Opinión
Ver día anteriorMartes 29 de septiembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Fuera de serie
L

as buenas noticias no son noticia, dicen que reza una mala conseja de los medios periodísticos. Pero, a veces, es indispensable que una buena noticia sea repetida una y otra vez porque, como en el caso que comentaremos, es preciso que la sociedad civil, el gobierno federal, los estatales, el Congreso de la Unión, los alumnos de las escuelas de todos los niveles tengan presente que algo puede hacer todo mundo por el futuro de nuestro planeta.

El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) instituyó, desde el ya lejano 1972, el 5 de junio como el Día del Medio Ambiente, y ha sido asumido así prácticamente por todas las naciones. No es infrecuente que muchos gobiernos, naturalmente incluido el nuestro, lleven a cabo en esa fecha alguna reunioncilla ritual para jurar que se van a ocupar, o que están ocupándose –generalmente con nimiedades–, de los gravísimos problemas que en el presente se sintetizan en la expresión calentamiento global.

En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, José Sarukhán Kermez, uno de los científicos de mayor renombre en México y coordinador de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), presentó a la Presidencia de México y a la sociedad mexicana toda una obra fuera de serie.

Fuera de serie por muchos motivos, pero el más inmediato y sorprendente es que se trata de un estudio realizado por unos cuantos países.

Capital natural de México es una obra de magnitud sin precedentes en el país, tal cual. En ella se compila y analiza el conocimiento más actualizado y confiable que existe en México acerca de nuestro privilegiado (y duramente mermado) capital natural. Ahí encontraremos un diagnóstico detallado de la a veces muy devastada situación en que se encuentra. El estudio permite transitar de la definición de problemas al planteamiento y diseño de soluciones, de la reacción ante los problemas a la anticipación de los mismos. En la obra participaron cerca de 750 especialistas en disciplinas afines al tema, provenientes de más 220 instituciones.

Capital natural de México permite definir políticas públicas con un balance racional entre los dos ejes claves para avanzar en los hechos hacia la sustentabilidad: el bienestar social para los mexicanos y las mejores prácticas de manejo y conservación del patrimonio natural de México.

Dese usted una idea de su contenido por los títulos de los cinco volúmenes de la obra: I. Conocimiento actual de la biodiversidad; II. Estado de conservación y tendencias de cambio; III. Políticas públicas y perspectivas de sustentabilidad; IV. Capacidades humanas, institucionales y financieras, y V. Escenarios futuros.

Los tres primeros volúmenes se hallan totalmente terminados y comprenden 45 capítulos, en los que participaron 96 revisores externos y 648 autores provenientes de 227 instituciones, tanto académicas como gubernamentales, y de organizaciones civiles de la mayor parte de las entidades de la República. Una obra monumental, si las hay.

La obra posee una visión a 10 años, lo cual contribuye a conformar una cultura que valore la diversidad biológica del país, a impulsar un mayor aprecio de la enorme importancia de los servicios ambientales que nos provee la variada naturaleza de México y a aportar a los tomadores de decisiones elementos para fundamentar sus soluciones con solidez en relación con la conservación de nuestro cada vez más destruido y amenazado capital natural.

Una noticia que no es menor es que el estudio refleja el notable crecimiento y diversificación que el país ha tenido en las últimas décadas, en términos de sus capacidades y sus recursos humanos. En otras palabras, sin duda contamos con la masa crítica de especialistas para trabajar de manera informada y profunda sobre los graves problemas que aquejan a un medio natural que ha sido objeto de extremo maltrato por prácticas irresponsables, y por formas de explotación sin conciencia de la imperiosa necesidad de utilizar la naturaleza conservándola, no acabándonosla.

Tenemos una obligación con el planeta. Tenemos que trabajar con nuestro territorio y cooperar decididamente con los programas internacionales del medio ambiente porque, al final de cuentas, navegamos los humanos todos en el mismo barco, hoy extremadamente amenazado por turbulencias y torbellinos múltiples planetarios. Podemos cambiar nuestra ceguera por saberes informados de cómo ha de usarse la naturaleza para que la industria la transforme y adapte a las cambiantes necesidades humanas, y podemos también decidir que queremos recuperar la mayor parte del terreno perdido. Muchos daños hechos por los bichos humanos son irreversibles. Miles y miles de especies animales y vegetales se extinguen en línea continua, pero la desesperación creativa que debería llevarnos a todos a actuar para frenar en seco esta masacre natural está aún lejos de ser del tamaño de nuestros problemas.

La amplia difusión de Capital natural de México es urgente. Nadie debiera estar fuera del conocimiento de cuáles son nuestros problemas concretos (no sólo poseer una idea general de que tenemos problemas graves), cuáles sus conclusiones y recomendaciones centrales. No existe ninguna otra obra capaz de tener el impacto necesario en la conciencia de los ciudadanos para hacer algo, para exigir que los distintos niveles de gobierno actúen seria y directamente en ellos.

Sin duda, ahora podemos constatar si estamos haciendo algo por nosotros mismos y por las generaciones futuras, o si seguiremos aturdidos y paralizados por el tamaño de nuestros problemas.