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Bajo la Lupa

¡En EU no se sabe adónde fueron a parar los 787 mil mdd del rescate bancario!

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Imagen del 25 de septiembre de 2008, en que se aprecia el letrero de la calle Wall Street sobre el fondo de la bandera estadunidense desplegada en la Bolsa de Valores de Nueva YorkFoto Ap
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ntecedentes: en el transcurso del hundimiento del Titanic financiero neoliberal en Estados Unidos sería muy cruel exigir la contabilidad formal sobre el destino final de los 787 mil millones de dólares de su rescate bancario (conocido técnicamente como TARP, por sus siglas en inglés) a sus autoridades hacendarias de la Reserva Federal y de la Secretaría del Tesoro.

A la indagación de un alerta legislador, el inepto gobernador de la Reserva Federal, Ben Shalom Bernanke, replicó ignorar el destino de los 500 mil millones de dólares en swaps ofrecidos en ayuda a sus países satélites en ascuas, incluido el México neoliberal (ver Bajo la Lupa, 29/7/09).

A propósito, en el México neoliberal, de cuentas y cuentos alegres como su tutor financiero neoliberal Estados Unidos, van tres presidentes consecutivos que evaden iniciar (literal) la auditoría del rescate bancario del Fobaproa/IPAB.

La auditoría cordobista-zedillista del auditor canadiense sin visa ni vista Michael Mackay –por cierto, avalada por el entonces legislador panista Calderón Hinojosa, y luego avalada por el transparente Fox (quien, con su familia, se benefició del rescate)– fue una vulgar opinión relativamente subjetiva: una evaluación estimativa muy somera de los beneficiarios objetivos (la parasitaria cleptoplutocracia local) de la quiebra bancaria.

Lo real es que en México, 15 años después, la ciudadanía ignora el origen y destino del rescate bancario del México neoliberal (que en el trayecto se quedó sin banca nacional), lo cual parece consistir en una práctica de prestidigitación contable muy común en el seno de los miembros del calamitoso ASPAN.

Hechos: nada menos que Elizabeth Warren, quien encabeza el panel de vigilancia del Congreso encargado de monitorear el rescate bancario, confesó a Joe Scarborough (quien conduce el programa muy visto Morning Joe, de MSNBC, curiosamente propiedad de la poderosa trasnacional General Electric) que se desconoce todavía en gran medida el paradero del magno salvamento financiero ocultado en las cuentas invisibles (off-balance sheet) de los bancos: en su aplastante mayoría los activos tóxicos que nos llevaron a este punto (sic) todavía se encuentran en los estados contables de los bancos.

Elizabeth Warren advirtió sobre el inminente advenimiento de una nueva crisis comercial hipotecaria, que ha puesto al borde del abismo al sector bancario, en particular, a los pequeños, que han estado quebrando a pasos acelerados.

Las explosivas confesiones de Elizabeth Warren han sido difundidas profusamente por The Huffington Post (12/8/09), del que ella es asidua colaboradora.

No faltarán quienes aduzcan malignamente que a la polémica greco-estadunidense Arianna Stassinopoulos, dueña del aguerrido portal de corte conservador The Huffington Post, le brota el rencor por las heridas debido al desfalco cuantioso que sufrió su no menos controvertido ex marido Michael Huffington (el texano ex petrolero y ex representante del Partido Republicano, sumado de empresario cinematográfico) a manos del siniestro Grupo Carlyle, controlado por el también texano nepotismo dinástico de los Bush. ¡Ya empezó el pleito financiero intratexano en el seno del Partido Republicano!

Solamente los neófitos, los cándidos, los desinformadores y quienes desean ser engañados a su cuenta y riesgo creen el alza milagrosa de las bolsas, sin soporte tangible, en especial de Wall Street que, a nuestro humilde entender, puede sufrir una estrepitosa caída al cierre fiscal de octubre.

La cleptopluotocracia bancaria, encabezada por Goldman Sachs (el omnipotente banco de inversiones apuntalado por la triada de Timothy Geithner, el secretario del Tesoro; el gobernador Ben Shalom Bernanke, y el consejero ecónomico de Obama, Larry Summers) no le hace el más mínimo caso a Elizabeth Warren para reconciliar (sic) su vergonzoso estado contable.

Por lo menos –a juicio de Elizabeth Warren– se desconoce el paradero de la mitad de los 700 mil millones de dólares: ni el Congreso preguntó ni los bancos explayaron cómo dispondrían del monto. Conste que nos encontramos a inicios del siglo XXI y en el país que se ostenta alucinantemente como el más virtuoso, transparente, democrático, libre y respetuoso de las garantías individuales, en particular, de sus contribuyentes, quienes todavía no acaban de financiar, como tortura sisifiana, a sus cleptomaniacos verdugos banqueros, los peores enemigos del género humano.

En forma ingeniosa, Elizabeth Warren comparó a Tim Geithner con los jugadores de los casinos quienes apuestan pequeñas porciones del dinero del rescate en varios puntos de presión económica. Geithner solamente intenta llenar los agujeros negros de la contabilidad invisible como en un tipo de apuesta de 2 dólares en todas las mesas de juego de Las Vegas.

Además de su destacada responsabilidad de vigilante del Congreso, Elizabeth Warren, de 60 años de edad, no es una improvisada: experimentada profesora de la Cátedra Leo Gottlieb de Leyes de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard, donde enseña bancarrota, leyes contractuales y ley mercantil.

Hace un poco más de tres meses, la revista Time colocó a Elizabeth Warren entre las 100 personas más influyentes del mundo. Pues ni así le hace caso la cleptoplutocracia bancaria de Wall Street, que se ha de carcajear de sus méritos académicos y profesionales sobre bancarrotas.

Mis amigos banqueros de Beirut (quienes son considerados entre los mejores del mundo, por no haber sido seducidos por los cantos de las sirenas especulativas ni haber apostado alocadamente a los derivados financieros) me han comentado que en realidad únicamente 15 por ciento del total del rescate bancario por 787 mil millones de dólares fue canalizado para estimular la economía de Estados Unidos, y el restante 85 por ciento fue deglutido por la banca de Wall Street con el fin de salvarla de la presión de sus juegos especulativos con los derivados financieros. Gran parte del dinero del rescate fue a parar a la bolsa, lo que explica su alza artificial, para diluir infructuosamente sus incobrables e incontables (en el doble sentido) activos tóxicos. ¡La triada Bernanke-Geithner-Summers le tomó el pelo a Obama, un verdadero novato en finanzas y en economía!

Todo el ilusionismo prestidigitador de la cleptoplutocracia bancaria de Estados Unidos, al unísono de sus controlados multimedia (con sus justas excepciones), tendrá que inventar nuevos artilugios, después de haber agotado todos sus recursos mágicos y bancarios, con el fin de impedir el rebrote pandémico de una enésima crisis financiero del modelo neoliberal que bulle entre los rescoldos del presente rescate bancario, cuando está a punto de explotar la necesidad de otro salvamento por 800 mil millones de dólares adicionales del trío tóxico: la aseguradora AIG (cuyo macabro historial se encuentra pendiente de exhumar) y las dos hipotecarias paraestatales Fannie Mae y Freddie Mac, según The Economist (13/8/0), portavoz del neoliberalismo global, quien afirma se encuentran en peor estado de descomposición que los bancos y las automotrices de Estados Unidos.