DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYAN VELVER
SUPLEMENTO MENSUAL  DIRECTOR: IVAN RESTREPO  
EDICIÓN: LAURA ANGULO   LUNES 28 DE SEPTIEMBRE 2009 
NUMERO ESPECIAL


Portada

Presentación

Especulando en el sistema solidario mundial
Vicente Boix

Urge una ley para la protección, conservación y regeneración del paisaje mexicano
José María Iglesias

Amenazas a humedales de Nayarit y Sinaloa
Claudia Gómez-Portugal y Sofía Cortina

S.O.S. ¡Ayúdenos a rescatar Xcacel!

La vaquita marina, en gran peligro de desaparecer
Alejandro Olivera


Correo electrónico:

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Urge una ley para la protección, conservación y regeneración del paisaje mexicano

José María Iglesias

México es uno de los países con mayor afluencia turística en el mundo. Todos conocemos la importancia que esto tiene para nuestra economía. Parte de los atractivos más importantes de nuestros destinos turísticos son el clima y el paisaje. No obstante, uno de estos elementos ha sido menospreciado, ignorado y hasta olvidado por las administraciones que debieron considerar su valor como algo fundamental.

México es el único país en el mundo que, contando con tan elevado nivel turístico, no ha diseñado ni legislado respecto a la protección y conservación del paisaje. Más todavía: otros países con menor desarrollo y aún sin leyes que lo protejan, han procurado conservar ese invaluable componente de la naturaleza que constituyen las que comúnmente la gente denomina “bellezas naturales”.

En un recorrido por las costas de cualquier país de Europa, Asia, Estados Unidos, Canadá y América del Sur (que tienen en el turismo una fuente importante de divisas y creación de empleos) comprobamos de qué manera el paisaje ha sido protegido y conservado, siendo parte esencial de la oferta a los ojos del turista.

Muchos ejemplos abundarían en beneficio de esta afirmación. Un patrón de criterios podríamos encontrarlo en las playas del Mediterráneo, el Adriático, el Cantábrico, la costa Helénica, o el Mar Negro; concluyendo con algunas más cercanas en el Atlántico, en países como Brasil o Argentina. Quien haya visitado Río de Janeiro, la imagen que quedó grabada en su memoria seguramente fue la de sus avenidas costeras, con sus amplios y bellos espacios peatonales ubicados junto a las playas. Y esa es, sin duda, su principal imagen publicitaria: su gran avenida, su paseo peatonal, el mar y los morros que completan la armónica belleza marina.

México hizo todo lo contrario. La ocultó, la degradó, la destruyó o la privatizó. Acapulco sería el ejemplo más dramático y convincente. La comodidad que pueda disfrutar el turista en un hotel junto a la playa, atenta contra el resto de los turistas a quienes se les oculta la belleza de la bahía y sus hermosas puestas de sol. En cambio Acapulco es para el recuerdo como imagen turística, nada más que una congestionada avenida costera, ruidosa y contaminada.

Cancún, la perla del Caribe, o es una larga y continuada cadena de hoteles de la más variada arquitectura que también ocultan uno de los más bellos mares del mundo.

Otro de los nuevos desarrollos turísticos con idénticas características es Ixtapa, en el estado de Guerrero. Los hoteles ocupan la totalidad de la playa principal. En casi tres kilómetros, sólo hay dos ingresos a la misma. En lugar de amplias veredas junto al mar, las existentes sólo miden un metro veinte. Sin estacionamientos públicos, los vehículos ocupan cuanto espacio libre encuentran. Mientras que dos campos de golf ocupan dos terceras partes de la superficie destinada al turismo. Ni qué decir lo que está ocurriendo en la mal llamada Riviera Maya (los 120 kilómetros que van de Cancún a Tulúm) con su crecimiento salvaje.

A un lado de Ixtapa, en Zihuatanejo, en la bahía del mismo nombre, una de las más hermosas del mundo, el Paseo del Pescador está bloqueado por tianguis y restaurantes. Las frondosas selvas tropicales y muchas de sus playas y palmares fueron destruidas para la construcción de hoteles y propiedades privadas. El último ejemplo fue el desarrollo “Cerro del Vigía”. Sólo postales quedan de aquella bella bahía de Zihuatanejo.

