Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 9 de agosto de 2009 Num: 753

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

9:19 am–12:32 pm
YUNUEN CUENCA

La política de las fantasías conspirativas
MAURICIO SCHOIJET

Música de la música
(200 años de E. A. Poe)

ENRIQUE HÉCTOR GONZÁLEZ

La estafa
JUAN GELMAN

Migración y ciudadanía hoy
RAÚL DORANTES Y FEBRONIO ZATARAIN

Telescopio SASIR: cinematografía cósmica
NORMA ÁVILA JIMÉNEZ

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Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

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LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

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La política de las fantasías conspirativas

Mauricio Schoijet

LA LITERATURA POLÍTICA Y LA SUBLITERATURA DE LAS FANTASÍAS CONSPIRATIVAS

La ciencia y la filosofía políticas surgieron en la antigua Grecia, en obras de sus grandes filósofos, Platón y Aristóteles. En Roma aparece una literatura política coyuntural, de denuncia, que al mismo tiempo incluye las primeras referencias al tema de una conspiración. Desde la Edad Media los teólogos escribieron textos con consejos para ayudar a gobernar a los príncipes cristianos. Sólo con Nicolás Maquiavelo (1469-1527) aparece el discurso sobre la política desprovista de justificaciones religiosas, que continúa en las obras de varios filósofos como Hobbes y Rousseau.

Por supuesto que ha habido conspiraciones, como la que probablemente asesinó al presidente John Kennedy, y una literatura medianamente seria al respecto. Las teorías conspirativas no solamente han sido propuestas por políticos conservadores y fascistas. En el período de 1936 a 1938 en Rusia, el régimen estaliniano desató una gran represión y, para justificarla, se publicó un libro titulado La gran conspiración contra Rusia.

A fines del siglo XVIII John Robison, un oscuro autor escocés, inicia la que podemos llamar una subliteratura de las fantasías conspirativas, con su libro Prueba de una conspiración contra todas las religiones y gobiernos de Europa. En tanto que hasta entonces había habido conspiraciones y denuncias contra conspiraciones, se trataba de grupos a nivel de un Estado nacional o ciudad-Estado. El charlatán generó un cambio cualitativo. Los conspiradores ya no eran un grupo nacional sino internacional, su objetivo la dominación mundial o el mundo civilizado tal como lo veían los europeos, o sea los países más desarrollados de Europa. La organización subversiva era la masonería. Es sabido que en esa época los masones defendían la libertad religiosa y las ideas liberales de la Ilustración. Aparentemente el texto de Robison no tuvo mayor impacto. Las fantasías conspirativas han sido calificadas por el historiador del antisemitismo León Poliakov como una “visión diabólica de la historia”, y están estrechamente conectadas con la política de la paranoia practicada por organizaciones anticomunistas estadunidenses como la John Birch Society y la organización fascista de Lyndon LaRouche.

LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SIÓN : MÁXIMA EXPRESIÓN DE LA LITERATURA DE LAS FANTASÍAS CONSPIRATIVAS

El antisemitismo y la discriminación antijudía retrocedieron después de la Revolución francesa de 1789, pero éste reapareció con fuerza en las últimas décadas del siglo xix , en varios países europeos y en Estados Unidos. El caso más notorio fue el infame proceso iniciado en 1894 contra Alfred Dreyfus, oficial judío del ejército francés que fue acusado de espionaje, y que tuvo repercusión a nivel mundial.

En 1864 el periodista francés Maurice Joly publicó Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, una sátira sobre las ambiciones del emperador Napoleón III, por la que fue encarcelado durante quince meses. En 1868 Hermann Goedsche, un oscuro autor alemán probablemente implicado en actividades de espionaje, publicó una novela en que describió una reunión política nocturna de rabinos en el cementerio judío de Praga.



Los Protocolos de los sabios de Sión son la más difundida versión de la subliteratura de las fantasías conspirativas. En el imperio ruso no sólo se discriminaba a los judíos y a otras minorías étnicas, sino que las autoridades instigaban sangrientos actos de violencia masiva contra éstos, los llamados pogromos. Los Protocolos se publicaron en 1903 en el periódico Znamia, vocero de la autocracia zarista, en circunstancias en que el curso de los acontecimientos preludiaba la revolución que se desencadenó en 1905. Este periódico era un vocero de esta autocracia. Su autoría se atribuye a un periodista, Matvei Golovinsky, quien habría sido instigado por la policía, pero no hay certeza al respecto. Gran parte del texto es un plagio de los mencionados de Joly y Goedsche. Se refiere a una conspiración judeo-masónica que buscaría la dominación mundial. Ataca a todas las ideologías que podrían socavar al orden establecido, por supuesto, al marxismo, pero también al darwinismo, la filosofía de Nietzsche, etcétera; también al sufragio universal y la literatura pornográfica. Le adjudica a los supuestos conspiradores la búsqueda del control de los medios de difusión y de las instituciones financieras, a través de las cuales tratarían de provocar crisis económicas.

La difusión a nivel mundial de este engendro comenzó después de la Revolución bolchevique en Rusia en 1917, y fue seguramente favorecida por la histeria que ésta causó en las clases dominantes en muchos países, no sólo europeas sino también en Estados Unidos, en que en 1920 se desencadenó la campaña masiva de represión contra socialistas y anarquistas conocida como Red Scare (Espanto Rojo), y en Argentina, donde el ejército y la policía desataron la gran represión de la Semana Trágica en 1919, en que fueron asesinados no menos de mil 500 trabajadores. El título de la primera traducción al inglés, publicada en Boston en 1920, es muy significativo Los Protocolos y la revolución mundial. El notorio antisemita Henry Ford financió la publicación de medio millón de ejemplares, pero en 1927, ante una acción judicial en su contra, tuvo que retractarse y pedir disculpas. En Inglaterra se publicó en 1920. En un año se vendieron cinco ediciones. El Times lo reseñó de manera respetuosa, pero un año más tarde lo denunció como un fraude. La traducción alemana fue también publicada en 1920. Hitler la comentó favorablemente el año siguiente. En Italia se publicó en 1921. En la década de 1930 en Suiza y Sudáfrica hubo acciones judiciales contra los editores que lo publicaron en estos países. Una traducción al árabe fue publicada en Palestina en 1926, y otra en Egipto en 1928.

