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Habla el coordinador de la comisión que organiza los festejos patrios de 2010

La obligación del Estado es elevar el nivel de la educación pública, dice Villalpando

El abogado retoma la Decena Trágica en un libro que publica Diana

De haber sobrevivido la democracia de Madero, los problemas de adaptación hubieran sido hace 100 años, señala

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José Manuel Villalpando, coordinador de la Comisión Organizadora del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, en su oficina, durante la entrevista con La JornadaFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Viernes 7 de agosto de 2009, p. 5

El coordinador de la Comisión Organizadora del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, José Manuel Villalpando, sale al paso de varias críticas y sostiene, por ejemplo, que sí existe una vinculación de las celebraciones con políticas públicas, a tal grado que en 2010 el gobierno federal habrá resuelto por lo menos uno de los varios problemas del país: el acceso de todos los mexicanos a los servicios de salud.

Además, Villalpando, abogado y autor del pequeño libro narrativo La decena trágica: cuando las balas y las traiciones acabaron con la democracia (Editorial Diana), asegura que la comisión que preside sí propicia una reflexión nacional sobre los problemas del país a partir de los 200 años que cumplirá la Independencia y de los 100 a que llegará la Revolución Mexicana.

Conocido por escribir casi una treintena de textos de divulgación sobre temas históricos, Villalpando es además director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, de la Secretaría de Gobernación, y hace unos días asumió la “secretaría pro tempore” del Grupo Bicentenario de Iberoamérica, al que pertenecen 10 países.

Un tema redivivo

–Al parecer, la incipiente democracia que se gestaba durante el gobierno de Madero no se ha repuesto tras la llamada decena trágica, cuando fue cortada de tajo.

–En 1913 la democracia sufrió un golpe muy fuerte que la canceló por no sé cuántas décadas. Y solamente hasta finales del siglo XX volvió a empezar a revivir, a lo que hoy ya tenemos. Y estamos viviendo la adaptación democrática, con todos los problemas que tiene y todas las virtudes que también pudiera tener. Este juego en que hay ya una participación activísima de la sociedad e instituciones democráticas ciudadanas.

Que tiene problemas, indudablemente, pues estamos viviendo lo que debimos haber vivido hace 90 años. Es decir, en los países democráticos, que tienen una tradición seria de participación social y respeto, la gente ya sabe que puede confiar en sus sistemas electorales porque así han vivido siempre. Y nosotros entendemos en realidad muy poco de la vida democrática y la única experiencia lejana es esa de 1913. De haber sobrevivido la democracia que postulaba Madero, los problemas propios de adaptación hubieran sido hace cien años, no ahorita.

–¿Por qué retomar este tema, qué de nuevo hay en un episodio histórico bastante investigado, además que, por ejemplo, acaba de salir un libro de Paco Ignacio Taibo II (Temporada de zopilotes: una historia narrativa de la Decena Trágica)?

–Primero, Paco Ignacio y yo no nos pusimos de acuerdo, lo cual significa que el tema sigue siendo de interés. Segundo, sí es muy investigado, lo conoce cierta gente, pero los jóvenes no. Tercero, sí hay mucho escrito sobre él, pero está en las bibliotecas, donde ya la gente no va. Cuarto, los jóvenes leen de otra manera: libros condensados, breves, fuertes, que tengan una continuidad. Finalmente, hay un derecho generacional de rescribir y reinterpretar la historia. El tema sigue vivo y se vale volverlo a recrear. Paco Ignacio estaría de acuerdo conmigo en que la moraleja es lo fundamental: la importancia de la democracia, de vivir en paz y del estado de derecho, que es lo que Madero postulaba y por lo que perdió la vida.

En qué fallamos

–¿Cuál es su respuesta a las críticas sobre la organización de la conmemoración del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución? Por ejemplo, ¿el no vincular la conmemoración con políticas públicas y organizarlo más como una celebración ligera sin una reflexión nacional?

–No es acertada y sucede al contrario. La política pública que el señor presidente ha indicado, y que va a ser el tema fundamental de la celebración, es el programa de acción social que ha sido único en la historia de México, pues por primera vez se va a saldar una vieja deuda con la población mexicana. Que estamos cargados de problemas, sí, pero por lo menos resolveremos uno: el acceso universal a los servicios de salud, y eso va a ser con motivo del bicentenario.

El señor presidente inició ya una campaña muy fuerte de trabajo en materia de salud. Ya inauguró el primer hospital bicentenario en Tamaulipas, vienen tres más. Y por medio del seguro popular y de todos los servicios médicos del Estado (Salud, ISSSTE, Seguro Social), en 2010, entre septiembre y noviembre, el presidente podrá ya dar finalmente este punto importantísimo de que todos los mexicanos de cualquier nivel socioeconómico, donde quiera que vivan, tendrán acceso a servicios de salud.

Acerca de la necesidad de una reflexión nacional sobre los problemas del país, consideró que sí la hay. Esa es parte de la idea del programa federal del bicentenario. Se trata de provocar, primero, una gran reflexión que parte de examinar no lo anecdótico de los héroes ni los hechos heroicos o de guerra, sino de rescatar el legado de la Independencia y de la Revolución y actualizarlo a lo que hoy necesitamos. En el caso de la Independencia hay dos legados fundamentales: el concepto de libertad y el de igualdad. El señor presidente ha hecho mucho énfasis en que esta parte de igualdad es fundamental.

Y tras hablar de la llaga lacerante de las carencias en educación, planteadas desde el siglo XIX por José María Morelos, agregó: La obligación del Estado es elevar el nivel de la educación pública.

–¿Por qué no se ha logrado en estos 200 años?

–¡Pues eso habrá que preguntárselo a los 200 años! El problema nuestro es que hoy nos toca a nosotros ver qué pasó y hacer lo conducente para remediarlo.

Destacó sobre todo la importancia de ver qué concepto de democracia y de justicia social se tiene en el presente.

–En las que tampoco se ha avanzado mucho.

–Por eso hay que ponernos a pensar a ver en qué fallamos y hoy qué nos toca realizar. Entonces, la gran reflexión y propuesta nuestra, y que estará enfocada a través de los medios de comunicación esencialmente, es pensar nuestra historia, verla como una experiencia que México vivió y sufrió, y examinar por qué no pudimos cumplir con los sueños de Hidalgo, Morelos, Madero y Carranza.

–Y de Emiliano Zapata.

–Y de Zapata. Hay que ver qué pasó, pero tampoco tenemos que lamentarnos mucho. Porque si le echamos la culpa a Victoriano Huerta, pues ya se murió. Lo que falta es qué vamos a hacer nosotros hoy día para mañana. Nosotros también somos personajes históricos y hacemos la historia del futuro. Ese sería el reto.