Opinión
Ver día anteriorDomingo 16 de agosto de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La hondura de nuestra crisis
E

ste viernes se dieron a conocer los datos sobre la evolución productiva de Estados Unidos al mes de julio. Sí, en esta ocasión es cierto. Lo primero que sobresale, realmente, es el freno de la caída de su producción industrial. Ahora sí podemos decir que en el mes de julio ésta ya no cayó con mayor profundidad que en junio. Pero –cuidado– de que cayó, cayó. Sin embargo, la caída de julio respecto del mismo mes de 2008 fue ligeramente menor (menos negativa) que la de junio también de 2008.

Además –dato nuevo–, la producción de julio fue ligeramente mayor a la de hace un mes y también a la de hace dos meses. Pero no más. Moderemos nuestro optimismo. Todavía fue menor a la producción de abril, marzo y febrero. En realidad, menor a la de los 125 meses anteriores. Sí, esta ligerísima recuperación de la producción industrial de nuestros vecinos nos sitúa apenas en el nivel del verano de 1998, hace exactamente 11 años. Así de fuerte es el retroceso productivo de la economía más poderosa del mundo. Este indicador de julio permite sospechar que puede estar pasando lo peor. Pero, precaución. No nos engañemos ni dejemos engañar. En octubre de 2008 parecía que la producción industrial mejoraba, pero en noviembre volvió a caer incluso más, y así siguió otros siete meses.

Hay que ser precavidos con el optimismo. ¿Por qué? Porque seguimos en el sótano. No más al fondo, pero no menos. Y digo seguimos porque nuestra producción industrial y, en general, nuestra economía dependen como ninguna en el mundo –sí, en el planeta– de lo que le pase a la industria estadunidense. Esto de seguir en el sótano lo confirma el otro indicador privilegiado que nos muestra la tremenda capacidad de producción ociosa en el vecino país. Sí, la capacidad industrial utilizada en el mes de julio también fue ligerísimamente mayor (medio punto porcentual) que la de julio y representa una caída menor respecto de julio de 2008, que la del mes pasado respecto de junio también de 2008. Pero, de nuevo, no exageremos. No sólo porque al igual que el nivel de producción, en octubre de 2008 había experimentado una mejoría que no duró más de un mes. También porque el margen ocioso de los activos industriales sigue siendo enorme: 31.5 por ciento. ¿Se imagina estar pagando la hipoteca de una vivienda –casa o departamento– con seis cuartos, dos de los cuales no necesita para nada? Algo así sucede en la industria vecina desde hace cuatro meses. Y a pesar de la mejoría de julio, todavía vive un sobrequipamiento muy alto y muy costoso. Y es que el nivel de la producción, que es respaldado por una demanda solvente, es mucho menor al que la capacidad podría atender. De nuevo un ejemplo. Usted tiene tres taxis que adquirió a crédito para dar servicio. Uno de ellos, nuevecito, lo tiene permanentemente estacionado. ¿Por qué? Porque salió varios días y no sacó ni para la gasolina. Sólo hay usuarios para los otros dos. Y no es que no haya personas con necesidad de abordar su tercer taxi. No. El problema es que no tienen para pagarle. ¿Por qué? Porque forman parte de los millones –sí, millones– que se han quedado sin empleo en los últimos dos años. Así de simple. Y apenas tienen para comer.

Otra buena noticia es que por tercer mes consecutivo se ha frenado el ansia de seguir comprando e instalando fierros, denominado así, coloquialmente, el fenómeno de la inercia de instalar e instalar capacidad (compre y compre taxis –incluso a crédito–, aunque no haya usuarios, para retomar el ejemplo) en la industria estadunidense. ¡Así funciona el capitalismo! En todos lados, incluido México. ¿Estamos saliendo de la crisis? ¿Superamos lo peor? Es pronto para decirlo. Pero no es mala noticia que la industria estadunidense no haya caído más en julio y que su capacidad ociosa no haya crecido más. Sin embargo, por la hondura de la pérdida de riqueza en los hogares estadunidenses, derivada de la terrible crisis inmobiliaria que los condujo a un sobrendeudamiento terrible nunca antes visto, se considera que la recuperación será lenta, muy lenta. Incluso, hay quienes aseguran que por eso mismo –por la crisis de endeudamiento de los hogares estadunidenses– hay posibilidades de una recaída. Esto implicaría que en agosto, septiembre y octubre, por ejemplo, nuevamente cayera el nivel de la producción industrial y se incrementara el margen de capacidad industrial ociosa, con todos sus efectos nocivos. Entre ellos, retrasar aún más nuestra recuperación económica. ¿Cuánto? Ya hay voces que hablan de cuatro a cinco años, inclusive sin esa recaída estadunidense.

Es decir, entre 48 y 60 meses para recuperar el nivel económico que se tenía a finales de 2007. Por cierto, todos los personeros gubernamentales han sido capaces –¡vaya que lo han sido!– de explicar el origen externo de la crisis. ¡Escúchelos todos los días! Ninguno –de verdad ninguno– explica por qué México es el más afectado de todos los países de América Latina. Estamos pagando el fortísimo vínculo, la tremenda dependencia y la prácticamente absoluta concentración con la economía de nuestros vecinos. A ellos, por cierto, también les dimos casi todo el petróleo de Cantarell, el agonizante Cantarell. De veras.

NB. Profundo dolor por la agresión callejera a nuestros académicos del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. La muerte de nuestro compañero Salvador Rodríguez es terrible. Un fuerte abrazo a su familia. Otro a Carlos Bustamante y a todos los compañeros del instituto. Todos esperamos justicia.