Es evidente que toda esta política de “desarrollo” turístico, obedeció y obedece a intereses estrictamente privados. Los responsables no ignoraban las reglas básicas de los construidos en otras partes del mundo. Pero los intereses privados siempre fueron primero que los de la Nación. Por eso existe hasta un “mega proyecto turístico” (como les encanta llamarlos), a todo lo largo de la costa del Pacífico mexicano denominado “Escalera Náutica”. Con seguridad que por ésta escalera podrán subir sólo los privilegiados de siempre. El proyecto atenderá seguramente, los intereses económicos privados, no los de la Nación.

Nuevamente privatizarán, ocultarán o destruirán el paisaje. No les importará techar hasta las playas si les conviene económicamente, ignorando a la mayoría de turistas que huye periódicamente de las inclemencias invernales y visitan México para disfrutar del sol, su cultura, su paisaje.

No sólo las playas han sufrido y sufren el embate de la voracidad empresarial. También el aspecto urbano, la ingeniería, gran parte de las obras públicas, la deforestación de las ciudades, sin control ni regeneración ni restitución. El resultado es la degradación no solamente física del entorno, de la naturaleza, sino también visual.

Para legislar sobre protección y conservación del paisaje, tendríamos primero que definir concretamente, qué es el paisaje. Su definición, nos ayudará a comprender su importancia no sólo como elemento de atracción turística, sino como regulador y armonizador de la ecología y el medio ambiente.

Cuando se vive en el paisaje, se es parte de él. Un tarrayero de la bahía, ese hombre que arroja su gran red circular, tantas veces objeto de fotografía, es parte del paisaje; él no lo sabe, la selva, los cerros y el mar, son el lugar cotidiano de su trabajo.

Así también el paisaje urbano y el cultural suelen ser reconocidos después de haberlos perdido. El impacto paisajístico en la agricultura, la deforestación de los cerros, la contaminación de prácticamente la totalidad de las lagunas de México y la consiguiente desertificación, no sólo atentan contra el medio ambiente, no sólo son graves problemas ecológicos, sino que destruyen también la armonía de la vida comunitaria.

El título de aquella famosa novela Qué verde era mi valle revela en sí mismo, la nostalgia por un bien perdido. Aquel verde valle que dio paso a la explotación carbonífera, terminó con él.

La protección del paisaje va mucho más allá de una simple actitud conservadora. En el aspecto turístico, es proteger la belleza natural en beneficio de un recurso no renovable, sumamente importante para el país, para su economía, y para nuestra descendencia.

¿Por qué el turista saca fotos? ¿qué le llama la atención cuando coloca a miembros de su familia frente a una cámara? Sin duda que es el paisaje. Quiere dejar impresa la imagen de ellos delante de un lugar para mostrarlo y guardarlo como testimonio de su paso por allí.

¿Por qué hacemos jardines en nuestras casas, ponemos flores y plantas, las pintamos y tratamos de que se vean bonitas? ¿Por qué entonces permitimos que el paisaje de nuestra casa grande sea destruido, ocultado o privatizado?

Por otro lado, la salud mental y física están muy relacionadas con la protección y conservación del paisaje, especialmente en los grandes centros habitacionales. Por eso es urgente que la ciudadanía no permita más que intereses económicos sea reducida en cárceles de altos muros de cristal o de cemento con “espectaculares” de neón.

Se debe entonces legislar para que el paisaje no sea propiedad exclusiva de unos cuantos, que hasta ahora, han podido apropiarse de los mejores espacios. La legislación sobre el tema debe expresar claramente la necesidad de conservar esos espacios considerados en su aspecto artístico, evitando, por ejemplo, la construcción de altas bardas que protegen el privado mundo de los ricos, vedando para el resto, la belleza del paisaje.

El paisaje urbano se modifica, y no siempre por necesidades de desarrollo o convivencia. La cultura de los pueblos, trasmitida en parte por su arquitectura, fue cambiada por los conjuntos de cristalería urbana. En la mayoría de las ciudades de los Estados Unidos sus down-towns nos ofrecen idénticos paisajes de similar arquitectura.

La arquitectura se ha convertido en un arte para los ricos, o un parche para tapar de mala manera la necesidad de los pobres, con las excepciones que no hacen la regla.

Tlatelolco ha sido el espacio más densamente poblado del mundo (300.000 hab. por Km2). Una colonia en el municipio de Zihuatanejo, del INFON, es conocida por la población como “el infiernahabit”. No es este trabajo, el espacio para analizar los porqué, pero sí suponemos que allí no existe la belleza del paisaje. La arquitectura de la vivienda y la vivienda social, la más humilde, no debe dejar de considerar al paisaje como un elemento marginado del confort.

