Opinión
Ver día anteriorJueves 22 de octubre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

El espectáculo priísta

Al proyecto calderonista, sólo rasurada y corte de fleco

A

sí, sin mucho que pensar, a ojo de buen cubero, cualquiera diría que al gobierno de la ciudad de México le fue bien a secas. El aumento en su techo de endeudamiento se fue hasta 5 mil millones de pesos, ya que sólo le recortaron 500. El Metro en su línea 12 está, por el momento, salvado.

Y es que en el Distrito Federal hay planes, proyectos, estrategias bien cimentadas, es decir, se sabe para dónde y para qué se utilizarán los recursos que provengan del endeudamiento del gobierno de Marcelo Ebrard, y hasta dónde esta deuda puede ser redituable al emplearse en proyectos viables financieramente. Lo que no pasa con los recurso que vía impuestos obtendrá el gobierno federal.

La noche del martes y la madrugada de miércoles, si bien nos informó el jefe de las finanzas del DF, Mario Delgado, acudió a la misma Cámara de Diputados para precisar, con pelos y señales, cuáles serían los destinos del endeudamiento que requiere la ciudad. Y sin que nadie lo esperara, el golpe vino desde el priísmo. Dicen algunos que quien se opuso a que se otorgaran los dineros que el gobierno requiere fue la mismísima Beatriz Paredes, y que usó al diputado Fernando Lerdo de Tejada para tratar de bloquear la petición que había levantado la Secretaría de Finanzas del DF.

Lo malo es que no había cómo negar la petición. Sobre todo cuando se sabía que minutos u horas más tarde los priístas, amarrados con el gobierno panista, soltarían la andanada de impuestos que ya habían acordado, y en la que no podía intervenir, de ninguna manera, cualquier consideración hacia la gente.

Pero la cosa no pararía ahí. Aun con todos los datos que explicaban cómo se gastará el dinero en la ciudad, los priístas siguieron la ruta azul de golpear a la ciudad y le impidieron llegar a la cifra que se requería. Los panistas, desde luego, nada hicieron por la ciudad, y los priístas asestaron el golpe.

Y es que si lo vemos bien, de cerca, diríamos que en el DF es donde se concentra el mayor número de asalariados del país; es una de las entidades, la cuarta si no mal nos acordamos, que ha perdido empresas de todo tipo, y ahora deberá cargar con el descontento de muchos que verán mermadas sus opciones de vida por el acuerdo PRI-PAN.

El priísmo, o buena parte de él, considera que el golpe al DF no lo afectará porque aquí lo tiene todo perdido. Los panistas, por su parte, apuestan a que la carga política del desastre de los impuestos la pague en su totalidad el PRI, y que sean ellos quienes recojan ese descontento para llevar agua a su molino.

Y es que todo hace pensar en que al paso del tiempo nadie se acordará de que fue el gobierno de Felipe Calderón el que propuso castigar a las clases medias con los impuestos. Que sólo quedará el espectáculo demagógico del diputado David Penchyna encabezando la golpiza y declarando, a sí mismo y a su partido, el PRI, como los salvadores de la patria.

Pero muy poco duró el festejo de la retórica. Casi de inmediato se supo, por todas partes, que Penchyna y su grupo sólo rasuraron el proyecto de Calderón, le cortaron un poco el fleco y se lo enjaretaron a una ciudadanía, la de todo el país, que cada vez está más empobrecida. Además sabían que no hay proyecto que indique adónde irán a parar los recursos que ahora se obtuvieron, porque, como ya es conocido, tampoco hay proyecto de nación. Así que buen favor le hicieron los priístas a Calderón, aunque le hayan echado otra desgracia encima a la gente.

De pasadita

En el Gobierno del DF no hay caras sonrientes. Es que se sabe que en el presupuesto de egresos, es decir, en las participaciones que el gobierno federal debe entregar a la ciudad, viene el otro golpe. Año con año se le han ido recortado esas participaciones. Que se endeude el GDF, sí, que bueno, pero que se le den recursos frescos para realizar las obras que se han proyectado, y para sostener la política de asistencia social que se tiene, que es la más importante del país, nanay. Eso se llama temor fundado.