomonetaristas y la práctica de recortar permanentemente el gasto público, los últimos cuatro inquilinos de Los Pinos creyeron encontrar la piedra filosofal para alcanzar el desarrollo nacional. Y tijera en ristre actuaron en consecuencia: Recortemos, por el bien de la patria. Casi 30 años después, el resultado ha sido desastroso, y el maltrecho jinete en turno –el obediente hijo desobediente– va por el mismo camino.

Recortar, según el Diccionario de la Lengua Española, significa cercenar lo que sobra de algo. Lo paradójico del caso que nos ocupa es que siendo el gasto público notoriamente insuficiente para atender las urgencias nacionales, los cinco inquilinos de Los Pinos dicen creer en aquello de la piedra filosofal, a pesar de que en los hechos son los responsables del periodo histórico (1983-2009) con menor crecimiento económico y nulo desarrollo en el México institucionalizado.

Ahorros por aquí, guardaditos por allá y recortes a diestra y siniestra han sido la constante en las últimas tres décadas, mientras el país cae, cae y cae, y su población junto a él. Eso sí, nunca, por ningún motivo, hablan de recortar, sino de ajustar el presupuesto, y entre ajuste y ajuste han hecho la hombrada de que México crezca menos que Haití, que en ese sentido la economía mexicana ocupe la última posición en América latina y que en 2009 se coloque, si bien va, en el escalón número 141 de 152 posibles en el ámbito internacional. Pero no quitan el dedo del renglón, y el doctor Carstens recién anuncia otro ajuste presupuestal, que volverá a pasar factura al bienestar de los heroicos sobrevivientes de esta nación.

Tras el hallazgo de la piedra filosofal, según su propia presunción, ha sido tal el éxito del taller gubernamental de recorte y confección, que la tasa promedio anual de crecimiento económico en casi 30 años a duras penas, con esfuerzo sobrehumano, llegaría a 2 por ciento, una proporción tres veces menor a la que México registró antes del susodicho descubrimiento de tan preciada roca.

Entre los resultados evidentes de la fábrica neoliberal y sus cinco gerentes destaca el voluminoso ejército de pobres, al cual, paradójicamente, las recetas fondomonetaristas y la política de recorte presupuestal amenazaban con reducir a su mínima expresión en unos cuantos años. Al cierre de 2008, más de 50 millones de mexicanos (según información oficial; 80 millones de acuerdo con cifras más certeras) se mantienen en espera de que la alquimia gubernamental les aporte algún resultado. En vía de mientras, deberán renovar su esperanza y esperar a diciembre de 2012, porque Calderón va que vuela para sumarse al ya grueso inventario de sexenios perdidos en lo que ha desarrollo se refiere, como en tantas otras cosas.

Los cinco gerentes, palabras más o menos, han dicho lo mismo para justificar su recetario y sus consecuentes recortes presupuestales. Para documentar la memoria, va un breve paseo por la retórica neoliberal, en el entendido de que los resultados son por todos sobradamente conocidos y padecidos. Comienza con Miguel de la Madrid, para quien el combate de la crisis requería un ajuste económico drástico, que inevitablemente tendría un costo social, pero hubiese sido mucho mayor y mucho más doloroso si el gobierno no hubiese tomado la iniciativa. Ello podría haber conducido a una situación de caos y retroceso. Estos ajustes son dolorosos, pero necesarios para evitar nuevos desequilibrios en las finanzas públicas. Había que tomar medidas duras, a veces amargas, pero necesarias. El desafío, instrumentar estas medidas con equidad para distribuir con justicia el costo social del ajuste, evitando que el peso del combate a la crisis recayera sobre los grupos más desfavorecidos.

Y el modernizador de México, Carlos Salinas de Gortari, festejaba: “Pocos países han realizado un ajuste de tal magnitud en unos cuantos años. Con todo, constituimos ya un México diferente que empieza a cosechar la siembra de su propia transformación. Los mexicanos (…) sabemos que las cosas se hacen ya de manera diferente y que esos cambios toman tiempo y pasan por ajustes que significarán, más pronto que tarde, bienestar para todos, mayores espacios de libertad y democracia, de respeto y esperanza. Así me lo han dicho los miles de compatriotas con los que he dialogado en mis giras semanales por el interior del país. Así lo ratifican las encuestas de opinión a nivel nacional y regional… Estos resultados sientan las bases para dar un paso definitivo a la estabilidad… La reforma nos permite una nueva perspectiva económica, sin agobio de deuda, inflación o déficit; un nuevo horizonte de equidad social, sin iniquidades crecientes”.

Mister Fobaproa, Ernesto Zedillo, celebraba: “Entre más rápido crezca la economía, más pronto se podrán alcanzar las metas para el bienestar social. Por eso, la política económica de esta administración ha tenido el propósito de alcanzar y preservar las condiciones que permitan a la economía nacional no sólo crecer en el corto plazo, sino hacerlo firmemente a lo largo del tiempo… En los tres ajustes (presupuestales en 1998) prevaleció el criterio de afectar en la menor medida posible el gasto social, lo que afortunadamente ha permitido mantener vigentes las principales metas de los programas en apoyo de quienes más lo necesitan. De no habernos ajustado ahora suficiente y oportunamente a las nuevas circunstancias, más pronto que tarde habríamos pagado un costo mucho mayor en términos de pérdida de crecimiento económico y empleo, inflación e inestabilidad financiera. Dejaremos atrás los traumas económicos que se han dado alrededor del cambio sexenal de gobierno desde hace casi un cuarto de siglo”.

El de las ideas cortas y la lengua larga, Vicente Fox, aseguraba que “hemos promovido la convergencia de las políticas económica y social, como la base para construir una sociedad más justa y humana. Sin crecimiento económico, no hay desarrollo humano. El compromiso de mi gobierno es con todas las mexicanas y mexicanos, pero especialmente con quienes viven en la pobreza y en la marginación. Nuestro objetivo es incorporar plenamente y pronto, a todos los marginados y marginadas al proceso de desarrollo, de tal manera que su nivel de vida no dependa de programas asistenciales. Este gobierno no dispensa privilegios; su desempeño está guiado por la legalidad… Este es un gobierno con las manos limpias” (lo dijo primero él).

Y Calderón, lo mismo, pero con acento michoacano.

Las rebanadas del pastel

Resultado: 2 por ciento de crecimiento anual promedio y más de 50 millones de pobres.