17 de octubre de 2009     Número 25

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

LA CRISIS ECONÓMICA NO “VINO DE AFUERA”. SE EXACERBÓ POR LOS ACONTECIMIENTOS MUNDIALES, PERO TIENE SUS RAÍCES AQUÍ:

• Entre 1991 y 2009 el desempleo se triplicó. Afectaba a 700 mil personas y ahora a 2.3 millones; ello ha derivado en el auge de actividades informales. México muestra así, como pocos países, un desequilibrio estructural en el mercado laboral que hace que su bono demográfi co se desperdicie.

• El 10 por ciento de los productores rurales concentran entre 50 y 80 por ciento de los subsidios agropecuarios, dependiendo del programa.

• La inversión extranjera directa se ha concentrado en servicios, comercio y maquila, adquiriendo empresas ya establecidas, lo que limita su capacidad de creación de riqueza y empleo.

• México susti tuyó la estrategia de dar incentivos a las exportaciones manufactureras por el impulso a las importaciones y desintegración de las cadenas productivas.

• Hay una gran concentración de producción, empleo y exportaciones de manufacturas en pocos sectores de capital extranjero, que hoy son vulnerables, como las industrias automovilística y electrónica.

• La pobreza (que afecta a más de 50 millones de mexicanos, según datos a 2008, de los cuales 19.5 millones de personas sufren hambre) propaga riesgos como la desintegración social y familiar, el crimen organizado y la crisis de las expectativas de la población. Entre 2006 y 2008 cinco millones de personas se sumaron a las filas de la pobreza extrema. La exclusión económica y social representan un caldo de cultivo para un vasto campo de reclutamiento para el crimen.

Fuente: México frente a la crisis: hacia un nuevo curso de desarrollo, septiembre, 2009.

Reestructurar el modelo
para salir de la crisis

  • Intelectuales demandan dar prioridad a las mayorías
  • Comienza la extinción del libre mercado

México requiere urgentemente medidas anticíclicas para enfrentar la crisis económica, y éstas deben interconectarse con elementos que den pie a un nuevo curso de desarrollo para la nación, pues el problema que enfrentamos no es un déficit circunstancial de las finanzas públicas, sino la prevalencia del modelo económico vigente desde los años 80s, que ha desmantelado el aparato productivo, ha privilegiado importaciones, ha inducido la migración y la informalidad como válvulas de escape del mercado laboral, ha dejado sin esperanzas a miles de jóvenes que no estudian ni trabajan y ha perpetuado la pobreza y la desigualdad social, entre otras cosas.

Esta es una de las conclusiones del documento México frente a la crisis: hacia un nuevo curso de desarrollo, surgido de deliberaciones realizadas durante cinco meses, bajo el auspicio de la Rectoría de la UNAM, por un grupo de intelectuales y académicos, entre ellos Rolando Cordera, Cuahutémoc Cárdenas Solórzano, Carlos Heredia, David Ibarra, Francisco Suárez Dávila, Ciro Murayama, y Jorge Eduardo Navarrete.

El texto presentado coincidentemente el 10 de septiembre, cuando el Ejecutivo entregó al Congreso su plan económico 2010, hace propuestas –una prioritaria, la revisión a fondo de las políticas macroeconómicas y reformas sectoriales– y plantea que nuestro país tiene en su escenario al menos dos grandes incertidumbres: cuándo se presentará la recuperación económica y si ésta permitirá remontar los estragos de destrucción productiva y de empleos.

Una propuesta clave es “la revaloración del papel del Estado en la economía, como actor fundamental en el objetivo toral de terminar con la economía del privilegio de unos cuantos. Una lección de la crisis es que para garantizar que los mercados funcionen de manera eficaz y la economía crezca se necesita contar con un régimen amplio y efectivo de protección social y con un Estado fuerte, transparente y que rinda cuentas”.

Otro planteamiento es la necesidad de incrementar los ingresos tributarios”. Eso ”debe ser el eje de la transformación social (...) priorizando la condición de las grandes mayorías desfavorecidas y la ampliación de las capacidades productivas de la economía “. Un objetivo socialmente relevante de la mayor tributación debería ser la universalización de la salud y la creación de una red básica de protección social que incluya seguro de desempleo, lo cual requeriría un gasto de cuatro por ciento del PIB. Dice que la fragilidad fiscal, la baja recaudación en México, revela un problema político que cuestiona la legitimidad del Estado para hacer cumplir a los ciudadanos, en especial a los de más ingresos, sus responsabilidades cívicas básicas.

El texto establece que ante la peor contracción de producción, empleo, consumo y comercio vista en el orbe desde hace siete u ocho décadas, los indicios de recuperación que se observan en diversos países (en México no, pues persiste la recesión) apuntan, en el mejor de los casos, hacia una reactivación de la economía lenta y desigual, y será largo y difícil el camino para el abatimiento del desempleo, la reestructuración de los sectores financieros y la confianza en las instituciones.

