Opinión
Ver día anteriorMartes 20 de octubre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

El engendro permanece

Pagaremos mucho más para recibir mucho menos

Panistas y priístas mismos vicios, iguales discursos

L

o disfracen como lo disfracen, lo vistan con tutú y lo pinten del color que se les ocurra, el engendro permanece, pues el objetivo del paquetazo 2010 cocinado entre el inquilino de Los Pinos y la cúpula priísta es exactamente el mismo: que paguen los que menos tienen para que su fiesta se mantenga.

Que ya negociaron en lo oscurito, y ya no va el 2 por ciento de impuesto generalizado para el combate de la pobreza; que no será 4 sino 2 o 3 por ciento el gravamen a las telecomunicaciones; que –Dios no lo permita– de ninguna manera se tocan los privilegios fiscales del gran capital, porque no tendría alicientes para invertir; que el IVA generalizado sube de 15 a 16 por ciento, y que tantos otros consensos entre los representantes del pueblo, pero lo concreto es que al final de cuentas los mexicanos pagarán mucho más para recibir mucho menos.

Por el lado de los ingresos, el paquetazo 2010 debe quedar cocinado a más tardar mañana. Deberá votarse en el pleno de la Cámara de Diputados y lo propio en la de Senadores, para que la mexicanada eche cuentas de a cómo le va a tocar este nuevo rescate del gobierno, en particular, y de su clase política, en general, tan resultones, tan efectivos. Antes el gobierno priísta y la cúpula panista; ahora el gobierno panista y la cúpula priísta. ¡Cómo ha avanzado el país!

Catorce años atrás, en abril de 1995 (con la Roqueseñal como símbolo del triunfo y el consenso), el gobierno priísta y los panistas disfrazados de representantes del pueblo aumentaron un módico 50 por ciento a la tasa general del IVA: de 10 a 15 por ciento, como parte de una serie de medidas temporales –dijeron entonces– para superar los estragos por la sacudida económico-financiera de la época. Una vez superada la coyuntura, prometían, la tasa de tal gravamen regresaría a su posición original, es decir, 10 por ciento.

Pues bien, para regocijo de los mexicanos pagadores, la temporalidad de tal medida fiscal va para 15 años, y no sólo llegó para quedarse, sino que casi tres lustros después la misma dupla (ahora en posición inversa) empuja de nueva cuenta y ha decidido aumentar el impuesto al valor agregado (casi 7 por ciento en esta ocasión), de 15 a 16 por ciento (en el mejor de los casos, porque mañana martes pueden salir con la batea de que será de 17 por ciento, o más, siempre en aras de procurar el desarrollo nacional y el bienestar de los sobrevivientes del modelo económico).

Tal vez en esta ocasión, como muestra de júbilo y consenso, el nuevo asalto a los mexicanos sea sellado con la Vázquez Motaseñal, de la coordinadora panista en San Lázaro, quien deberá carcajearse de lo que en abril de 1995 decía uno de sus correligionarios sobre la propuesta zedillista para superar la crisis: el aumento de impuestos y de precios y tarifas del sector público, muy por encima de los incrementos salariales anunciados, indica que el gobierno ha optado por cargar el peso del sacrificio fiscal en los contribuyentes y en los trabajadores (Felipe Calderón, a la sazón férreo opositor del régimen priísta).

A la vuelta de los años, los panistas –con Calderón a la cabeza– proponen exactamente lo mismo que los priístas que tanto decían aborrecer. ¿Con qué cara votarán los blanquiazules el paquetazo propuesto por el inquilino de Los Pinos? Con la misma que casi tres atrás aprobaron, junto con los tricolores, el paquetazo de Zedillo, que para eso está el discurso.

Como recordar es vivir, va un paseo por la perorata panista de 1995, justo antes de que votaran favorablemente la propuesta fiscal priísta: “el PAN ha rechazado invariablemente la política económica del gobierno tanto en su modelo como en sus programas, que ya han generado una crisis recurrente que ha afectado al pueblo de México, inhibe la posibilidad de un desarrollo humano y justo, y que por el contrario ha provocado un gran costo social. Hoy existe solamente una realidad, querámosla o no: el ingreso personal de la inmensa mayoría de los mexicanos es muy bajo, el desempleo abunda, la carestía nos castiga, la micro, pequeña y mediana empresas están en quiebra o a punto de cerrar. Tenemos una mayor carga tributaria, tasas de interés altísimas, un gasto público sin ajustarse y todo esto derivado de una política errática y aún indefinida.

“La situación que hoy se pretende corregir por parte del gobierno se generó a partir de un proyecto económico equivocado, que más que fomentar una economía sana, floreciente y generadora de desarrollo, ha ocasionado una economía lesiva que ha puesto en grave crisis a la planta productiva nacional. El costo de la crisis ya no puede ser trasladado a la sociedad como hasta hoy, debe corresponder al gobierno absorber la mayor parte de ella. En este modelo que nos propone el Ejecutivo no vemos el sacrificio del sector público, únicamente observamos el sacrificio del pueblo y subrayamos que entre más se empobrece el pueblo, en sentido inverso o directamente proporcional, el gobierno también se debilita. La modificación fiscal afecta con mayor rudeza, desproporción e inequidad a las clases marginadas... es inflacionaria, disminuye el poder adquisitivo del pueblo, provoca un desorden en la regulación de precios… Hoy todos los sectores sociales sienten y viven los efectos de esta crisis hasta llevarnos a una situación de emergencia.

“Es sabido que estos programas con diferentes definiciones técnicas, sólo han beneficiado a unos cuantos, privilegiando el interés particular sobre el general y han socializado la deuda y los costos de los errores del gobierno. Así pues, es tiempo de rectificaciones históricas, ya que no es posible seguir construyendo el destino nacional con base en proyectos ideales de nación, sujetos a caprichos sexenales, despreciando el sentir de la nación real. Hoy, todos estamos pagando el precio de estas oligarquías sexenales… Estamos frente a la realidad de un gobierno que ha sido desobediente, que no supo escuchar y que no quiso actuar. El gobierno se lava las manos, y hoy el pueblo de México, como siempre, tiene que pagar la factura… El Ejecutivo federal nos propone que aprobemos modificaciones (fiscales) a pretexto de garantizar la estabilidad… Hoy se recomienda la restructuración de cuatro secretarías de Estado, lo que nos permite concluir que las propuestas se toman en consideración sólo en los casos de emergencia. El sacrificio que se le solicita al pueblo de México es para pagar la mala administración y la mala conducta del gobierno… ¿Cuál es el objeto de seguir apoyando un programa que ha fracasado rotundamente?”.

Las rebanadas del pastel

Hoy el discurso es idéntico, sólo que los panistas defienden lo que antes criticaban, y los priístas a la inversa. ¿Y la izquierda? Bien, gracias.