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Hallan el cuerpo sin vida del periodista Malik Ajmedilov en la caucásica Daguestán

Asesinan en Chechenia a directora de ONG y a su marido; habían sido secuestrados

El gobernante Ramzán Kadyrov se deslinda de la muerte de Zarema Sadulayeva y Alik Dzhabrailov

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Chechenos oran en el poblado de Shalagi durante el funeral de la dirigente de derechos humanos Zarema Sadulayeva y su esposoFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de agosto de 2009, p. 23

Moscú, 11 de agosto. La impunidad en Chechenia –donde son acalladas a tiros las voces que aún se atreven a criticar a las autoridades en esa república norcaucásica, cuya población está inmersa en un generalizado clima de temor impuesto a sangre y fuego– se cobró hoy dos nuevas víctimas entre los cada vez menos defensores de los derechos humanos que, pese a las amenazas, se resisten a cerrar oficinas en Grozny, la capital chechena.

Los cuerpos sin vida de Zarema Sadulayeva, directora de la organización no gubernamental juvenil (ONG) Spasiom Pokoleniye (Salvemos esta Generación), y de su marido, Alik Dzhabrailov, colaborador de la misma, fueron hallados con varios impactos de bala en la cajuela de su automóvil en Chernorechie, en las afueras de Grozny, la capital.

Los activistas fueron secuestrados ayer por cinco hombres enmascarados –tres con uniforme de camuflaje y dos vestidos de civil–, quienes a las dos de la tarde irrumpieron en las oficinas de la ONG en la calle Mayakovsky, en el centro de Grozny.

Según testigos, los secuestradores se llevaron a la pareja en un coche con placa chechena, que no se tomaron la molestia de quitar, mientras uno de los atacantes los siguió al volante del automóvil de los activistas, en el que horas después aparecieron asesinados.

Ante la denuncia de su desaparición, presentada por sus compañeros en la delegación más cercana, minutos después de ocurrido el secuestro, la policía chechena nada hizo para intentar localizar esos dos vehículos, no obstante que disponía de las placas de ambos.

Desde hace siete años, la ONG que dirigía Sadulayeva ofrecía diversos programas de rehabilitación física y sicológica a niños y jóvenes chechenos, no mayores de 21 años, que sufrieron mutilaciones por minas y otros proyectiles en las dos guerras ruso-chechenas en los años 90 e inicios de la presente década.

El anterior director de la ONG, Murad Muradov, también fue asesinado. En 2005 desapareció en Grozny y, tras días de angustiosa búsqueda, familiares suyos pudieron recuperar su cuerpo, casi irreconocible por las torturas, abandonado en las afueras de la ciudad.

El gobernante checheno, Ramzán Kadyrov, quien hasta ahora goza de la protección absoluta del Kremlin a cambio de su tan proclamada como formal subordinación a Rusia, se deslindó de inmediato del asesinato de Sadulayeva y Dzhabrailov.

En declaraciones a la agencia rusa Interfax, Kadyrov dijo estar indignado por el doble homicidio, que calificó de crimen cínico e inhumano, y deslizó la hipótesis de que pudieran haber matado a los activistas por venganza de sangre ya que, según sus datos, Dzhabrailov fue combatiente separatista y podría estar vinculado a muertes de chechenos.

Siempre que aparece muerto alguno de sus críticos, Kadyrov lo atribuye a grupos interesados en desacreditar a su gobierno pro ruso. Hace menos de un mes dijo lo mismo en relación con el brutal homicidio de Natalia Estemirova, valiosa colaboradora en Grozny de Memorial, prestigiada ONG de derechos humanos.

El sábado anterior, en declaraciones a una emisora europea y después de que Memorial lo acusó de estar detrás de ese asesinato, Kadyrov habló de Estemirova en otros términos y, como es habitual en él, se refirió a sí mismo en tercera persona: ¿Por qué Kadyrov querría matar a una mujer que nadie tomaba en serio? Sólo propagaba mentiras, era deshonesta.

En el Cáucaso del norte los crímenes a críticos de las autoridades no son exclusivos de Chechenia. El periodista Malik Ajmedilov, reportero del periódico Hakikat (La Verdad), también fue encontrado sin vida este martes, tras recibir un balazo en el abdomen, en el interior de un automóvil, en las afueras de Majachkalá, capital de la república de Daguestán.