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Bajo la lupa

La geopolítica del litio y el carro híbrido: momento estelar de Sudamérica

C

omo consecuencia de la crisis energética global, las entidades deficitarias en hidrocarburos –Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y, en menor medida, China e India– buscan desesperadamente fuentes alternativas para lanzar masivamente el carro eléctrico híbrido, donde el litio jugaría un papel preponderante.

¿Opera EU la transición energética a otro tipo de combustibles para depender geopolíticamente menos de los pletóricos hidrocarburos en la región del Golfo Pérsico?

Stratfor (17/8/09), centro de pensamiento texano vinculado al Pentágono y a Israel, consagra un análisis de corte geopolítico al carro eléctrico híbrido y a la utilización de la batería a base de litio que le otorgará gran poder a Sudamérica, en general, y a la región andina de Bolivia, Chile y Argentina, en particular, donde se concentran las mayores reservas del metal alcalino, por cierto, altamente inflamable.

Las principales automotrices del planeta todavía sin quebrar han empezado a adoptar el vehículo eléctrico híbrido que anuncia una carrera por el control de las fuentes planetarias del litio para producir sus baterías.

Stratfor, defensor a ultranza de los intereses trasnacionales israelí-anglosajones, emprende la apología del litio –del que existen pocos depósitos en el mundo–, primordialmente en Sudamérica: la más eficiente materia prima para la producción de baterías. Remata Stratfor que conforme la demanda se incremente los países con grandes depósitos –Bolivia, Chile y Argentina– jugarán un mayor papel en la economía global.

¿La instalación de las siete bases militares estadunidenses en Colombia, al unísono de la balcanización de varios países vecinos, forma parte del jaque bélico de Washington a los hidrocarburos y a los metales estratégicos, como el litio, de Sudamérica?

Stratfor abulta las preocupaciones (sic) globales sobre la seguridad energética y las emisiones de carbono que se han disparado, y publicita el uso de los vehículos híbridos que combinan fuentes de poder eléctrico y de gasolina. La electricidad provendría de la fuente de litio.

No sólo Bolivia, Chile y Argentina subirán al estrado estelar del litio, también aquellas naciones que posean la tecnología para el procesamiento y la manufactura de baterías tendrán un ascenso significativo, según Stratfor, para quien pocas empresas poseen la tecnología para procesar el litio: siete en Japón, dos en EU y una en China, aunque la parte más especializada (la producción de la sal electrolítica: el hexafluorofosfato de litio) solamente la detente Japón (en Okayama y Osaka). Stratfor empuja a la complementariedad de Japón y Chile: los centros tecnológicos de Japón y las minas de litio de Chile serán cada vez más importantes en la economía global.

Ahora sí que hay que tomar con cautela las cifras de 2008 sobre las reservas estimadas y probadas de litio que difunde generosamente el centro geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés). Las reservas estimadas de los cinco primeros países a escala global: 1. Bolivia, con 5.5 millones de toneladas (MdT); 2. Chile, 3 MdT; 3. Argentina, 2 MdT; 4. China, 1.1 MdT, y 5. Brasil, 900 mil toneladas.

Llama la atención que Bolivia no exhiba producción alguna ni tenga reservas probadas, mientras que tanto Chile como Argentina ostenten las mismas reservas probadas que las estimadas.

En el presente, el níquel –cuyas reservas principales se encuentran en Australia, pero sus máximos productores son Rusia, Canadá e Indonesia– constituye el material para las baterías muy caras del carro eléctrico híbrido, y pronto, augura Stratfor, será desplazado por el más barato litio.

El porcentaje de la producción anual mundial de litio, según Stratfor –que extrañamente excluye a EU–, coloca a Chile en primer lugar, con 43.9 por ciento, seguido de Australia, con 25.2; China, 12.8; Argentina 11.7, y con un solo dígito Canadá, 2.6; Portugal, 2.1, y Zimbabwe, 1.1.

Queda claro que, desde el punto de vista tecno-geoeconómico, la anglósfera de Estados Unidos y Gran Bretaña domina el mercado del litio con más de 70 por ciento de la presente producción en Chile (enclave anglosajón desde Pinochet), Australia y Canadá. Lo que oculta malignamente Stratfor es que la empresa privada Sociedad Química y Minera de Chile, SA (SQM), no solamente produce casi la tercera parte de carbonato de litio en el mundo, sino que, peor aún, está controlada por el sobrendeudado Julio Ponce Lerou: ex yerno de Pinochet (Forbes, 30/10/08). La canadiense Potash Corp. posee 32 por ciento de las acciones (igual que el grupo pinochetista), y debido a la sobredeuda de Ponce Lerou en cualquier momento se apodera de SQM en forma triangulada, si es que no se encuentra hipotecado tras bambalinas.

Stratfor ensalza a Chile (el paradigma del modelo neoliberal de la dupla anglosajona en Latinoamérica) y desprecia a Bolivia (con mayor ahínco, después de la nacionalización de sus hidrocarburos y su pertenencia a la Alba).

Nos detenemos en algunos de sus comentarios sobre Bolivia, que no produce litio, aunque algunas veces (sic) sea llamada la Arabia Saudita del litio, por contener casi 50 por ciento de las reservas estimadas, principalmente ubicadas en el salar de Uyuni. Refiere que sus reservas han atraído la poderosa atención de Sud-corea, Japón y Francia, y se rumora (sic) que también de China.

Stratfor coloca el consabido obstáculo neo-tecno-colonial: poseer un recurso no significa que pueda ser llevado a los mercados a un precio razonable.

Mediante piruetas climatológicas, Stratfor abulta la importancia del salar de Atacama (Chile), frente a los equivalentes de Argentina (salar de Hombre Muerto) y Bolivia (salar de Uyuni) y acribilla sin misericordia a esta última por carecer de infraestructura establecida, por lo que cualquier inversión seria (sic) en Uyuni requeriría un gasto cuantioso que, combinado al clima altamente hostil a las inversiones, no tendría garantía de que sea capaz de atraer grandes capitales para desarrollar sus reservas.

Fatalista por conveniencia, Stratfor descalifica el objetivo del gobierno boliviano de convertirse en centro de procesamiento del litio, además de que Bolivia nunca (¡súper sic!) sería gran productor, por lo que del corto al mediano tiempos, Chile continuará a dominar (sic) los mercados globales del litio.

La adopción del litio no será inmediata, porque tampoco será sencillo desplazar los grandes intereses de las trasnacionales anglosajonas de los hidrocarburos (la quintaesencia del caduco orden mundial unipolar), por lo que EU y Gran Bretaña han optado por lo que denominamos la transición energética con todo tipo de subterfugios sobredimensionados (v.gr. el cambio climático y la emisión de carbono), mediante los cuales pretenden recuperar la iniciativa y el control energéticos (de cuya agenda forma parte la nueva geopolítica del litio) que perdieron en la antigua Mesopotamia.