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El general Romeo Vásquez aclara que sólo reconoce a Micheletti como presidente hondureño

Zelaya y golpistas mantienen sus posiciones, a un mes del golpe

Aplaza el Congreso la discusión sobre la eventual amnistía que plantea Óscar Arias

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Simpatizantes de Manuel Zelaya en Tegucigalpa exigen con bloqueos y protestas el retorno al país del presidente constitucionalFoto Reuters
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Periódico La Jornada
Martes 28 de julio de 2009, p. 16

Tegucigalpa, 27 de julio. Hace un mes, la noche del 27 de junio, el presidente José Manuel Zelaya Rosales ofreció una cena a diplomáticos acreditados en Honduras y a observadores internacionales. Al día siguiente, muy de mañana, se realizaría una encuesta para preguntar a los hondureños si estaban de acuerdo en la instalación de una cuarta urna en las elecciones de noviembre. En esa cuarta urna los hondureños depositarían su respuesta a una pregunta: si estaban o no de acuerdo con la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente.

Aquella noche, luego de la cena, Zelaya se reunió con algunos de sus colaboradores en el proyecto de la cuarta urna. Tomaron té de manzanilla. Entre los renuidos se encontraban el diputado César Ham, el ministro Enrique Flores Lanza, el embajador Carlos Reyna y el defensor de los derechos humanos Andrés Pavón, entre otros. Alguno de ellos le volvió a insistir en las versiones de que el Congreso y la Corte Suprema preparaban un golpe en su contra: No te preocupés, todo está bajo control.

Algunos de sus colaboradores llevaban semanas alertando al presidente sobre las posibilidades de un golpe de Estado. Andrés Pavón se lo dijo la mañana del 27 de junio y Zelaya se echó a reír: No caigas en rumores, ¡ya ganamos!

Pavón recibió una llamada a las 5:25 del día siguiente. Le dijeron que había disparos en la casa del presidente. Todavía trató de llamarle por teléfono, pero a esa hora Zelaya era sacado en piyama, subido a un avión y echado del país.

El comienzo de negociaciones y jugarretas

Así arrancó la crisis que provocó la condena internacional y unánime al golpe de Estado, el inicio de un juego continental de negociaciones y jugarretas, la exclusión de Honduras de la Organización de Estados Americanos y un mes de marchas y contramarchas en todo el territorio hondureño.

Es seguro, como dicen los zelayistas, que los autores del golpe erraron sus cálculos sobre la reacción internacional. Pero también que ellos subestimaron su propia capacidad de resistencia, porque en los primeros días tras el golpe los dirigentes del Frente Nacional de Resistencia veían difícil aguantar dos semanas. Quizás ese sea su único punto de acuerdo con los golpistas: También equivocaron su cálculo en el frente interno, porque creyeron que al primer tiro todo mundo iba a salir corriendo, dice Pavón.

Aunque ha habido muchas corretizas, y al menos dos muertos, los seguidores del presidente Zelaya siguen en las calles a un mes del golpe de Estado. Hoy, mientras el presidente permanece en Ocotal, Nicaragua, a 25 kilómetros de la línea fronteriza, sus seguidores bloquean dos avenidas importantes de la capital y mantienen plantones de defensa frente a la embajada de Venezuela y Radio Globo.

Del otro lado, el gobierno de facto arrecia la campaña de lodo: alega, luego del decomiso de una libreta al hijo de Carlos Arturo Reyna, cercano colaborador de Zelaya, que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia financian a la resistencia hondureña.

Reyna, desde Ocotal, donde acompaña a Zelaya, rechaza la versión y exige que el presidente de facto, Roberto Micheletti, diga de dónde saca el dinero para pagar 500 lempiras (unos 370 pesos) a cada uno de los asistentes a las marchas blancas.

En ese mismo lugar, Reyna anuncia que gestionan ante el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y las autoridades nicaragüenses, que sus seguidores reciban el estatuto de refugiados, dado que huyen de la represión en Honduras.

A unos kilómetros de ahí, Romeo Vásquez, jefe del estado mayor conjunto de las fuerzas armadas de Honduras, visita el lugar donde Zelaya pisara brevemente suelo hondureño el pasado viernes.

El general Vásquez dedica parte de su día a autoenmendarse, luego de que el fin de semana las fuerzas armadas emitieran un comunicado en el que expresan su respaldo a un proceso de negociación en el contexto del Acuerdo de San José. Dicho acuerdo implica la restitución de Zelaya en la presidencia, la amnistía por los delitos políticos cometidos alrededor del golpe de Estado, la formación de un gabinete de composición y la renuncia del presidente constitucional a cualquier intento de promover una Constituyente, entre otros puntos.

