Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 27 de septiembre de 2009 Num: 760

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Dos cuentos
ENRIQUE HÉCTOR GONZÁLEZ

La hora nada
KRITON ATHANASOÚLIS

El cuarto jinete
LEANDRO ARELLANO

El liberalismo desquiciado
ANGÉLICA AGUADO HERNÁNDEZ y JOSÉ JAIME PAULÍN LARRACOECHEA entrevista con el doctor DANY-ROBERT DUFOUR

Variaciones de una indignación: cinco poetas de Kenia

Taibo I y Taibo II con semana negra
MARCO ANTONIO CAMPOS

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Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Luis Tovar
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La quinta parte (II Y ÚLTIMA)

Como era de esperarse, la paridad cartelérica entre el cine que viene de fuera, preponderantemente hollywoodense, y el cine producido en México, no tuvo mayor variación de una semana a otra. De las cinco películas nacionales aquí referidas hace siete días, salvo la desaparición seguramente no muy lamentada de Me importas tú y tú, siguen disponibles Corazón del tiempo –en la sala Julio Bracho de la UNAM y recorriendo la legua a lo largo del país--, Oveja negra, Espiral y Recién cazado, a las que se suma El estudiante, dirigida por Roberto Girault y registrada como producción del pasado 2008.

Recién cazado y El estudiante ofrecen una serie de diferencias y semejanzas. En cuanto a lo primero, debe hablarse casi exclusivamente acerca de capacidad económico-mediática, pues mientras la cinta protagonizada por Jaime Camil –Recién cazado– ha gozado de una promoción cuya amplitud y alcance son inversamente proporcionales a la calidad del filme, la que lleva en el rol protagónico a Jorge Lavat pareciera una cuestión de clandestinaje; ahí está en exhibición pero es como si no estuviera. Por lo que hace a lo segundo, es decir en cuanto a semejanzas, hay una fundamental y nada tiene que ver con el tema o con la confección dramática de los protagonistas, pues bien poco parangonable hay entre un setentón que se matricula en una universidad para estudiar literatura, y un más o menos joven yuppie cuyo más alto cometido consiste en la permanente satisfacción de su ego. Dicha semejanza tampoco es formal, por más que ambas propuestas fílmicas den grima, una por su pobreza discursiva y su elementalidad, la otra por su huero despliegue de recursos y su grosera tendencia al convencionalismo iconográfico –y por más que quien haya padecido ambas pueda sentir que comparten todo lo antedicho. El parecido es ontológico, por así decirlo: tanto Recién cazado como El estudiante parecen haber sido concebidas con el propósito ser lo que nunca podrán, es decir, películas hollywoodenses. Por el tema de cada una, por el tratamiento que cada una hace de su asunto, por las tristes limitaciones a la hora de configurar personajes que superen, así sea milimétricamente, la suficiencia del cartabón –joven/desmadroso/despreocupado/cogelón; viejo/noble/soñador/incomprendido/adorable–, ambas películas bien podrían haber salido del magín estrecho de cualquier guionista californiano de cuarta categoría; bien podrían haber sido filmadas, distribuidas y promocionadas por cualquier estudio cinematográfico allende el Bravo.

Puede apuntarse una moraleja, más bien triste: si filmes como éstos son lo que el cine nacional quiere oponer a la maquinita hollywoodense, ¿qué caso tiene sustituir la basura extranjera con basura nacional?

Por fortuna, no todo son esfuerzos vanos por parecerse a ese cine ramplón y hecho como en serie, que como miasma inunda la cartelera comercial una semana sí y otra también. Buenos ejemplos son las óperas primas Oveja negra, dirigida por Humberto Hinojosa Oscariz, y Espiral, de Jorge Pérez Solano.

Respecto de la primera, el querido colega y compañero de páginas Carlos Bonfil fue tan claro y elocuente, que en lugar de enzarzarse aquí en verborreas inanes, conviene citarlo con amplitud: “Lo notable en Oveja negra es la sutileza con la que Hinojosa Oscariz maneja algo tan delicado como el tributo actual a la comedia y al melodrama campirano de la época de oro. No hay embeleso condescendiente por las glorias pasadas (la edad del cineasta facilita tal vez el distanciamiento prudente), ni tampoco el humorismo chabacano que procura las respuestas más elementales del público.”

Como complemento cabría reiterar un par de apuntes que tanto Bonfil como Javier Betancourt, entre otros, han señalado: que a esta buena historia de amistad, reivindicación personal y desquite en contra de quienes, a un nivel estrictamente doméstico, ejercen el poder en contra de uno, le habría venido bien un desempeño histriónico más parejo, en aras de mayor eficiencia dramática. Asimismo, y en vista de la eficiente mano de guionista que Hinojosa Oscariz ha exhibido aquí, era deseable un trazo menos grueso en el perfil de los personajes, por más que éstos cumplan, por momentos muy bien, con los roles asignados. No es improbable, pues, que futuros trabajos del director den cuenta de lo conveniente que será un ligero apretón de tuercas en rubros como los antedichos. Por lo pronto, y hasta sin una redondez cabal, esta Oveja negra sí constituye una verdadera respuesta a ese otro cine tan sobreofertado como desabrido.