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El pacto pretende reducir la dependencia de ambos países ante Estados Unidos

México y Brasil temen que miedo de empresarios frene un tratado comercial
Enviada
Periódico La Jornada
Martes 18 de agosto de 2009, p. 15

Brasilia, 17 de agosto. Los presidentes de México y Brasil, los dos países más grandes de América Latina, impulsarán un acuerdo de libre comercio bilateral aunque reconocieron que antes deberán superar el miedo y la desconfianza que este instrumento suscita entre los empresarios de ambos países.

De su primera visita de Estado a Brasil, el presidente Felipe Calderón obtuvo el compromiso de apoyar el tratado, que desde ahora bautizó como el próximo G-2, y que su homólogo Luiz Inacio Lula da Silva presentó como una forma de restar la dependencia de los latinoamericanos hacia Estados Unidos.

Así, los gobernantes de los dos países que han sido vistos como los hermanos mayores de la región apostaron por el libre comercio. En el Palacio de Itamaraty, donde Lula despacha mientras sus oficinas en el Palacio de Planalto son remodeladas, el brasileño remarcó que Calderón todavía tiene tres años y cuatro meses como presidente y a él le queda un año y tres meses y medio. Entonces se mostró confiado en que tenemos un periodo extraordinario para hacer lo que no se ha hecho en la relación.

Actualmente Lula está inmerso en su proceso de sucesión y de hecho, no ocultó su enojo cuando una reportera le preguntó sobre el escándalo de corrupción del ex presidente y senador José Sarney, su otrora opositor y ahora aliado político, con quien por cierto Calderón ya se reunió aunque no lo tenía programado.

Concluidos sus dos encuentros, Calderón y Lula resaltaron que son amigos y se mostraron convencidos de las bondades del comercio para enfrentar la crisis económica.

Lula consideró inconcebible que dos países, uno de 110 millones de habitantes y otro de 200 millones, que en total suman 300 millones, y con un producto interno bruto similar, tengan un flujo comercial de 7 mil 400 millones de dólares. Eso no es nada.

El sueño del brasileño, según expresó, es que México tenga una mirada volcada con más intensidad a América Latina y al Sur y también con un Brasil más volcado a América Central, al Caribe y a México.

Ante la desconfianza y el miedo que, dijo, suscita el tratado de libre comercio entre los empresarios de ambos países, el brasileño buscó convencer con el argumento de que la crisis económica obliga a los países a diversificar sus socios comerciales. Puso de ejemplo a empresas mexicanas que tienen 17 mil millones de dólares invertidos en Brasil y les pidió que multipliquen su presencia en México.

Mientras México depende en buena parte de su comercio con Estados Unidos, Lula presumió que gracias a Dios su balanza comercial está diversificada. Señaló, por ejemplo, que sus intercambios han crecido 400 por ciento con África y 500 por ciento con el mundo árabe.

En este tema, Calderón hizo un mea culpa al plantear que la crisis impactó más en México por su dependencia de Estados Unidos, y por eso justificó el proyecto de México de buscar inversiones de partes de mundo diferentes a América del Norte, como Brasil lo ha hecho exitosamente.

En su hoja de ruta para lograr que haya más de México en Brasil y más de Brasil en México, expuso que deberán explorar inconvenientes y alternativas para concretar el acuerdo tanto con sus sectores productivos, como con los congresos y con la reglamentación de cada país.

Ambos presidentes, que fueron anfitriones del despuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, insistieron en rechazar el golpe y acogieron con esperanza la designación de la misión de cancilleres y el secretario general de la Organización de Estados Americanos, que próximamente visitará Tegucigalpa.