Sociedad y Justicia
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Polanco: intereses particulares y falta de consenso, los motivos

Se relega en el país la importancia de la semilla, señala especialista
 
Periódico La Jornada
Viernes 2 de octubre de 2009, p. 35

En México el maíz no es una prioridad nacional, pues comercializadores, productores de semilla, industriales, investigadores, funcionarios y sociedad civil no han logrado un acuerdo general para considerarlo fundamento de la cultura, pese a su importancia alimentaria, sociocultural, ambiental y como factor de biodiversidad, alertó Alejandro Polanco, coautor del libro Bases de una política de investigación, desarrollo e innovación de la cadena de valor del maíz.

Al presentar la obra, financiada por el Foro Consultivo Científico y Tecnológico, destacó que esta falta de consenso es resultado de los enormes intereses en juego, pero también de una escasa confianza entre los actores, que se remonta a raíces históricas.

A esto, agregó, se suman factores más recientes como las políticas neoliberales aplicadas en mercados oligopólicos y monopólicos, o bien el incumplimiento de acuerdos entre productores, comercializadores, industriales e investigadores. La falta de directrices y de mediación de los gobiernos eliminó la gobernanza, lo que genera iniquidades en la distribución de apoyos y beneficios.

Respecto al sistema público de investigación, desarrollo e innovación vinculado al maíz, indicó que se mantiene un sistema en el que cada organización trabaja aisladamente, con pocas iniciativas de cooperación interinstitucional, e incluso, se presenta poca integración de los proyectos dentro de una misma institución.

Las actividades de experimentación e indagación científica dependen, en la mayoría de los casos, de iniciativas individuales y no de grupos académicos, al predominar proyectos unidisciplinares sobre los multidisciplinares en detrimento de la complejidad de los problemas.

En entrevista, Pedro Brajcich, director general del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, señaló que desde 1996 cuando se modificó el sistema para la entrega de recursos destinados a los organismos públicos de investigación, los científicos enfrentaron un mecanismo en que competían por los recursos, y esto llevó a ver al compañero como enemigo, por lo que ha costado mucho formar grupos de investigación, incluso dentro de una misma institución, para trabajar en forma coordinada., concluyó.