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Ocurrió el 30 de septiembre; tenía 92 años

Murió María, la última de los hermanos Revueltas
 
Periódico La Jornada
Lunes 12 de octubre de 2009, p. a14

María Revueltas Sánchez, última sobreviviente de los hermanos Silvestre, Fermín, José y Rosaura, falleció el pasado 30 de septiembre a los 92 años de edad, en su casa de Cuernavaca.

Fue la penúltima de los 12 hijos procreados por José Revueltas y Romana Sánchez. Según su sobrina Eugenia Revueltas –hija de Silvestre– le sobreviven sus hijos Leopoldo, Leonor y José Enrique Benítez Revueltas.

María Revueltas Sánchez no se dedicó profesionalmente al arte, pero, como todos sus hermanos, por insistencia de su madre desde niña tuvo contacto estrecho con la literatura y la música.

Eugenia Revueltas describe a su tía como muy simpática, seductora y aguda. Aunque no escribió, era una gran narradora oral.

Parte de esto se puede observar en una breve pero reveladora entrevista disponible en el canal YouTube de la pianista Olivia Revueltas (www.youtube.com/watch?v=Sb0OorSw7IU)

En unos cuantos minutos, María Revueltas pinta un fresco de la vida familiar y de la relación con algunos de sus prestigiosos hermanos: “Las cosas artísticas de los Revueltas, creo yo, en primer lugar, pueden venir de mi madre, quien siendo una persona muy sencilla y que no había tenido mucha cultura, era muy romántica, hacía versos, sabía cosas del arte, amaba el arte y quería que todos sus hijos fueran artistas.

Lo primero que existió en mi casa fue el piano. Yo me ponía a jugar a las muñecas debajo de él; en mi casa se estudiaba piano en cuanto empezaba uno a andar.

Silvestre y Fermín, como dioses

Dice en esa entrevista, subida a YouTube en julio del año pasado: “En mi familia no hubo envidias, no hubo rencores, no hubo ninguna de esas cosas. Sabíamos que Silvestre valía mucho, que Fermín pintaba muy bien, pero nunca sentimos envidia unos de otros, ni rencores, ni nos peleamos. Todos éramos bien recibidos unos con otros.

“Silvestre y Fermín iban a mi casa y eran recibidos por mi madre como si llegaran los dioses. Empezaban con que nos levantáramos todas muy temprano porque iba a llegar su par de hijos.

“Una vez que la encontré llorando, le dije: ‘madre, pero, ¿por qué está usted llorando, aquí que nadie la ve, en su cuarto?’ Y me dijo: ‘¿por qué lloro, hijita? Porque las alegrías se reparten, las penas no se comparten.

“La vida le dio muchas, pero muchas penas a mi madre. Ahora sí puedo hablar del alcohol de mis hermanos; el alcohol de mis hermanos la tenía muriéndose a ella. Decía: ‘¿por qué, si ellos pueden ser lo mejor, si ellos han sido elegidos por los dioses para hacer algo mejor, no lo han hecho? ¿Por qué el alcohol me los roba? El alcohol es aniquilante, es peor que la droga; con el alcohol la persona pierde dignidad, pierde inteligencia, no le importa si lo ven tirado en el suelo, no le importa si hace el ridículo; el alcohol mata, a mí me está matando ver a mis hijos que toman alcohol’.”

En una entrevista con José Ángel Leyva, incluida en el libro El naranjo en flor, dijo: “Soy María, la hermana doméstica de los Revueltas, la penúltima sobreviviente de 12 hermanos nacidos de José y Romana. Mi padre le prometió a la virgen ponerme su nombre si concluía en feliz alumbramiento lo que era un desastroso embarazo.

“Soy esta mujer que se sienta cada día frente al espejo del chifonnier y repasa su existencia mientras peina una cabellera blanca. Mi vida ha transcurrido en torno a la cocina y los quehaceres domésticos; a mis hermanos famosos los he visto desde allí, desde mi propio círculo familiar.”

Eugenia Revueltas explicó a La Jornada que su tía murió de neumonía a las ocho de la noche del 30 de septiembre, a la hora en que yo regresaba de un congreso. Fue cremada al día siguiente.

La noticia de la muerte de María Revueltas se hace pública hasta hoy por razones de índole familiar, que la entrevistada prefiere reservarse.