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Los libros científicos serán los primeros en pasar a digitales, prevé director de Random House

Ni visos de que el e-book sea buen negocio en México a corto plazo

Un dispositivo de lectura puede costar hasta 456 dólares y aún no hay fecha para comercializarlo en el país

La mayoría de los contenidos disponibles está en inglés y existen pocos títulos

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Actualmente hay disponibles varios lectores de e-books, entre ellos el Sony Reader, Elonex, Kindle, Cybook e IliadFoto tomadas de Internet
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En general, los dispositivos electrónicos tienen una pantalla táctil de más de 15 centímetros y pesan cerca de 283 gramos. Además utilizan un sistema de tinta electrónica, que evita el cansancio visual que provocan las pantallas
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Según Pedro Huerta, es cuestión de tiempo para que los dispositivos de lectura se adueñen del mercado, debido a que quienes nacieron en los años 90 y en adelante manejan toda clase de gadgets con total dominio
 
Periódico La Jornada
Lunes 21 de septiembre de 2009, p. a10

De acuerdo con una polémica en boga, muchos consumidores suelen adquirir hoy más canciones que discos, de la misma forma que en el futuro los lectores comprarán más contenidos que libros.

El roce de los dedos sobre el papel, el olor a viejo o a nuevo, colocar un separador o hacer anotaciones sobre las páginas serán cosa del pasado cuando llegue el imperio del libro electrónico o e-book.

Al menos ése es el vaticinio de los editores y especialistas que comienzan a ver los libros como futura pieza de museo. El cambio, dicen, no se va a producir de la noche a la mañana, pero ocurrirá con certeza y supondrá una nueva forma de acercarse a las ideas.

En meses recientes ha comenzado a discutirse cada vez más sobre el surgimiento del e-book, y en ese debate parecen haberse formado dos bandos: los apocalípticos y los integrados, para decirlo en términos de Umberto Eco.

Por un lado, los partidarios más entusiastas de los avances tecnológicos afirman que con este dispositivo se amplían las fronteras de la lectura. Con un solo aparato se pueden consultar y guardar miles de títulos, sin necesidad de tenerlos físicamente en papel, con las ventajas de espacio y hasta ecológicas que ello supone.

Entre ellos se puede contar al director del Instituto para el Futuro del Libro, Bob Stein, quien piensa que estos objetos, hasta hoy considerados como la base de los estudios y la academia, en algunas décadas serán objetos valiosos, pero raros, pues habrá un cambio del conocimiento de la página a la pantalla, aunque advirtió que ello no implicará la desaparición del libro (La Jornada, 5/6/09).

En el otro extremo, los más nostálgicos defienden las características del libro como lo conocemos hoy día, y se niegan a renunciar al tacto de la página y al atesoramiento de volúmenes en bibliotecas reales y tangibles.

Camino largo por recorrer

A pesar de que esta revolución tecnológica ya está en marcha y su operatividad se discute en varios países, en México ninguna tienda departamental ni especializada en electrónica vende todavía modelos de dispositivos para leer y almacenar e-books, ni tienen fecha para comenzar a hacerlo.

Frente a esta carencia, los compradores interesados deben buscarlos en páginas de Internet como ebay, Amazon o Mercadolibre, pero el precio en el país, como ha sucedido con otros gadgets, todavía es muy alto: no menos de 456 dólares.

El problema de fondo, al menos hasta ahora, sigue siendo la escasa disposición de materiales para descargar. El libro electrónico podría ser el futuro de la lectura, pero por el momento no es un negocio atractivo en el país, ni hay visos de que empiece a serlo a corto plazo.

Los títulos sólo pueden conseguirse en sitios como Amazon, gigapedia, ebook.com y gutemberg.com, pero la gran mayoría están en inglés y la variedad de títulos es muy reducida, aunque Google ya anunció que en breve pondrá a disposición de los usuarios más de 10 millones de libros en más de 100 idiomas, a través del sistema Google Book Search.

Las cifras de comercialización de los e-books, por su parte, ofrecen datos contradictorios. En el mercado estadunidense, los electrónicos representan menos de 2 por ciento del total de ventas (poco más de 37 millones de dólares), pero esa situación está cambiando con rapidez.

En meses recientes, la editorial Harper Collins logró obtener 30 por ciento más de ganancias al permitir a sus lectores comprar los libros en línea con un mes de anticipación.

Además, hay sellos como Lulu y Bubok, que aumentaron en 20 por ciento sus ganancias, gracias al ahorro en costos de impresión y distribución, lo que a la larga podría también beneficiar a los autores, quienes recibirían hasta 80 por ciento del total de utilidades de la venta, cuando en la actualidad no rebasan 20 por ciento.