Pero hay cambios radicales. Las respuestas dadas por los gobiernos del mundo combinan medidas tradicionales y heterodoxas, “rompiendo así con dos décadas y media de predominio de una visión de política de mercado donde las fallas del mercado no se enfrentaron con suficiente energía desde el sector público (...)”

De esta forma, sentencia: “el Estado mínimo deja de ser aspiración viable o razonable en términos económicos y políticos, así como la confianza en la capacidad auto-correctiva de los mercados. A su vez, las experiencias exitosas de muchos países asiáticos parecen marcar el regreso de las políticas industriales y del empleo. Todo ello constituye el preámbulo de un nuevo acomodo entre sociedades y mercados que llevará consigo oleadas de innovación institucional.

“Comienza el fin de la época de la desregulación y de la extrema libertad de los mercados; crece la convicción de que el crecimiento no tiene por qué ir acompañado de desigualdad o desempleo y que un Estado activista, con mayor autonomía, es condición ineludible a la estabilidad de las economías y al bienestar de las poblaciones. Es posible que las medidas tomadas por la mayoría de las naciones industrializadas pronto hagan tocar fondo a la crisis global e incluso que puedan restablecer parcialmente la normalidad del sector financiero. Aun así, la depresión será prolongada al depender de la reconstrucción pausada de instituciones y políticas públicas a escala nacional y universal. Vivimos una inflexión histórica en que nada volverá a ser lo mismo, aunque se quiera resaltar el parecido.”

El documento señala que la crisis se trasmite en todo el mundo por canales tales como el comercio exterior; los precios de algunos bienes; la volatilidad del tipo de cambio, y la caída de las remesas, el turismo, la inversión extranjera directa y los recursos financieros externos, pero afecta más a algunas economías como la de México, lo cual pone en evidencia la vulnerabilidad y las severas deficiencias de su estrategia económica.

Destaca de México su vulnerabilidad externa, su política monetaria que exacerba la volatilidad del tipo de cambio y la fiscal que no tiene margen para aplicar políticas anticíclicas. Asimismo, la inexistencia de una red adecuada de protección social, la elevada dependencia fiscal de los recursos petroleros, la elevada dependencia del flujo de remesas en ciertas regiones y sectores. También la limitada competitividad en el comercio exterior dada la escasa inversión en infraestructura portuaria, carretera y de ferrocarriles. Y la acentuada subordinación de México frente a Estados Unidos, que ha surgido como un resultado indeseable del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Otro factor que se subraya es la baja eficiencia de la banca comercial (que orienta sus créditos al consumo y a las hipotecas, y no a la producción), lo cual “no puede explicarse sin la anuencia de una escasa y deficiente regulación pública”. El estado que guarda el sistema financiero en México “hace imperativo replantearse el tema de la banca de desarrollo y de su reestructuración, para darle un papel protagónico en la superación de la crisis y en la modificación de la estrategia de desarrollo”.

Además de los mencionados arriba, los intelectuales participantes en el documento son Eugenio Anguiano, Saúl Escobar, Gerardo Esquivel, Leonardo Lomelí, Prudencio López, Mauricio de maría y Campos, Norma Samaniego, Jesús Silva Herzog, Carlos Tello Macías y Enrique del Val, así como un grupo más de expositores invitados.

Impuestos que propone el ejecutivo
dificultarían ajustes de fondo: Navarrete López

  • La crisis obliga a romper con el modelo neoliberal, que se cae a pedazos
  • La autosuficiencia alimentaria, indispensable para la soberanía

Lourdes Edith Rudiño

Con la percepción errónea de que el reto principal de las finanzas públicas de México es tapar el “agujero fiscal”, el paquete económico propuesto por el Ejecutivo para 2010 prevé medidas equivocadas frente a la crisis “que complicarían extraordinariamente los ajustes de fondo que requiere el modelo de desarrollo del país para el largo plazo”, afirma Jorge Eduardo Navarrete, uno de los autores de México frente a la crisis: hacia un nuevo curso de desarrollo.

En entrevista, precisa que una propuesta clave de este documento es generar una reforma fiscal (no sólo tributaria, sino que incluya gasto, endeudamiento y crédito externo) que sea progresiva, de tal forma que los perceptores de mayores ingresos sean los que más paguen impuestos. Y tal reforma sería la matriz o la que permitiría otras reformas estructurales pues dotaría al Estado de recursos, de dinero, para actuar ante necesidades sociales; en principio, para corregir las cuestiones más apremiantes como el empleo y el campo.

Pero el plan del Ejecutivo para el 2010 resulta “profundamente desacertado” al pretender elevar el impuesto al valor agregado (IVA) y gravar alimentos y medicinas –“lo cual tendría un efecto regresivo” (esto es afectaría más a los que menos tienen)– así como incrementar en dos puntos el impuesto sobre la renta (ISR) a las personas morales y físicas, “algo que en estos momentos de recesión es por lo menos inoportuno”, pues aunque es evidente que las empresas deben tributar más, hoy lo que requieren son estímulos para reanudar su actividad, reactivar ventas internas y de exportación y generar empleo.

