Opinión
Ver día anteriorJueves 27 de agosto de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Vigencia de derechos
H

ace poco hice mi visita semestral a las oficinas del ISSSTE. Fui para decirles (y que vieran) que estoy vivo. Como todo jubilado del sector público tengo que acudir cada seis meses a esas oficinas para pasar revista y asegurar que me seguirán pagando mi jubilación. En algunas partes lo llaman fe de vida. En el ISSSTE lo describen eufemísticamente como vigencia de derechos. Uno presenta su credencial y se instala en la sala de espera. El trámite es bastante rápido y resulta difícil pensar en otro más expedito. Ciertamente es más complicado para aquellos jubilados que no pueden acudir personalmente. En los pocos minutos que esperé a que me llamaran me puse a pensar que la vigencia de derechos es un trámite que debería aplicarse a muchas otras situaciones. Luego, platicando con un amigo, hablamos del regreso de Brett Favre al futbol americano, ahora vistiendo la camiseta de los Minnesota Vikings, rivales tradicionales de los Green Bay Packers, el equipo de la NFL con el que tantos triunfos consiguió Favre durante su larga y exitosa carrera.

¿No sería bueno que un jugador de casi 40 años, que se ha jubilado ya en dos ocasiones, pasara revista para ver si siguen vigentes sus derechos? Su capacidad como jugador ciertamente ha disminuido, pero su atractivo como peón comercial sigue vigente. Piensen en lo que habrán de recaudar los dueños de los Vikings cada vez que juegue el (ya no tan) joven quarterback. Veamos quiénes son los Brett Favre en otras profesiones.

En verano suelen estrenarse muchas películas. En India ya se han registrado no pocos fracasos. En Estados Unidos la presentación de las llamadas películas taquilleras de verano tampoco ha recaudado lo esperado. Esos filmes suelen recuperar con creces el costo de su producción durante su primer fin de semana en los cines. Pero no ha ocurrido con las que protagonizan actores de la talla de Julia Roberts y Denzel Washington. A los estudios de Hollywood, y de Bollywood, les interesa más lo que se recaude que los comentarios de los críticos de cine. Ese interés es netamente comercial, ¿así se pasa revista a las estrellas de cine?

Al resto de los mortales nos ocurre de distintas maneras. La familia y sobre todo los hijos y hasta los nietos suelen pasarnos revista con cierta regularidad. A veces llegan a poner en tela de juicio la vigencia de nuestros derechos como hijo, hermano, marido, padre y hasta abuelo.

Los adultos mayores (que antes nos agrupaban en el instituto de la senectud y ahora somos gente madura) también tienen experiencias que los chiquillos de menos de 60 desconocen. El despertar en la mañana es una manera de pasar revista. En ese momento uno se dice ahí sigo... por ahora.

Para los más jóvenes hay situaciones que tienen un efecto parecido. Recuerdo que hace casi 40 años, recién llegado a Ginebra como joven diplomático, me encontré con una colega (también joven) que se la pasaba criticando a los suizos. Los consideraba fríos e insípidos. En alguna ocasión me confesó que cuando cruzaba el puente de Mont Blanc les murmuraba en voz muy baja a los hombres que cruzaban su camino: Díganme algo, escúpanme o pellízquenme... pero háganme sentir que estoy viva. Quizás ésa era su manera de pasar revista.

¿Y los políticos? ¿Por qué no pedirles que pasen revista para ver si siguen vigentes sus derechos para gobernar? En las democracias parlamentarias ya existe algo parecido. Lo llaman un voto de confianza. Si lo gana el partido en el poder, ahí se queda; si lo pierde, se convocan nuevas elecciones. En los sistemas presidenciales resulta más difícil desafiar a los mandatarios. Empero, existen algunas posibilidades.

Una manera de oponerse al presidente en turno es protestar en las calles. En 1968 De Gaulle fue objeto de intensas manifestaciones en su contra. Al año renunció a la presidencia. Otra posibilidad de protesta se encuentra en las llamadas elecciones de medio camino en el mandato presidencial. Los electores pueden votar por los candidatos de la oposición para integrar el Congreso y así indicar su desacuerdo con el primer mandatario. En 1994 el Partido Demócrata de Estados Unidos perdió su mayoría en ambas cámaras del Congreso, obligando al presidente Bill Clinton a cambiar de rumbo, modificando su agenda política. Hay muchos republicanos en Estados Unidos que hoy quieren derrotar las propuestas del presidente Barack Obama para reformar el sistema de salud en ese país. Creen que si fracasa podrán obtener más diputados y senadores en las elecciones al Congreso en 2010. Ésa será una prueba importante para Obama. Entonces verá el estado que guardan sus derechos para gobernar.

¿Cómo sabemos si un político debe seguir cobrando su sueldo? ¿Qué pasa si, metafóricamente hablando, está muerto y ni él ni nadie lo saben? Si al gobierno de Gordon Brown en el Reino Unido se le obligara a presentar una fe de vida, hace tiempo que hubiera convocado a nuevas elecciones. A veces uno no sabe que ha caducado su vigencia de derechos.

Algo parecido está ocurriendo en México. Los tres años que le restan al sexenio podrían resultar muy largos. La política económica ha sido un fracaso, pero los diputados de la oposición, que ahora son mayoría en el Congreso, no parecen estar dispuestos a proponer una solución duradera a la crisis. El desempleo va en aumento y la violencia es parte de nuestra vida cotidiana. Los casos de indiferencia de la clase política se multiplican. Tras los desastrosos resultados de los recientes exámenes a los maestros, ningún dirigente se ha inmutado. La que lidera a los maestros aún no se ha dado cuenta que hace tiempo caducó la vigencia de su derecho a dirigirlos.

Resulta claro que no sólo los burócratas jubilados deben pasar revista periódicamente. ¡Órale! ¡Pellízquense! Ya me siento mejor.