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El documental revela secretos de la cosmogonía de los huicholes; se exhibió ayer en Morelia

Flores en el desierto muestra qué tan parecidos son los wirrárikas a nosotros
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Los wirrárikas revelan parte de sus secretos: la caza de venado, su purificación en la mar o la peregrinación en busca del dios peyoteFoto Fotograma del documental
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Periódico La Jornada
Martes 6 de octubre de 2009, p. 9

Morelia, Mich., 5 de octubre. Los wirrárikas (conocidos como huicholes) son una cultura milenaria, sabia, que a través del tiempo ha logrado el equilibrio del universo por medio de su cosmogonía, centrada en elementos como el agua, el fuego, el animal –representado por el hermano venado, que ofrenda su carne para comer, así como sus pestañas, para tener su visión– y el dios hikuri, o peyote, que es para nosotros la biblia de los mestizos, dice Andrés, uno de los líderes huicholes y parte esencial de la realización de Flores en el desierto, documental de José Álvarez, quien ayer presentó su trabajo en el Festival Internacional de Cine de Morelia.

En Flores en el desierto, cinta de no ficción producida por Mantarraya Films (Jaime Romandia), Hugh Fitzsimons y Foprocine (fondo del Instituto Mexicano de Cinematografía), los wirrárikas revelan parte de sus secretos: la caza de venado, su purificación en la mar o la peregrinación en busca del dios peyote que, a decir de Andrés –quien sin invitación protocolaria del festival llegó a la sala acompañado de su familia para vender artesanías–, fue el que “me enseñó a hablar español, el abecedario… todo nos lo enseña él a través de los sueños”.

José Álvarez, quien antes realizó el documental para televisión El silencio de Sarajevo y en 2006 el cortometraje Venus, pero que es reconocido por dirigir algunos años la estación Radioactivo 98.5, realtó a La Jornada que comió peyote durante la filmación, que de hecho fue lo que le dio lucidez para realizarlo. Lo había comido antes, pero en esta ocasión me ayudó a hacer el trabajo, y como en alguna otra ocasión me permitió observar, me dio tiempo y comprensión para saber a quién preguntar, dónde tenía que estar la cámara. Fue una guía en el trabajo. Pero también nos protegió del frío tan intenso del desierto.

Más que antropológico

Se ha hecho un sinfín de documentales sobre los wirrárikas –que por cierto fue vitoreado por Alejandro González Iñárritu–, pero Álvarez y su equipo (en la cámara Pedro González Rubio y Fernanda Romandia; en el sonido Sergio Díaz, entre otros) quisieron irse a un lugar más íntimo, más cercano a ellos. Lo que hace el tema antropológico es ubicar, pero esta cinta nos dice qué tan parecidos son a nosotros. Cómo aman y crían a sus hijos, cómo creen en sus dioses, cómo sienten la muerte, cómo aprenden. Por eso fue fundamental la gestión que hizo el chamán Andrés Carrillo para que las mujeres y los niños (quien en verdad son los huicholes) nos abrieran su corazón y permitieran grabar un poco de ellos.

Agrega Álvarez: Éstos son accidentes de la vida (llegar a esta temática) que sin duda te cambian.

Antes de rodar sus dos cintas previas, José Álvarez difundía su amor por el cine mediante las ondas hertzianas. En un momento comentamos que había una relación íntima entre la radio y el cine, desde el momento en el que apagas la radio o sales de la sala, y reflexionas sobre lo que sentiste, escuchaste o viste. Ésa fue la intención en nuestro concurso de cortos llamado Máximo nueve minutos 85 segundos, que promovió la estación en aquel entonces.

Por lo pronto, los wirrárikas habitan muy alto en la sierra de Jalisco y Nayarit, y continuarán su peregrinar y cacería hacia San Luis Potosí, en busca del venado y el peyote, fuente de sabiduría.

La edición del documental fue de José Luis Fernández. La música original, de Martín Delgado, José Bautista y Jesús González.

Los jefes del rock

Ayer también se presentó Los jefes del rock, del argentino avecindado en México Guillermo Piñón, especie de docudrama que centra su narración en los orígenes del rock mexicano, en el contexto del movimiento estudiantil de 1968.

El rock fue una repercusión de ese movimiento, dijo Piñón, quien rescata del olvido bandas del norte de la República, parte de la onda chicana, agrupaciones como Tinta Blanca, La Revolución de Emiliano Zapata y Peace and Love, entre otras.