Hay que considerar que por la crisis económica –la más grave en siete u ocho décadas– se espera que en 2009 la economía mundial caiga en 1.4 por ciento y la mexicana entre 7.5 y 9.5. Y se estima que en el orbe 52 millones de puestos de trabajo se destruirán entre 2008 y 2009 y en México la pérdida de empleos formales sumó 700 mil tan sólo en el primer semestre de 2009, según el documento.

El texto señala, y así lo confirma Navarrete López, que entre las lecciones de la crisis para México están la necesidad de cambiar el modelo económico vigente desde los años 80s, “que ya se está rompiendo en todas partes, se está cayendo a pedazos y está siendo rectificado”; el promover políticas integrales que engloben la , la sociedad y la cultura como un todo único –para evitar que crecimiento económico se traduzca en profundización de la desigualdad social o que acciones aisladas y costosas de desarrollo social tengan efectos estériles–; la necesidad de retomar el objetivo de la autosuficiencia alimentaria, pues México no será realmente soberano mientras no sea capaz de alimentarse a sí mismo, y la importancia de fortalecer al Estado, luego del desmantelamiento que ha sufrido, con un dramatismo particular en el medio rural, donde han desaparecido instituciones de regulación, de control y de comercialización y donde contrasta cada vez más la agricultura tecnificada orientada a los mercados externos y la enfocada al mercado interior, que está rezagada.

Otro cambio de fondo que requiere México es fomentar una mayor presencia de instituciones financieras propiedad de nacionales y que la banca de desarrollo sea más activa. “Los tiempos de la recuperación económica van a estar muy vinculados en todo el mundo y en México al comportamiento de la economía real, no de la economía financiera, sino de la que produce bienes y servicios que la gente utiliza, y se requiere que el sector financiero no estorbe como lo ha venido haciendo en los años recientes. El sector financiero tiene un alto grado de extranjerización, y aunque hay quien dice que eso no hace diferencia, la crisis ha demostrado que sí, pues los bancos foráneos sirven primero a los intereses de sus matrices que a los intereses de los países donde están instalados”.


FOTO: Lourdes E. Rudiño

El entrevistado, investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, y embajador eminente de México, comenta a título personal que el desinterés del gobierno para asumir medidas anti-crisis que confronten el modelo neoliberal se debe a “la gran coincidencia entre los beneficiarios de la actual forma de operar de la economía y los detentadores del poder político; estos últimos no encuentran incentivos para buscar un camino diferente, pues el actual fortalece sus intereses de grupo y personales y tienen una miopía tal que les impide ver que este camino no los va a llevar muy lejos o se estrellarán contra algo. Muchos pensamos que ya el choque se dio y que estamos en la caída. Esa miopía se manifiesta por ejemplo en el manejo gubernamental del déficit y superávit de las finanzas públicas. El 2009 ha sido y 2010 será un año en que gran número de países incurran en déficit públicos para financiar las medidas contra la crisis.

“Personalmente considero que nuestro grupo gobernante, y el grupo financiero dominante, que se confunden uno con otro, están convencidos de que México no requiere una política anticíclica. Usando este lenguaje que tanto les gusta, dicen que no tenemos espacio fiscal. En el fondo estoy convencido que piensan que no la necesitamos porque Estados Unidos, cuando se recupere, nos va a sacar adelante. Aceptamos con una tranquilidad imposible de justificar el hecho de la enorme dependencia económica respecto de ese país y supongo que el razonamiento es ‘si de todos modos nuestra recuperación depende de la de ellos, ¿para qué nos preocupamos y para qué tomamos medidas? Esto vendrá tan naturalmente como la marea que arrastra un madero que está sobre las olas’. Estoy cierto que ese papel no corresponde ni con la historia ni con las aspiraciones de los mexicanos”.

Navarrete López comenta que el documento México frente a la crisis... se está entregando al Senado de la República, a la Cámara de Diputados, a los liderazgos de los partidos políticos, a la academia, a las organizaciones laborales, sindicales y empresariales. “Probablemente algunas ideas se filtren e induzcan modificación al paquete económico del Ejecutivo (...) No somos ingenuos ni nos hacemos demasiadas esperanzas. La fortaleza de los intereses creados es muy poderosa, pero la dimensión de la emergencia que vivimos es innegable, es presionante (...) El nuevo curso de desarrollo del país se requiere ya; cuanto antes; debió haberse iniciado ya hace un buen número de años, pero desafortunadamente no se ha empezado a caminar en ese sentido. Superar el subdesarrollo que caracteriza todavía a grandes segmentos de la sociedad mexicana, es correr muy rápido para al menos quedarse en el mismo lugar, ya no se diga para empezar a avanzar. Y no lo hemos estado haciendo. El atraso se viene acumulando, la desigualdad sigue creciendo, los niveles de pobreza nos agobian, para ya no hablar de otras tragedias como la educativa y de salud. Es una emergencia de una dimensión casi sin precedente en la historia moderna de México”.