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El mundo cultural y el gobierno de Cuba rindieron homenaje al escritor en su funeral

Despiden a Cintio Vitier, caballero de las causas verdaderas y de los sueños

Produjo una obra ya clásica marcada por el optimismo y la fe en las esencias íntimas de la isla, dijo experto

Su literatura la hizo desde el silencio y su capacidad para resistir los rechazos

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Fina García Marruz (con un ramo de flores), viuda de Cintio Vitier, ayer durante las exequias del escritorFoto Ap
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Amigos de Vitier conducen el féretro con sus restos mortales durante la ceremonia luctuosa efectuada en su honor, en el Centro de Estudios José Martí en La HabanaFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 3 de octubre de 2009, p. 5

La Habana, 2 de octubre. Cintio Vitier, uno de los más destacados intelectuales cubanos, poeta y ensayista católico, apasionado estudioso de la obra de José Martí, Premio Juan Rulfo de Literatura en 2002 y uno de los fundadores de la revista Orígenes, que dirigiera José Lezama Lima, murió el jueves a los 88 años y fue sepultado esta mañana, tras recibir el homenaje del gobierno y el mundo cultural.

En sus últimos momentos de vida, Vitier recibió la visita del presidente Raúl Castro, según dijo en el sepelio el historiador de la ciudad, Eusebio Leal: Un amigo inesperado llegó para tener el último detalle, para cuidarlo en el último momento a nombre de la patria, el general presidente.

El arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega, presidió el oficio funerario, mientras que tres líderes del Partido Comunista, Esteban Lazo, Ricardo Alarcón (presidente del parlamento) y Abel Prieto (ministro de Cultura), encabezaron la procesión final en el cementerio.

Inmenso legado

El crítico, poeta y ensayista Roberto Méndez dijo a La Jornada que la obra de Vitier representa para Cuba lo que para México es la de “Alfonso Reyes y el Octavio Paz juvenil de El laberinto de la soledad”.

Méndez agregó que, formado bajo la influencia de Juan Ramón Jiménez, Martí y Lezama y a partir de la gradual incorporación de elementos del pensamiento neotomista, de la teología de la liberación latinoamericana e inclusive del marxismo más moderno e integrador, Vitier produjo una obra ya clásica dentro del pensamiento cubano, marcada por el optimismo y la fe en las esencias íntimas de la nación.

La revista Espacio laical, del Consejo de Laicos del Arzobispado de La Habana, dijo que Vitier rescató para las nuevas generaciones el pensamiento martiano, construyó un rostro nuevo y hermoso de ese catolicismo nuestro y lega a las generaciones presentes y futuras de cubanos una obra inmensa, cimiento imprescindible en la construcción de un mundo mejor.

Al despedir el duelo, Leal apuntó que Vitier se había convertido en un caballero de las causas verdaderas, de los nobles empeños y de los sueños. Exhortó a que la intelectualidad cubana se inspire en su ejemplo, que tengamos su rectitud, su valentía, su decencia personal.

Decenas de intelectuales pasaron por el velatorio, que se instaló en el Centro de Estudios Martianos. Junto al féretro estuvieron, entre otras, una corona enviada por el ex presidente Fidel Castro, apartado de actividades públicas por su enfermedad hace más de tres años.

Vitier nació en Cayo Hueso, Florida, en 1921, de padres cubanos y pronto vino a radicar a la isla. Muy joven se unió al grupo de Orígenes (Eliseo Diego, Ángel Gaztelu, Virgilio Piñera y Gastón Baquero, además de Lezama, entre otros). Su viuda, Fina García Marruz, es ahora una de las pocas sobrevivientes de la célebre publicación (1944-1956).

La obra de Vitier incluye los poemarios Vísperas (1953), Testimonios (1968) y Nupcias (1993). Entre su ensayística está la antología Diez poetas cubanos (1948) y Lo cubano en la poesía (1958).

Indiferencias y rasguños

Roberto Méndez apuntó que para Cintio, obsesionado por los vínculos entre poesía y eticidad, la obra martiana ha constituido un desafío mayor; con García Marruz ha publicado los Temas martianos en dos tomos y ambos han contribuido a la complicada edición crítica de la obra de Martí.

“Los productos más maduros de la ensayística de Vitier parten, lúcida y voluntariamente, de los presupuestos martianos, sea la historia de la eticidad cubana constituida en Ese sol del mundo moral (1975) o aquellas polémicas conferencias recogidas luego en el libro Rescate de Zenea (1987)”, continuó Méndez.

El crítico cubano agregó que en el quehacer de Vitier “se hacen evidentes la sistematicidad y coherencia de una escritura hecha habitualmente desde el silencio y su capacidad de resistencia a los rechazos: los recibidos otrora desde las filas de un marxismo más o menos dogmático, o desde las incendiarias páginas de Ciclón (la disidencia de Orígenes), e inclusive, los que hoy provienen de autores de generaciones más nuevas, que se resisten a aceptar algunos de sus presupuestos críticos, especialmente su visión ‘teológica’ de la cultura cubana”.

Vitier fue uno de los autores discriminados durante la etapa de represión cultural conocida como quinquenio gris, a principios de los años 70 del siglo pasado, cuando la censura oficial impidió que se publicara Ese sol del mundo moral. Según explicó en una conferencia hace dos años el crítico Ambrosio Fornet, “los censores advirtieron de inmediato que no era una visión marxista de la historia de Cuba”, por lo que la obra apareció originalmente en México y en la isla vino a publicarse en 1995.

Su confesión católica le costó en una época algunas indiferencias o algunos rasguños, para no ser dramático, diría años más tarde el propio Vitier, quien finalmente se congratuló de que esa política fue rectificada.