Pero hoy Romeo Vásquez dice que no reconoce otro presidente que Micheletti.

Por otro lado, la sesión está convocada a las dos de la tarde pero arranca después de las cuatro. La asistencia es pobre, apenas poco más de la mitad de los 128 diputados que conforman el unicamaral Congreso hondureño.

La diputada Lorena Herrera ordena distribuir un poema cursi, de un mexicano llamado Emilio Santamaría, titulado Yo te quiero mi Honduras como eres.

La lectura de la correspondencia recibida por el Congreso en los últimos días es tediosa y larga, tomando en cuenta que los diputados sólo se han reunido desde el golpe para aprobar el presupuesto. Están aquí los legisladores que aceptaron la renuncia del presidente Zelaya, contenida en una carta supuestamente firmada por él, de la que los golpistas no han vuelto a hablar. Está también el diputado Wenceslao Lara, quien en la salida de Zelaya ve incluso la posibilidad de que la selección hondureña clasifique al Mundial de Futbol de Sudáfrica.

Antes de pasar al punto importante, los diputados deciden guardar un minuto de silencio, no por los muertos debido al conflicto político en curso, sino por un constituyente de 1981 y la madre de otro legislador. El minuto no es estrictamente en silencio, porque las bocinas del Congreso, resguardado aún por militares, tocan la Marcha Fúnebre, en una grabación cascada que hace más lúgubre el momento.

Finalmente, deciden dar lectura al documento presentado por el presidente costarricense Óscar Arias y ya conocido como Acuerdo de San José. Al llegar al punto de la amnistía, el diputado Lara se levanta de su asiento y alza una pancarta con la foto de Enrique Flores Lanza, ministro de Zelaya, tras unas rejas dibujadas: Amnistía jamás. El diputado pertenece al Partido Liberal (PL), pero la mayor cantidad de aplausos la recibe de los legisladores del Partido Nacional (PN). Las bancadas de ambos partidos constituyen 90 por ciento del Congreso.

El Congreso aplaza su decisión sobre la eventual amnistía, al igual que la Corte Suprema y el Ministerio Público en las partes que les corresponden. Nadie lleva prisa.

Es pronunciarse por algo que no sabemos si vale la pena, porque el presidente Zelaya ya ha manifestado que no le interesa la amnistía, dice Rodolfo Irías, coordinador de los diputados del PN.

Aunque Irías afirma que su partido no ha fijado una posición sobre el tema, adelanta que la mayoría de los integrantes de su bancada están por no favorecer la impunidad bajo ninguna circunstancia.

Aunque la propuesta de Arias se refiere a los delitos políticos cometidos antes, durante y después del golpe por todos los actores involucrados, los congresistas sólo se refieren a Zelaya y sus ministros. No tiene caso, Zelaya le tiró una lápida a esto, remata Irías.

El liberal José Alfredo Saavedra, presidente del Congreso, informa al término de la sesión que una comisión de siete integrantes elaborará un dictamen que será presentado al pleno: Nuestra obligación es someterlo inmediatamente.

San José o la confrontación

Hay que seguir perseverando porque no hay otra salida, la otra es la confrontación, y la confrontación, gane el bando que gane, deja un país dividido, ha dicho el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, en declaraciones ampliamente difundidas aquí.

Insulza asiste este miércoles a la cumbre de presidentes de Centroamérica, Colombia y México que se realizará en Costa Rica, con la asistencia confirmada de los presidentes de México, Colombia, El Salvador, Panamá y Guatemala.

José Manuel Zelaya ha sido invitado pero no ha confirmado su asistencia, como tampoco lo ha hecho su anfitrión Daniel Ortega.

Se espera que la 11 Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla, nombre formal de dicha reunión, tenga como tema central la crisis hondureña. Tras la cita, el presidente Felipe Calderón realizará una visita oficial a Costa Rica.

En tanto, los seguidores de Zelaya siguen llegando a través de cerros y veredas al encuentro con él, y el gobierno de facto mantiene el toque de queda nocturno, que extiende por sexta vez consecutiva en la región fronteriza con Nicaragua. Así, conmemora su llegada al poder con un estado de excepción de 90 horas continuas. Así, con tres mil soldados y policías en la región fronteriza, según las cuentas de los zelayistas. Y con su canciller, Carlos López Contreras, seguro de que el próximo gobierno, que surgirá de las elecciones de noviembre, será reconocido país por país. En una entrevista para la agencia AP, López dice que muchos países mantuvieron relaciones con Cuba cuando fue expulsada de la OEA: Sólo que no tenemos que esperar 50 años, solamente vamos a estar seis meses.