Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 25 de octubre de 2009 Num: 764

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El tono de la vida
ERNESTO DE LA PEÑA

Dos poemas
THANASIS KOSTAVARAS

Nicanor Parra: “Ya no hay tiempo para el ajedrez”
JOSÉ ÁNGEL LEYVA

Brandes y Nietszche: un diálogo en la cima
AUGUSTO ISLA

Treinta años de danza mexicana
MANUEL STEPHENS

Maestro Víctor Sandoval
JUAN GELMAN

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Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Germaine Gómez Haro

Teresa Margolles en la Bienal de Arte de Venecia

Por segunda vez consecutiva México participa en la 53 edición de la Bienal de Arte de Venecia, con el proyecto titulado ¿De qué otra cosa podríamos hablar?, de Teresa Margolles (Culiacán, Sin., 1963). Como en la edición anterior en la que participó Rafael Lozano-Hemmer, el pabellón mexicano está ubicado en el Palazzo Rota Ivancich, situado entre las laberínticas callejuelas aledañas a la Plaza de San Marco. Tras la dificultad de dar con el recóndito palacete, el visitante se topa en la fachada principal del edificio con el primer impacto: entre las banderas de la Unión Europea y de Venecia, ondea una (supuesta) bandera mexicana bañada en sangre…. Así comienza el recorrido.

Desde hace más de una década, Teresa Margolles ha centrado su investigación teórica y práctica en la indagación sobre la muerte relacionada con los conflictos sociales derivados de la violencia urbana, la desigualdad de género, la lucha de clases y, en términos generales, la memoria –o su contraparte más vulnerable: la desmemoria. Desde su participación en la década de los noventa en el colectivo SEMEFO (nombre derivado de las siglas del Servicio Médico Forense), Margolles ha recurrido al uso de materia y fluidos corporales de seres humanos y animales para realizar objetos, fotografías, vídeos, instalaciones y performances. En esta ocasión, el proyecto presentado en Venecia, bajo la curaduría de Cuauhtémoc Medina, es una extensión de su discurso crítico y me parece plenamente oportuno en el contexto de una Bienal de Arte que, a pesar de ser la más sólida y prestigiada de las existentes, ha devenido en muchos sentidos demasiado homogénea e indulgente con las modas y los lenguajes light.

El acertado título de la muestra contiene en sí el mensa je que Margolles ha sostenido a lo largo de todo su quehacer artístico, y habla con elocuencia de la congruencia ética y moral que ha permeado su trabajo. Queda muy clara su intención: ¿De qué hablar en el contexto de una Bienal internacional donde miles de espectadores de todo el mundo acuden a escuchar las voces de los artistas supuestamente más prestigiados del mundo? Como es su costumbre, a Teresa Margolles ni le pasó por la cabeza presentar un proyecto “políticamente correcto” para representar a nuestro país en tan destacado foro y, a pesar de los vendavales que levantó su polémica propuesta, colocó en la mesa el tema más álgido, abyecto, doloroso e incómodo de nuestra realidad político-social: la despiadada guerra contra el crimen organizado. Margolles pone el dedo en la llaga y con su obra minimalista y gélida lanza un grito desgarrado: nuestro país está bañado en sangre y todos estamos siendo salpicados: ¿De qué otra cosa se puede hablar?


Telas con barro y sangre

El palacio veneciano del siglo XVI es el escenario idóneo para albergar esta muestra: un edificio un tanto decrépito con aroma a burguesía decadente, cuya atmósfera sombría y sórdida acoge perfectamente las telas “pintadas” con la sangre de las víctimas de ejecuciones violentas relacionadas con el narcotráfico, que Margolles recoge in situ en el lugar de los hechos. Con una fina ironía, estas telas han sido colgadas dentro de los marcos de estuco que un día seguramente ostentaron los retratos de la familia, y a lo largo de la Bienal –en una acción paralela titulada Narcobordado – se les han ido bordando con hilo de oro las sentencias macabras que utilizan los narcos: “Así terminan las ratas”, “Hasta que caigan todos tus hijos” y otras. Diariamente por la tarde se lleva a cabo el performance Limpieza, que consiste en trapear el piso de cada sala con agua mezclada con la supuesta sangre de las víctimas. Y en el último salón que cierra el recorrido, se montó una instalación de telas impregnadas con el lodo recolectado en terrenos baldíos donde fueron hallados cadáveres abandonados. También se presenta un mueble de concreto fabricado con mezcla de fluidos provenientes de algún sitio donde se verificó un homicidio. La visita concluye, pero la trágica realidad que motivó estos trabajos persiste. Uno sale sin aliento y con el corazón encogido: Sí, Margolles tiene razón: ¿De qué otra cosa se puede hablar?

Hay para todos los gustos y sensibilidades en la Bienal de Venecia: me atraparon obras hermosas, como las pinturas y cerámicas de Miquel Barceló en el Pabellón de España, o la ingeniosa y sutilísima instalación “intergaláctica” del argentino Tomás Saraceno, entre otras. Sin embargo, a decir verdad, la mayoría de las obras no me movieron ni la razón ni el corazón. El discurso de Teresa Margolles me sacudió profundamente y me remitió directamente a la sentencia lapidaria de Theodor Adorno: “¿Cómo seguir escribiendo poesía después de Auschwitz?”.