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Por primera vez, la Fuerza Aérea Mexicana abre el desfile conmemorativo de la Independencia

Más de 13 mil integrantes de la Marina y el Ejército hacen gala de fuerza ante Calderón

Los presidentes de la Corte, del Senado y de la Cámara de Diputados, entre los invitados especiales

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El presidente Felipe Calderón observa el desfile militar acompañado por el secretario de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván GalvánFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Jueves 17 de septiembre de 2009, p. 8

Por primera vez en la historia, la Fuerza Aérea Mexicana empezó ayer el desfile conmemorativo de la Independencia, en una edición en que las fuerzas armadas pusieron énfasis en sus esfuerzos por impulsar la equidad de género y demostrar su fortaleza con la exhibición de la capacidad de adiestramiento y combate de soldados y marinos de elite.

En presencia del Presidente de la República, Felipe Calderón, 13 mil 567 elementos marcharon durante casi una hora y 30 minutos desde la plancha del Zócalo capitalino hasta la glorieta de la Diana Cazadora, en Paseo de la Reforma, en una mañana nublada y fría. Apenas se había pasado revista a las tropas participantes, un escuadrón de seis aviones supersónicos F-5 hizo su espectacular aparición por el cielo del Centro Histórico.

Navarrete, de lejecitos

Calderón se ubicó después en el balcón presidencial de Palacio Nacional, acompañado por los titulares de las secretarías de Defensa y de Marina, general Guillermo Galván Galván y Mariano Francisco Saynez Mendoza, respectivamente; los presidentes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Guillermo I. Ortiz Mayagoitia; de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Francisco Ramírez Acuña, y del Senado, el perredista Carlos Navarrete, quien se mantuvo toda la jornada en el extremo derecho del balcón y evitó al mandatario, a quien únicamente se acercó al final para despedirse.

La esposa del Presidente, Margarita Zavala, y sus tres hijos estaban en el balcón contiguo con el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont. El resto del gabinete se ubicó en otros balcones junto al cuerpo diplomático, agregados militares e invitados especiales.

Más tarde, una veintena de fusileros paracaidistas del Ejército y de la Armada realizaron un salto de altura desde un helicóptero, lo que provocó la admiración de los presentes por el tiempo que lograron mantenerse en el aire y por lo exacto del aterrizaje alrededor de la bandera monumental que está en el Zócalo.

Posteriormente hicieron su aparición dos helicópteros artillados Blackhawk de la Fuerza Aérea y uno de la Armada, de los cuales hicieron descenso rápido en soga elementos de fuerzas especiales del Ejército y de la Infantería de Marina, mientras el sonido local ponía énfasis en que ambas operaciones se utilizaban en el combate al narcotráfico, para el rescate de rehenes y para garantizar la seguridad en áreas en conflicto.

La exhibición de los cuerpos de elite duró casi 30 minutos, y en seguida empezó el desfile con una escolta de seis mujeres, quienes portaban una gran bandera nacional, llevando uniformes de Ejército, Fuerza Aérea y Armada, incluso de fuerzas especiales, siendo que hasta el momento no hay ninguna que esté encuadrada en alguna arma regular.

Asimismo, marcharon destacamentos femeninos de elementos administrativos o de servicios, aunque con uniforme de combate y portando un arma de grueso calibre.

Los cadetes del Colegio del Aire fueron los primeros en desfilar con la representación de la Fuerza Aérea, mientras los aviones supersónicos F-5 dejaban con su estruendo constancia de su participación.

Ante la amenaza de lluvia, personas vestidas de civil repartieron a los espectadores impermeables de color blanco que tenían un dibujo con el emblema de la Secretaría de la Defensa Nacional y el grabado: Homenaje ciudadano a los héroes caídos por la seguridad de la patria, y en el anverso: Un soldado en cada hijo te dio. Todos con el Ejército, y el Ejército con la patria.

Este mismo grupo colocó en las gradas ubicadas a un costado de la Catedral Metropolitana dos grandes mantas de respaldo al instituto armado. En total, tomaron parte 48 aeronaves de la Fuerza Aérea y 19 de la Armada.

Tocó turno a los agrupamientos de ingenieros y transporte de tropas del Ejército, artillería y blindados.

La segunda aparición de los elementos de elite fue cuando los integrantes de los batallones de fuerzas especiales irrumpieron con sus cánticos, caras pintadas, armamento y uniformes verdes y negros. Los fusileros paracaidistas de boina roja dejaron constancia también de su fortaleza.

Los planteles militares cerraron la participación del Ejército. Cuando desfilaban los aguiluchos del Heroico Colegio Militar y la banda de guerra entonaba el himno de la institución, Calderón entonó las notas junto con el general Galván.

Siguieron los cadetes de la Heroica Escuela Naval y también se escuchó el himno de la institución. El almirante Saynez, quien se ubicó a la derecha del Presidente –en el lugar que ocupaba Galván–, cantó las notas del himno de su alma máter, aunque esta vez el Presidente lo dejó solo.

Desfilaron los cadetes de los planteles navales, así como diversos equipos de salvamento, de ayuda a la población civil en casos de desastre y vehículos recién adquiridos para el transporte de tropas.

Las aeronaves de la Fuerza Aérea dejaron su lugar en el cielo capitalino a las de la Armada.

Las Fuerzas Especiales de Infantería de Marina dejaron constancia de su fortaleza; marinos con uniforme de camuflaje blanco y negro (para operaciones urbanas), café (para operaciones en el desierto) y verde (para operaciones en el campo) marcharon portando el equipo bélico individual más moderno con que cuenta la Armada.

Después de que mil charros (hombres, mujeres y niños) montados a caballos cerraron el acto, el comandante de la columna del desfile, general de división Humberto Alfonso Guillermo, rindió el parte: sin novedad.