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Bajo la Lupa

Petróleo por préstamos: trasnacionales anglosajonas vs. empresas estatales chinas

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No sería dañino que Pemex explorara la aplicación de la fórmula de petróleo por préstamos. Plataforma de la paraestatal en la sonda de CampecheFoto Notimex
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as trasnacionales anglosajonas se sofocan por el desplome en su liquidez (The Financial Times, 31/7/09), debido tanto a la disminución de sus ingresos como al precio del crudo relativamente bajo, mientras las empresas estatales petroleras chinas han salido de compras al mundo gracias a sus excedentes monetarios.

Se quedaron sin dinero las trasnacionales anglosajones, a las cuales los entreguistas apátridas del PAN, el PRI y el PRD desean regalar lotificado el tesoro del Golfo de México.

El mundo de los hidrocarburos refleja exquisitamente el incipiente nuevo orden geopolítico multipolar, concomitantemente al tsunami financiero global, donde el G-7 y sus trasnacionales petroleras han quedado averiadas por la sequía crediticia cuando la liquidez es emperatriz.

Si es una locura regalar su petróleo y gas al peor postor y al mejor impostor durante el incipiente orden multipolar (esencia de nuestra ponencia en los debates del Senado), constituiría una peor vesania vender activos energéticos cuando las condiciones de compraventa en el mundo han cambiado dramáticamente en favor de los países productores y en detrimento de los importadores: situación que han aprovechado en forma inteligente las empresas estatales chinas para asegurar su abasto energético en el mundo (Wenran Jiang, The Jamestown Foundation, 23/7/09).

En eso versó nuestra ponencia sobre la renacionalización y la desprivatización del petróleo y el gas en el incipiente nuevo orden multipolar, con enfoque latinoamericano, el pasado 29 de julio, durante el foro internacional Por la dimensión social de la energía y el acceso al agua, convocado por el combatiente Sindicato Mexicano de Electricistas.

El autor sobre la estrategia de las recientes compras foráneas de petróleo y gas por las empresas estatales chinas es Wenran Jiang, académico en ciencias políticas en la Universidad de Alberta (Canadá), quien detenta la cátedra Mactaggart de investigación, después de haber sido fundador del Instituto China.

Jiang afirma que los recientes acuerdos con Rusia, Kazajstán, Brasil y Venezuela por un valor combinado de 50 mil millones de dólares de capitales chinos indican que los países productores de petróleo han mantenido el control (¡extrasupersic!) de sus activos. Ojalá y esto lo asimilen Pemex, el PAN, el PRI y el PRD.

China se ha convertido en el segundo consumidor e importador de petróleo, por lo que su gobierno “ha empujado (sic) a sus empresas estatales a implementar una estrategia de salir afuera para asegurar su abasto foráneo de energía”.

Explica que las empresas petroleras chinas, todas estatales, son tres: Corporación Nacional (sic) de Petróleo Chino (CNPC, por sus siglas en inglés), Corporación de Petróleo y Química de China y Corporación Petrolera Extra-Continental Nacional (sic) China.

Llama la atención que Jian no cite a Petrochina, la empresa más rica del mundo en términos de capitalización de mercado, quizá debido a ser una filial de CNPC.

Petrochina –que cotiza en las bolsas de Hong Kong, Nueva York y Shanghai– ostenta un azorante valor bursátil de un millón de millones de dólares, por encima de las trasnacionales anglosajonas, y equivalente al PIB de México entero.

Que conste que México tiene prácticamente una producción equivalente a China, lo cual exhibe la mediocridad del manejo petrolero por los apátridas neoliberales mexicanos frente al talento financiero de los marxistas-maoístas chinos.

No son tiempos de lamentaciones sobre la cataclísmica Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte, sino de exaltar la creatividad de la nueva estrategia que ha establecido China, como importador, con las potencias petroleras productoras y exportadoras –básicamente Rusia, Brasil y Venezuela– bajo la fórmula de petróleo por préstamos.

China da prestado dinero, que le sobra (más de 2 millones de millones en reservas monetarias), a las empresas de los países que requieren de capitales frescos (Rusia, Brasil y Venezuela) para que sigan produciendo la energía que ella necesita y que le será entregada en intercambio.

Esta fórmula ingeniosa es un clásico win-win (ganar-ganar) que garantiza en forma bidireccional tanto el abasto como la producción sin necesidad de vender los activos de las empresas de Rusia, Brasil y Venezuela (en su mayoría estatales y/o en una dinámica renacionalizadora y desprivatizadora).

El gobierno chino preferiría la adquisición de los activos de las empresas de los países productores: una apuesta muy riesgosa que le podría dejar sin energéticos cuando los dueños del petróleo y el gas están conscientes del valor geoestratégico del oro negro (por cierto, un gravísimo error de la entreguista dupla panista Fox-Calderón, que regaló el gas mexicano a la española Repsol, hoy más atribulada que nunca, en especial, después del accidente de su connacional en la Secretaría de Gobernación).

Los chinos no son tan depredadores como las trasnacionales anglosajonas o, por lo menos, entienden mejor los crecientes sentimientos nacionalistas (¡extrasupersic!) evocados por los países productores y el uso (sic) de la energía como un instrumento nacional de política exterior.

Por alguna razón subterránea, los neoliberales mexicanos se empecinan en rechazar al petróleo como arma estratégica de la mayor jerarquía.

Con la magra excepción de algunas adquisiciones (Kazajstán, África Occidental e Irak), China no podrá conseguir su seguridad energética absoluta por la vía de la adquisición total de los activos ajenos. China aprendió humillantemente que no es fácil adquirir los activos petroleros ajenos, ni aún en los mercados capitalistas anglosajones de libre (sic) mercado (v.gr. el caso de la estadunidense Unocal).

Mediante la fórmula creativa de petróleo por préstamos China podrá asegurar una relativa seguridad energética con el derecho a comprar y no el derecho a poseer.

Jiang enfatiza que pese a las condiciones desfavorables del mercado (doble baja del precio y la producción), Rusia, Brasil y Venezuela no han sucumbido a vender alocadamente sus activos, y que China les ofrece una alternativa diferente a los mercados anglosajones, lo que les confiere mayor influencia política (¡supersic!), al reducir su vulnerable dependencia con los compradores existentes (léase: los anglosajones).

No sería dañino que Pemex explorara la aplicación de esta fórmula de petróleo por préstamos y se quite los amarres mentales esclavistas del entreguismo catastral que padece desde la etapa aciaga de Adrián Lajous Vargas, vulgar cabildero de las trasnacionales británicas, a quien sería sano realizar una auditoría ciudadana de su gestión, cuando comenzó la doble debacle conceptual y estructural de Pemex.