Si no existe una legislación sobre la protección, conservación y regeneración del paisaje así como dependencias nacionales, estatales y municipales que comprendan y valoren su importancia, caeremos en el desorden y el libre albedrío de los intereses económicos, y ya no tendremos oportunidad de salvar lo que queda y reconstruir lo afectado.

Otro ejemplo que resulta aleccionador es el que seguidamente relataré.

El poeta español Rafael Alberti visitaba a menudo un pueblo a orillas de Paraná, durante su exilio en Argentina. Cierto día acodado en una baranda junto a una barranca cercana al río, donde una decena de casas miserables podían observarse abajo, cercanas a una fábrica de papel, se acercó y dijo como en secreto: –si yo viviera en este pueblo, me gustaría vivir en una de esas casas–. Me sorprendió mucho lo que dijo y no le respondí, nadie en ese pueblo desearía vivir allí, pero nunca olvidaré esa observación hecha por uno de los más grandes poetas hispanos contemporáneos.

Hoy lo recuerdo en este trabajo, porque lo ocurrido pareciera poner en conflicto lo que es realmente el paisaje y la observación personal.

Seguramente el poeta añoraba su Granada, las cuevas de los gitanos, en fin, algo que como poeta en el destierro, encontró en ese humilde caserío junto al río Paraná.

Protección, restauración y regeneración del paisaje. Mucho se ha perdido, pero mucho puede ser recuperado y protegido. Si aceptamos la definición de paisaje como “una porción de terreno considerada en su aspecto artístico”, el paisaje puede ser no sólo obra de la naturaleza, sino también concebido por los seres humanos. Éstos, no sólo tienen la capacidad de crearlos, sino también de destruir esos espacios, y de muy distintas maneras.

En México se han destruido más que conservado esos espacios. Curiosamente muchos de los conservados, terminaron privatizados y ocultos a la vista del pueblo mexicano y los turistas extranjeros.

Se ha desconocido maliciosamente, y por intereses económicos de personas o grupos poderosos, que el paisaje es un recurso aprovechable, especialmente por el turismo.

Legislación internacional

El pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales incluye el derecho al disfrute de bienes culturales y entre ellos el paisaje. Por eso mismo la mayoría de los países europeos han sancionado leyes específicas sobre defensa del paisaje.

En el caso de México, la nueva legislatura debe abordar el tema y aprobar normas legales a fin de proteger, recuperar y regenerar el paisaje. Entre otras cosas, considerar:

1. Declarar de interés público el paisaje en todo el territorio nacional.

2. Los estudios de impacto ambiental requeridos para la construcción de todo tipo de obras deberán incluir un capítulo sobre protección y conservación del paisaje.

3. Crear dentro de la administración pública federal una área especializada en protección y conservación del paisaje.

4. Prohibir la construcción de hoteles en la franja costera, dejando libre para el público y para la construcción de vías de comunicación, jardines y demás espacios públicos, al menos 300 metros de extensión contados tierra adentro desde el lugar donde rompen las olas del mar.

5. Prohibir la colocación de carteles o cualquier tipo de propaganda o publicidad que oculten, modifiquen o alteren la estructura del paisaje. Regular la publicidad en los lugares turísticos a fin de que ésta no atente contra el paisaje.

6. Hacer cumplir lo que marca la legislación vigente en cuanto a prohibir la alteración del paisaje histórico cultural.

7. Los proyectos de desarrollo urbano deberán prestar especial cuidado al entorno natural, a fin de crear y conservar los espacios de armonía y belleza que entendemos por paisaje.

8. La aprobación de proyectos industriales debe considerar los efectos sobre el paisaje, sobreentendiendo que las áreas industriales no se crean en un vacío geográfico.

9. Crear a nivel federal una Comisión Nacional de Protección, Conservación y Regeneración del Paisaje, integrada por especialistas de reconocida trayectoria, con el fin de asesorar en el tema al sector público y al Congreso de la Unión , a fin de actualizar lo más posible la legislación que en determinado momento se encuentre vigente.

10. Dotar a la nueva área responsable de los asuntos del paisaje de recursos suficientes para que pueda llevar adelante sus tareas.

En fin, de lo que trata mi propuesta es de movilizar la conciencia ciudadana y de las autoridades en un asunto que exige la atención inmediata de todos. Porque todos vivimos dentro del enorme paisaje que es el planeta Tierra, al que debemos cuidar y engrandecer.

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