Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 11 de octubre de 2009 Num: 762

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Portbou
JORGE VALDÉS DÍAZ-VÉLEZ

Dos poemas
LUKÁS THEODORAKÓPOULOS

Espacio eclipsado
PORFIRIO MIGUEL HERNÁNDEZ CABRERA

El origen de las especies
ROSA BELTRÁN

El placer de la actuación
RICARDO YÁÑEZ entrevista con ANA OFELIA MURGUÍA

La resistencia estética: las desaparecidas de Ciudad Juárez y Chihuahua
INGRID SUCKAER

Historia de una ecuación
RICARDO BADA

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

Portbou

Jorge Valdés Díaz-Vélez

Diciembre en un andén. De vuelta a casa,
aguardo la llegada y la salida
de un tren que ha de llenar el túnel de humo,
las bóvedas de hierro con estruendo.
No hay nadie, o casi nadie, salvo un hombre
taciturno sentado a pocos metros,
que pela una naranja con las uñas
y recita las “Coplas a la muerte
de su padre.” Las dice en voz muy baja,
pero alcanzo a escuchar algunas líneas
endurecidas ya de tanto oírlas
en labios del temor, cuando era joven
el mundo y otra piel me levantaba
al tacto de un destello. A estas alturas
de la noche no soy distinto a él,
que viaja a una ciudad que desconoce
la oscura procedencia de mis pasos.
Subiremos al último convoy
que pasará o partió quién sabe cuándo.

Debe tener mi edad, o yo la suya,
y un mismo agotamiento compartido
por la luz fluorescente de las lámparas
y la sombra que somos. Las estrofas
salen de mi memoria hasta su boca
igual a una casida en las arenas
cambiantes de lugar y no de sitio.
El hombre se incorpora, mira el fondo
metálico del viento contra el frío
que corre paralelo y se interroga:
“otros tiempos pasados ¿cómo se hubo?”

Con el sol diminuto entre las yemas
regresa hasta la banca, resignado
a morder las semillas de unos versos
y seguir en espera del que, acaso,
quedó en otra estación y en otra época
de cáscaras amargas por el suelo.