Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 27 de septiembre de 2009 Num: 760

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Dos cuentos
ENRIQUE HÉCTOR GONZÁLEZ

La hora nada
KRITON ATHANASOÚLIS

El cuarto jinete
LEANDRO ARELLANO

El liberalismo desquiciado
ANGÉLICA AGUADO HERNÁNDEZ y JOSÉ JAIME PAULÍN LARRACOECHEA entrevista con el doctor DANY-ROBERT DUFOUR

Variaciones de una indignación: cinco poetas de Kenia

Taibo I y Taibo II con semana negra
MARCO ANTONIO CAMPOS

Leer

Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
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Germaine Gómez Haro

Lo sensorial y lo cerebral n la obra de Cildo Meireles

Cildo Meireles (Rio de Janeiro, 1948) es uno de los creadores brasileños contemporáneos más destacados que ha alcanzado renombre internacional con una vasta obra neoconceptual de una belleza y complejidad poco comunes. La muestra que se presenta en nuestro flamante muac , procedente del Tate Modern de Londres y del macba de Barcelona, reúne una vasta selección de trabajos realizados a lo largo de las últimas cuatro décadas, y constituye una oportunidad única de adentrarse a la extraordinaria obra de un artista inteligente, divertido, ultrapropositivo y profundamente ingenioso, como pocos hay en la actualidad. Su obra consta de dibujos, objetos e instalaciones en las que sobresale la inmensa variedad de materiales empleados y escalas que van, desde un objeto minúsculo que rompe con la proporción convencional del espacio (Cruz del sur), hasta complicadas instalaciones que abarcan salas completas (Desvío al rojo), cuya realización le ha llevado nada menos que diecisiete años. En la primera vemos un cubo de 9 mm realizado con maderas de pino y roble, colocado sobre el piso en la esquina de una amplia sala e iluminado por un rayo de luz preciso sin el cual la pequeñísima pieza pasaría totalmente inadvertida. Esta obra, aparentemente simple, contiene una potente carga simbólica que hace referencia crítica a las imposiciones y la visión eurocéntrica de los misioneros jesuitas sobre los sistemas cosmogónicos de los indios tupi, quienes utilizaban la madera del pino y del roble –árboles considerados sagrados– para encender fuego mediante su frotación, en un intento mágico-poético de evocar la divinidad. Con esta pieza Meireles pretende crear lo que él llama un “humiliminimalismo”, que consiste en “un objeto muy pequeño, prácticamente nada, muestra de un minimalismo dotado a su vez de un marcado carácter de humildad”, toda vez que enfrenta al espectador a uno de sus reiterados cuestionamientos, que es el problema de la confrontación del ser humano en el espacio. La contraparte de esta pequeña gran pieza sería Desvío al rojo, una especie de “puesta en escena” en tres partes, que consiste en una habitación amueblada con toda suerte de objetos decorativos y utilitarios en una amplia gama de matices rojos. Al recorrerla, el visitante experimenta sensaciones que van de la atracción inicial a la claustrofobia, y una creciente angustia al transitar hacia el fondo de la sala por un pasillo que inicia con una pequeña botella colocada en el piso, de la cual emana un liquido rojo desproporcionadamente grande que, a su vez, conduce hacia un lavabo inclinado, suspendido en la oscuridad total, de cuyo grifo emana agua también roja. Esta enigmática e inquietante instalación resume la constante relación paradójica y el juego de contrarios que permean todas las obras del brasileño en función de “lo que es y lo que parece ser”: atracción/repulsión, placer/temor, orden/caos, movimiento/estatismo, densidad/ligereza, y propone una amplia red de asociaciones y lecturas simbólicas. En el sentido inverso, en cuanto a una pieza altamente poderosa realizada con una economía de medios, está Volátil: el visitante se despoja del calzado e ingresa a una sala totalmente oscura, recubierta por una gruesa capa de talco, por la que se transita hasta llegar al fondo donde aparece una vela encendida. El ambiente está impregnado de un odorizante para gas ( t -butil mercaptano) que provoca una reacción inquietante que se contrapone a la delicia de caminar descalzos sobre el finísimo talco. Una vez más el juego de contrarios suscita en el visitante la experiencia sensorial del placer y el miedo como metáfora de la sensación y la emoción.

El trabajo de Cildo Meireles está preñado de referencias constantes al cosmos –a manera de una “poética de la física”, como bien dice el curador Guy Brett–, y en todo momento plantea sus cuitas filosóficas y éticas en torno a temas relacionados con la política –los derechos humanos, la democracia, los abusos del poder (en concreto lo que se refiere a la dictadura militar de 1964-1985 en su país), los dislates de la colonización portuguesa, el devenir de la historia brasileña y la naturaleza de sus fronteras geográficas. Sus obras, profundamente sensoriales, oscilan entre el mundo real y el imaginario, y apelan a la participación del visitante que experimenta reacciones opuestas y complementarias en los campos de la razón y la sensación.