Opinión
Ver día anteriorLunes 21 de septiembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El remedio para que no falte el agua
E

n los últimos días finalmente la opinión pública conoció la causa de que tengamos tantos problemas con el agua en el área metropolitana de la ciudad de México y en el resto de la nación.

Todos a una, esto es, los funcionarios responsables de cuidar el preciado líquido y garantizar el abasto a las poblaciones, nos dicen cómo lograr que no falte en los hogares. El declarante de lujo fue el licenciado Felipe Calderón, quien al inaugurar el Foro Internacional de Vivienda Sustentable, nos dio el remedio para acabar con el dispendio de agua y electricidad: reducir el subsidio a las clases más desprotegidas, porque si logramos que las familias más pobres consuman menos agua, sin sacrificar sus satisfactores, y consuman menos electricidad, vamos a hacerle ahorrar a esas familias dinero contante y sonante sobre su ingreso disponible, pero también vamos a ahorrar nosotros, porque cada kilovatio-hora que deje de consumirse es un subsidio que dejamos también de pagar. Al fin, la causa del problema: los pobres y su inmenso derroche, propiciado por los altos subsidios que reciben.

Con este descubrimiento se borran los estudios que muestran que los pobres son quienes menos agua reciben en México y, además, de la peor calidad. Que 12 millones todavía no cuentan con dicho servicio en sus hogares. Que los pobres  son los que mejor utilizan el recurso. A la basura las investigaciones que ilustran que en ciertas áreas de Iztapalapa la dotación es de 20 litros de agua al día. Algo semejante reciben en las áreas más marginadas de Ecatepec y demás municipios conurbados de la capital del país, así como en Tijuana, Guadalajara, León y Morelia. En cambio, un residente de las zonas de alto ingreso gasta más agua al día, en promedio, hasta 30 veces más que un pobre de las áreas citadas. Y, por si no fuera suficiente, son esos pobres a los que más les cuesta la poca agua que consumen. Y este fenómeno se da no sólo en México, sino en el resto del mundo.

Seguramente contagiado por el descubrimiento del licenciado Calderón, el director de Agua Potable, Drenaje y Saneamiento del valle de México, Antonio Gutiérrez Marcos, señaló que el Emisor Poniente, que se fracturó hace dos semanas inundando Valle Dorado, fue construido hace 40 años para llevar únicamente líquidos pluviales, pero debido al desarrollo urbano y crecimiento poblacional de la zona, las aguas se descargaron hacia éste, lo que ocasionó más presión y estamos viendo las consecuencias.

Para que no vuelva a saturarse y reducirle presión se construye el Emisor Dos. El funcionario calificó de insuficiente la infraestructura para desalojar las aguas del valle de México, porque durante décadas no se hizo ninguna inversión importante ni para agua potable, drenaje ni en plantas de tratamiento. Urgen entonces obras que eviten que el valle de México entre en colapso por la incapacidad que tiene la infraestructura para el desalojo de las aguas.

Abunda el agua, por lo que hay que sacarla de la cuenca de México, aunque falte en los hogares. Pero dice Gutiérez Marcos que se construyen algunos pozos de absorción y se recuperan ríos y barrancas para captar el agua de lluvia y recargar el acuífero. La realidad muestra lo contrario: se entuban los ríos y se permite construir en las barrancas.

Otra novedad: José Luis Luege, titular de la  Comisión Nacional del Agua (y aspirante a gobernar la capital del país en 2012), deslindó al sistema hidráulico federal del Distrito Federal y del estado de México de las inundaciones ocurridas en Valle Dorado el pasado 6 de septiembre.

La culpa, suponemos, es de la población, porque vive en municipios que no tienen la capacidad para evacuar las aguas residuales y disponen de una infraestructura crítica, rebasada, antigua y carente de inversión desde hace 50 años. Luege opina que para buscar culpables tendremos que remontarnos a la historia, ahí está la verdadera culpabilidad: la falta de planeación en el crecimiento de la ciudad que genera estos altos niveles de riesgo. Ya lo sospechábamos: fueron los antiguos habitantes de la Gran Tenochtitlán y su pésimo manejo del agua los responsables de lo que hoy sucede.

Por falta de espacio no incluimos nuevas revelaciones sobre el origen del problema del agua en la cuenca de México. Lo haremos el próximo lunes.