La propaganda nazi introdujo una innovación, sustituyendo la conspiración judeo-masónica por la de la plutocracia judía asociada a la conspiración judeo-bolchevique. Josef Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, trató de justificar la invasión nazi de la Unión Soviética en discursos pronunciados el 21 y 26 de junio de 1941, por la necesidad de defenderse de esta conspiración contra Alemania (Herf, 2006).

En Estados Unidos este desecho es actualmente distribuido por la organización de musulmanes negros de Louis Farrakhan. En Rusia se publicaron varias ediciones después de la caída de la Unión Soviética. También se publicó en Rumania. En Grecia ha sido utilizado en la última década por parlamentarios conservadores.

LA DIFUSIÓN EN EL MUNDO ISLÁMICO

La difusión masiva de los Protocolos en el mundo islámico comenzó después de la independencia de Israel en 1948. Los gobiernos de varios países árabes financiaron ediciones que fueron usadas en las escuelas en Arabia Saudita. En Egipto inspiró series televisivas, y su autenticidad fue sostenida por un periódico gubernamental en 2002. En Siria en 2003 se presentó una serie televisiva de características similares. En Líbano en 1970 estuvo entre los libros más vendidos de no ficción. En 2003 se difundió en ese país una serie televisiva inspirada en los Protocolos. En 1978 se publicó la primera traducción en Irán. También se han publicado traducciones en Pakistán, Malasia, Indonesia y Japón. Turquía parece ser el país que tiene el dudoso honor de haber publicado el mayor número de ediciones, unas cien entre 1934 y 2004.

El engendro es aludido en el documento fundacional de Hamas, la organización fundamentalista islámica que gobierna la Franja de Gaza, y que plantea que los israelíes planean expandirse hasta el Éufrates y el Nilo. Estuvo durante algunos meses en la página web de la Autoridad Nacional Palestina en 2005.

EL BLANQUEO DEL TERRORISMO DE LOS FUNDAMENTALISTAS ISLÁMICOS

En Australia en 2003 una publicación de la rama local de la secta New Age presentó a los Protocolos como auténticos, y sostuvo que los judíos habrían sido responsables del ataque terrorista ocurrido en 2002 en la isla de Bali en Indonesia.

El 7 de diciembre de 2008, Alfredo Jalife publicó en el periódico La Jornada un artículo en el que acusaba a la “banca israelí-anglosajona” de ser responsable del ataque terrorista en Mumbai, con el fin de lograr el retorno de capitales a Estados Unidos, lo que ayudaría a fortalecer el dólar. Un desplegado firmado por varios centenares de judíos y no judíos, y publicado en el mismo periódico el 19 del mismo mes, lo acusó de revivir la retórica de los Protocolos, además de olvidar que una organización fundamentalista islámica que opera en Pakistán reivindicó el ataque. Jalife se defendió en un artículo del 21 de diciembre, acusando a los firmantes de “indultar” los crímenes cometidos por Israel en los últimos sesenta y un años; alegó que el estafador Bernie Madoff manejaba fondos de los servicios secretos israelíes; que la financiera estadunidense Lehman Brothers enviaba grandes sumas a Israel, y que “intelectuales y defensores de derechos humanos de India declararon que la organización terrorista Al Qaeda es un frente de la cia y de los servicios secretos israelíes. Suponiendo que las afirmaciones sobre el estafador y sobre Lehman Brothers fueran verdaderas, no prueban nada. La acusación sobre Al Qaeda requeriría especificar quiénes y cuán confiables son los supuestos intelectuales y defensores de derechos humanos, y en qué hechos, documentos y conjeturas se apoyan. Pero, además, Adolfo Gilly en una carta al periódico del día 22 puso al desnudo la falta de seriedad del manejo de las fuentes por Jalife, ya que la información sobre Madoff fue publicada en un periódico satírico inglés, y que el mismo periódico reconoció que se trataba de una parodia. La respuesta de Jalife, publicada el día siguiente, no desmintió la afirmación de Gilly.

Conclusiones: El terrorismo de los fundamentalistas islámicos es tan real como los sufrimientos de millones de palestinos víctimas de la limpieza étnica, la ocupación y el terrorismo endémico del ejército israelí y los fanáticos que pueblan los asentamientos judíos en los territorios palestinos ocupados. El antisemitismo es condenable como cualquier forma de racismo, dondequiera que se presente, y en este caso es un instrumento para el blanqueo del terrorismo islámico. Ni la violación de los derechos de los palestinos, ni el racismo contra los palestinos dentro de Israel pueden justificar al antisemitismo, que debe ser denunciado y combatido dondequiera que se presente. La propaganda del gobierno de Israel y de organizaciones sionistas que tratan de presentar cualquier crítica a su política como una forma de antisemitismo es también una forma condenable de blanqueo. La persistencia de la propaganda antisemita en los países islámicos, y no sólo en éstos, muestra el atraso intelectual y político de estos países, pero sería ingenuo creer que los efectos del racismo se limitan a los países islámicos. No olvidemos que la forma más horrenda del racismo se dio en la culta y civilizada Alemania, y que en varios países europeos persiste el racismo contra los inmigrantes y contra algunas minorías étnicas.