Opinión
Ver día anteriorJueves 8 de octubre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

La vulnerabilidad de Barrales

Los tejemanejes en San Lázaro

E

ntre escándalos y promesas de que todo será peor, se iniciaron los trabajos en la Asamblea Legislativa del DF, en su sexta versión, ahora comandada por Alejandra Barrales. Para nadie es un secreto la serie de limitaciones de la actual presidenta de la Comisión de Gobierno, por lo que los augurios de desastre parlamentario merodean ya el recinto de Donceles y Allende, donde sesiona ese cuerpo local.

No fue necesario esperar mucho para presenciar el primer escándalo entre perredistas, ni tampoco para que Alejandra Barrales, temerosa de sus hechos, tienda la mano al PAN para tratar de enmendar una decisión correcta –la de dejar a los azules con las peores comisiones. De hecho fuera de los organismos de gobernanza de la ALDF–, y por ahí buscar algún acuerdo que le permita crear consensos, aunque en ello vaya la suerte de muchos de los programas que pretende impulsar desde ese órgano Marcelo Ebrard.

Como sabemos, Acción Nacional es la segunda fuerza política en la ciudad de México, y tal vez, en función de eso, merecería un trato diferente, pero para nadie resulta desconocido que en la Cámara de Diputados se pretende ahogar al Distrito Federal con el concurso de la ex delegada de Miguel Hidalgo, Gabriela Cuevas, cuyo sello político es el fanatismo de derecha.

Cuevas encabeza la Comisión del Distrito Federal, según se sabe, por el acuerdo que entre Guadalupe Acosta Naranjo, destacado miembro del darkside del PRD, y Josefina Vázquez Mota, lideresa azul en la cámara de San Lázaro, se tejió sin tomar en cuenta que en el Congreso local el cuento es diferente, y que allí la reacción fue en consecuencia al acuerdo mala-leche que abiertamente planteó una provocación.

No es posible culpar de todo a Vázquez Mota, aunque es necesario recordar que su paso por la Secretaría de Educación Pública se marcó por su guerra en contra del gobierno de Marcelo Ebrard, porque seguramente no midió cuál sería la respuesta del otro lado del PRD. No lo conoce, pero Acosta Naranjo sí sabe de qué lado masca la iguana. Él llevó a la panista a la aventura, y ella, por odio político o por ignorancia, cayó en la trampa.

Así las cosas, los panistas en la Asamblea de la capital del país no pueden reclamar nada, o sí, pero deben hacerlo a Vázquez Mota, a quien chamaqueó uno de los más mañosos militantes del darkside perredista.

Por eso, la actitud blandengue de Barrales es signo de que aprovecharán los azules para tratar de tomar ventaja en la Asamblea. Sin mayores recursos ideológicos ni discursivos, Barrales tiende la mano en busca de que no se le acuse de intolerante, y en nombre de ello pone en riesgo el proyecto de desarrollo de la ciudad.

Esta legislatura, que terminará con la elección federal de 2012, es por eso mismo de mayor importancia. Será en la Asamblea, que no quepa duda, donde habrá de demostrarse la capacidad de gobierno de Marcelo Ebrard. Las propuestas de cambio al acuerdo de convivencia que pretende el actual gobierno citadino, darán idea de hasta dónde puede llegar Marcelo, y para eso tiene que hacerlo en las mejores condiciones legislativas.

En la cámara federal, la señora Cuevas y Acosta Naranjo se encargarán de poner piedritas en el camino al jefe de Gobierno. Aquí, en la Asamblea Legislativa, sería el colmo que la inconsistencia de la señora Barrales hiciera aún más difícil ese trayecto. Ya veremos.

De pasadita

Cosa curiosa, los señores del dinero lanzaron una serie de críticas al gobierno de Calderón por su ocurrencia genial de gravar todo con 2 por ciento. La crítica es dura, cierta, y eso que son (o fueron) sus mejores aliados. Lo malo es que en ninguna de sus intenciones está la de ponerse en orden con el pago de los impuestos que ahora no hacen. De esa forma, lo mejor que hubieran hecho es poner en primer lugar su deseo, cuando menos, de pagar lo que deben a la sociedad. Cuidado entonces con estos señores. Lo más probable es que estén tendiendo una nueva trampa para que la gente los suponga los ricos buenos. ¡Aguas!