Opinión
Ver día anteriorLunes 24 de agosto de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
Manolo, dueño de la México
M

anolo Martínez a diez años de su muerte sigue vibrando en la Plaza México. Dueño y señor del toreo en México, de los años 70 hasta los 80. La fiesta toda movíase a su capricho y no había otra voluntad que la del diestro regiomontano. Con su briosa personalidad demostró que su toreo no era la servil copia y continuación del toreo español. La evolución de su quehacer torero se marcó de manera clara y sobre todo se reveló intensamente en su inspiración netamente mexicana.

La depuración técnica del toreo de Manolo se transformó en un espíritu propio y un sentimiento agudo. Un símbolo de esa depuración se dio en aquella famosa corrida navideña en Querétaro, en que Manolo diferenció su torear con el de ese señorón del toreo que fue Paco Camino. Y si bien Paco dio un concierto de pases naturales a Navideño, Manolo a su segundo toro le enjaretó una sinfonía de ayudadas por alto llevando al torillo, perfectamente toreado y rematado con una trincherilla por debajo de la pala del pitón, irrepetibles. Es en este sentido que el espíritu del toreo mexicano se diferenció del sevillano, en dos versiones del sentir, de lo que se lleva dentro.

Manolo ofreció en su vida torera a los aficionados, la versión luminosa, nueva refrescante de ese toreo lento, desmayado y melancólico gracias a su intuición de los terrenos y distancias en el torear.

Se dejó la influencia de lo aprendido de la España torera, lleno de poesía y unción religiosa. Sin copiar a nadie, por inspiración, viró en la reciedumbre de su temperamento que se tomaba suavidad al conjuro de su chicuelina única, sus ayudados o los famosos desdenes que enloquecían la plaza. Fraseo torero, claro, expresivo, bien deletreado, en que Manolo expresaba la pena que por dentro llevaba. No aparece el heredero del toreo que fue mandón de la torería. La fiesta cosida a puñaladas trata de sobrevivir.