Opinión
Ver día anteriorSábado 3 de octubre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Infancia y Sociedad

Funcionarios, a dieta

T

odavía en imprenta, pero con autorización del autor, adelantamos un comentario del Manual para gobernantes de talla extrachica en situación de crisis, cuyo autor es el destacado maestro asturiano don Pedro Grullo. En el capítulo sobre la protección de la infancia, se dice que aunque los niños no votan son los que más han de tomarse en cuenta; explica que la idea acerca de que ellos son el futuro no significa que deba dejarse al futuro su cuidado, sino que los niños son el presente en el que se siembra y se corrige para el futuro. Piense, por ejemplo –sugiere– que lo que hoy invierta en educación y maestros, será ahorro futuro en cárceles y policías.

Se recomienda encontrar la manera –precisamente en medio de la crisis– de aumentar la matrícula en educación básica, haciendo efectivo su principio de obligatoriedad; asegurar al menos medio litro de leche y dos huevos diarios para todo menor de 12 años y hacer una transferencia radical de recursos y privilegios de funcionarios (vales de despensa y gasolina, seguros de gastos médicos, etcétera) a presupuestos para la infancia. Propone el autor someter a rigurosa dieta a los altos funcionarios públicos, especialmente a los que acusan sobrepeso, a fin de que sepan prácticamente qué es el hambre y además se desparasiten los presupuestos de gobierno.

Se sugiere que las escuelas se conviertan en muro de contención para evitar el aborto social masivo de niños al mundo de la calle, para lo que deben ampliarse las jornadas de actividades, facilitar requisitos de ingreso de los alumnos y eliminar toda cuota extra, de modo que los padres reciban apoyo y la escuela recupere su principio de gratuidad.

Para los niños que ya abandonaron la escuela y sobreviven con su trabajo callejero, el autor propone la creación de escuadrones de rescate formados por educadores de calle y estudiantes en servicio social. Su función será custodiar y apoyar a los niños para ponerlos a salvo de las redes de delincuencia, narcomenudeo, proxenetas y otro tipo de explotadores.

No se acobarde –dice Pedro Grullo en el capítulo de autoayuda– ante su falta de imaginación y su minúscula autoestima, y recomienda asesorarse con gente inteligente, aunque no la haya entre los amigos de confianza. Como en todos los países –asegura– en el suyo habrá gente sabia dispuesta a aconsejarlo bien y a ayudarlo a entender qué es la ética y el patriotismo.

No se acobarde –insiste–, si se lo propone usted puede evitar quedar en la lista de los peores gobernantes en la historia de su país. No se acobarde –redunda el autor– no se acobarde: No sea cobarde, finaliza el capítulo de autoayuda de este interesante y novedoso manual.