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Evocaron al fallecido escritor veracruzano y notable creador de inmoralejas

Francisco Liguori nunca abandonó el aguijón certero del epigrama

Presentaron libro de Díez de Urdanivia que recopila parte de la obra del humanista

Ese repaso historiográfico del humor vérsico es jocundo y está bien documentado, dijo Raymundo Ramos

 
Periódico La Jornada
Sábado 15 de agosto de 2009, p. 4

Como cronista rimador, humanista y humorista, creador de las inmoralejas y gran epigramista, así fue recordado el maestro y escritor veracruzano Francisco Liguori Jiménez (1917-2003), en la presentación la noche del jueves en el Club de Periodistas del libro Pancho Liguori: presencia de un poeta en el mundo del humor, en el que Fernando Díez de Urdanivia recopila parte de su obra.

Liguori fue un “abogado inteligente que nunca ejerció pese a su sapiencia legal y dedicó –hasta su jubilación– su vida a la enseñanza de la literatura en la Escuela Nacional Preparatoria de la Universidad Nacional Autónoma de México”.

Durante muchos años junto con el lingüista Arrigo Cohen y Ernesto de la Peña, entre otros, Liguori participó en la sección Sopa de Letras de los programas de televisión Sábados del Trece y Sábados con Jorge Saldaña.

Nemotecnia del verso

Como epigramista a Liguori se le considera “heredero y colega de José F. Elizondo, Carlos León y Tomás Perrín. Sus crónicas rimadas aparecían los sábados en televisión y eran reproducidas los jueves siguientes por la revista Siempre!

En el acto se evocaron diversas anécdotas, la afición de Liguori por los libros, las letras y visitas a bares y cantinas y se recordaron singulares epigramas jocosos subidos de tono.

Respecto del libro, publicado por editorial LUZAM, es más que un estudio fundamentado y crítico de la obra de Liguori y una antología de sus epigramas, apuntó Raymundo Ramos en la presentación.

El repaso historiográfico del humor vérsico es jocundo y está bien documentado, desde la génesis y actualidad del epigrama hasta un somero muestrario del don epigramático en México y España.

Liguori, abundó Ramos, “fue siempre un continuo de ingenio, amistad y humor benéfico, por eso nunca abandonó el aguijón certero del epigrama, aun cuando su talento también cultivaba la forma ceñida del soneto clásico.

“El prestigio oral de oírle decir a Pancho epigramas propios o ajenos es privilegio de la memoria auditiva, a veces, imposible de rescatar en el verso escrito, por el énfasis de una voz bien timbrada que, al final de la estrofa, se reía de su propio ingenio y con él nosotros, que nos esforzábamos por guardar en la memoria la nemotecnia del verso.

“Pancho Liguori tuvo dos periodos epigramáticos: uno oral, memorioso y clandestino (el mejor) y otro escrito, organizado y público (el que ha perdurado más).

Con variantes léxicas, como es natural en los traslados de la oralidad a la escritura, Díez de Urdanivia compila lo más significativo del autor. Lea el libro quien quiera aprender y acidular el humor, recomendó Raymundo Ramos.

Métrica, ritmo y rima

En su momento Leonardo French, compañero de Liguori en Sopa de Letras, entre diversas anécdotas destacó que Liguori fue de hecho y de derecho el creador de las inmoralejas, parodias rimadas de máximas, consejas populares o refranes.

Hay varios ejemplos suavizados de las mismas en el libro, el cual, concluyó French, sirve también como obra de consulta para todas aquellas personas que deseen conocer en profundidad, la estructura clásica de un poema, la métrica, el ritmo y la rima.

Un juicio cabal de lo que fue Pancho Liguori es mirarlo como poeta, muy por encima del versificador fortuito, concluyó por su parte el autor del libro, Fernando Díez de Urdanivia.