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Ver día anteriorDomingo 11 de octubre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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A la mitad del foro

Reavivar el fuego del fanatismo

B

ajo la luna de octubre, entre campos yermos y graneros vacíos, los abajeños atizan el fuego de la intolerancia; en León, Guanajuato, reavivan el fanatismo que arroja libros a la hoguera. Libros de texto de biología, en los que se muestra el cuerpo humano tal como es, despertaron la ira de una funcionaria panista del municipio y llevaron a pronunciar a coro la inconcebible condena a la genitalización del ser humano.

Año nueve del tercer milenio, del milagro de la alternancia mexicana, del calendario según Aznar el exiguo. Año de convocatoria presidencial en todos los medios, en todas las horas, en todas las plazas del país, a combatir la pobreza por medio de un impuesto al consumo y a todos los servicios en toda la nación. Año del inesperado consenso que rompe las barreras de clase y suma las voces de ricos y pobres, de todos los partidos de la pluralidad, salvo el partido en el poder, para entonar el coro que rechaza el paquete fiscal enviado por el rotundo secretario de Hacienda. Algo huele mal en esta Dinamarca donde no hay príncipe presa de la incertidumbre, sino majestad presidencial aferrada a su verdad, la única verdad, bendecida por el dogma de la ortodoxia neoliberal. Y obediente a la voz divina, aunque en el inesperado consenso del otoño de nuestro descontento se incluyan los jerarcas de la clerigalla.

En León queman libros que envió la Secretaría de Educación después de haber reconvenido al secretario de ese despacho en la tierra del Macabeo abajeño por haber publicado su propio texto de biología sin las impudicias del cuerpo humano, sin órganos genitales a la vista o insinuados. Como en los años felices del virreinato, la orden del secretario Lujambio se acata pero no se cumple. Para eso están los fuegos inquisitoriales, hogueras florentinas, sin Savonarola. De hecho, versión, regresión, perversión persistente de la intolerancia dogmática y el totalitarismo que pretenden imponer uniformidad de pensamiento, convertir en cenizas las ideas y en humo la razón. ¿Cómo eludir la terca realidad que nos muestra a la derecha mexicana, a los del sindicato de patrones, así como a legos y curas, en torno del fuego al que condenaron los primeros libros de texto gratuitos impresos en el distante gobierno de Adolfo López Mateos?

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos, dijo el poeta. Los del PAN que no se come, sí. Con virtudes que nadie puede negarles: la tozuda persecución del poder por la vía legal, del voto, del mandato inequívoco de la mayoría. Pero vuelven los fantasmas de la intolerancia en la hora del ensayo democratizador del poder, por el poder y para el poder. La hora triunfal de la alternancia llegó con el padrinazgo y patrocinio de la Coparmex, la patronal, el sindicato de patrones fundado en Monterrey para oponerse al sindicalismo activo del régimen cardenista. (En Chipinque, sede de los encapuchados, según versión de Luis Echeverría; de conjurados descendientes de los de La Profesa.)

A López Mateos, militante juvenil en la trágica aventura del vasconcelismo, le atribuyeron inclinaciones socialistas, le preguntaron adónde llevaba el país. Criatura de la generación víctima de Las palabras perdidas (Mauricio Magdaleno), Adolfo López Mateos quedó atrapado en los entresijos del gobierno de izquierda, de atinada izquierda, de izquierda dentro de la Constitución. Pero mexicanizó Luz y Fuerza del Centro, integró la generación de electricidad en todo el país. Y dejó trunca la nacionalización, la unificación de la CFE y de Luz y Fuerza del Centro, por pruritos de legalidad en materia de acciones dispersas en Canadá o vaya usted a saber dónde. Hoy lo reivindica el autoritarismo, la imposición de mano dura y de ignorancia del extraño secretario Javier Lozano, a quien el abogado laboral Néstor de Buen califica de siniestro personaje que ha convertido la toma de nota en un acto político de la STPS.

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César Nava, presidente nacional del PAN, en conferencia de prensa el pasado juevesFoto Cristina Rodríguez

Y pensar que al iniciar el cambio de rumbo hacia la derecha muchos reprochamos a Arsenio Farell no cumplir con la obligación que le imponía la norma constitucional de tutelar el interés de los trabajadores. Los sindicalistas ven quemar las barbas de los dirigentes del SME en la hoguera de la intolerancia reaccionaria y ponen las suyas a remojar. En la marcha del jueves acompañaron a Martín Esparza, líder del SME, dirigentes del SNTE, telefonistas, universitarios y diversas variantes de la dispersa disidencia. Pero al día siguiente alzó la voz la CTM. Nada más y nada menos, la vieja central de los siete lobitos, del largo liderazgo de Fidel Velázquez y la degeneración crónica, víctima de la corrupción endémica y del arribo fatal de la gerontocracia.

La CTM, dije. PRD y PRI ya habían coincidido en exigir al gobierno que saque las manos del SME, de ese gremio y de la vida sindical. Pero en el mausoleo de Plaza de la República, vigilado por la estatua colosal de Fidel Velázquez, hay música guapachosa o un silencio sepulcral. Y de ahí salió la exigencia de respeto a la autonomía sindical. Patricio Flores, vocero del sector obrero y dirigente del Sindicato Industrial de Trabajadores y Artistas de Televisión y Radio, Similares y Conexos de la República Mexicana, se apareció y dijo: la autoridad sólo debe actuar después de que se agoten los recursos estatutarios. Y concluyó: hay quienes quieren que las organizaciones sindicales desaparecieran de un plumazo...

Terca que es la realidad, asoma la lucha de clases, declarada inexistente por decreto. Sí, señor Calderón, a pesar del aplauso brindado a los empresarios cristianos por haber impedido conflictos clasistas todavía hay clases. Y el señor Lozano juega con cerillos en el llano seco del desempleo y el reguero de pólvora dispuesta para combatir a los trabajadores, a los sindicalizados, aunque juren y perjuren que es contra líderes indiciados por la justicia, como Napoleón Gómez Urrutia, o elegidos fraudulentamente, como Martín Esparza. Y el Fondo Monetario Internacional, sancta sanctórum de la generación de José Ángel Gurría, el citoyen du monde que hoy despacha en la OCDE, asegura que el desplome económico de México es tres veces mayor que el promedio regional. Ocupamos el último sitio en América Latina y la contracción padecida ha sido de 7.3 por ciento del PIB en 2009.

Con razón busca César Nava en el sistema plural de partidos quién pague los platos rotos. Donde lloran está el muerto, dice el refrán. En cada reforma a la anterior reforma de la reforma electoral se escucha el lamento de lo cara que es nuestra democracia. Tanto que la querían. Entre los logros de la reforma emprendida en 1977 destaca haber declarado a los partidos políticos entidades de interés público y haberlo inscrito en la norma constitucional. Dio pie al financiamiento público, a la posibilidad de evitar en lo posible el control de los partidos por los dueños del dinero (capital legítimo o lavado), control del proceso electoral, del gobierno democráticamente electo.

El PAN propone reducir a la mitad ese financiamiento a cargo del erario: hágase la voluntad de Dios en los bueyes del PRI, partido que, por dictado de la ley, recibirá la mayor parte del financiamiento en las elecciones de 2012.

Premio Nobel de la Paz a Barack Obama por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos. El Comité Nobel de Noruega dio especial importancia a la visión de Obama sobre un mundo sin armas atómicas y su trabajo para lograrlo.

Ah, pero todavía no ha caminado sobre el agua, dicen quienes desdeñan lo real y lo posible en aras de lo perfecto. Pero el horizonte está ahí para perseguirlo, para avanzar siempre.