Por otra parte, una encuesta realizada en la pasada Feria del Libro de Francfort entre mil profesionales del sector editorial, reveló que estos expertos ven 2018 como el año clave en que los libros electrónicos serán más numerosos y populares que los ejemplares clásicos de papel.

Mientras ese momento llega, las compañías fabricantes del aparato siguen adelante en su lucha por ganar un mercado que todavía no existe de manera formal. Este año, Amazon se fijó la meta de vender 380 mil unidades del lector digital Kindle y llegar a 4 millones y medio en 2010.

Hasta ahora, uno de los motivos que han frenado la popularización del e-book es el precio, que fluctúa entre 112 y 341 dólares en ebay.com para el mercado estadunidense, según la capacidad del aparato en gigabytes.

Actualmente hay disponibles varios lectores, entre ellos Sony Reader, Elonex, Kindle, Cybook e Iliad. Aunque cada uno busca ofrecer más ventajas que su competidor –incluso el precio, que cada vez baja más–, en general tienen una pantalla táctil de seis pulgadas (algo más de 15 centímetros) y pesan entre 10 y 12 onzas (283 gramos), es decir, casi lo mismo que un libro estándar.

Para evitar el cansancio visual que provocan las pantallas, estos aparatos utilizan un sistema de tinta electrónica, que tiene poco brillo por no estar retroiluminadas. Algunos, además, tienen un pequeño teclado, conexión wi-fi a Internet y reproductor de mp3.

La literatura, nicho difícil de ganar

En un país como México, en el que el índice de lectura por habitante es de apenas 1.2 títulos al año, los textos científicos y técnicos serán los primeros en evolucionar del libro de papel al e-book, por las ventajas en precio y portabilidad que brinda el formato electrónico, señala Pedro Huerta, director general de la empresa Random House Mondadori.

Los estudiantes de hoy están más acostumbrados a los contenidos digitales, porque sale más barato suscribirse para tener el contenido de un libro que pagar 800 o 900 pesos por una enciclopedia de medicina, por ejemplo, explica en entrevista con La Jornada.

Según las previsiones de Random House, uno de los sellos que más han avanzado en la difusión de esta tecnología, en 10 años las ventas de las editoriales que hacen libros de texto serán 90 por ciento en formato digital y sólo 10 por ciento en papel.

Una tendencia inversamente proporcional se dará con las novelas y otros géneros de ficción, que se consumen en momentos de esparcimiento y no por motivos prácticos de trabajo, en una escuela u oficina.

Aunque afirma que el contenido seguirá siendo más importante que el formato, Huerta considera que es sólo cuestión de tiempo para que el Kindle, el Sony Reader y algunos otros dispositivos similares se adueñen del mercado, gracias a los muchachos nacidos de los años 90 en adelante, quienes manejan los gadgets con total naturalidad y soltura.

La literatura, de todas formas, no será un nicho fácil de alcanzar para los e-books, no sólo por una cuestión de romanticismo o nostalgia por el papel, sino porque no será barato tener un aparato lector. Los que lo tengan serán los mismos que ahora tienen un iPod. Aun cuando puedas almacenar ahí muchos libros, tienes que pagar unos 300 dólares por él, además de los 10 o 12 dólares que cueste cada descarga.

A pesar de que los libros electrónicos todavía no son un negocio, Huerta considera que en el futuro serán el núcleo de mercado más fuerte y productivo. El principal problema, sin embargo, será el costo de digitalización de los títulos, proceso más o menos caro, que sin embargo es indispensable para tener un catálogo amplio y variado.

Antes se obligaba a la gente a comprar un disco para que pudiera tener una sola canción, pero ahora puede bajarla en línea por sólo 99 centavos. Lo mismo puede pasar con los libros, que hasta podrían venderse nada más por capítulos, de manera fragmentada, vaticina.

Con el e-book se optimizará el espacio y, bien manejado, podría haber más regalías para los escritores. Pero el otro enemigo a vencer seguirá siendo la falta de costumbre con esta nueva experiencia de lectura sin papel. A mí me cansa un poco utilizar este aparato, pero a mi sobrino no sé. Tenemos de cinco a ocho años para prepararnos para este cambio.

A pesar de la aparente lejanía de esta conversión tecnológica, lo único seguro hasta el momento son las ganas de debatir sobre el tema. Y la competencia por ganar antes que nadie el mercado cultural del futuro.