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Presentará en el Cervantino la puesta El ruido de los huesos que crujen, sobre niños soldados

La infancia no es la edad de la inocencia como pensamos casi siempre: Lebeau

La curiosidad sin límite de los niños les permite abordar cualquier tema con entereza, dice la dramaturga

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El ruido de huesos que crujen es una piedra que llega al corazón del espectador que tiene una vida cómoda y no había pensado en cómo vive un niño soldado, afirma su autoraFoto Cortesía FIC
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Periódico La Jornada
Lunes 26 de octubre de 2009, p. a10

Guanajuato, 25 de octubre. Los adultos pensamos casi siempre que los niños aprenden de nosotros, pero a lo largo de los años me di cuenta que yo aprendía de ellos, porque tienen una curiosidad sin límite, que les permite abordar cualquier tema con una entereza increíble, sostuvo la dramaturga quebequense Suzanne Lebeau.

La fundadora y directora artística, junto con Gervais Gaudreault, de la compañía Le Carrousel, que se presenta en el Festival Internacional Cervantino, explicó que le interesa que la sociedad cobre conciencia de que la infancia es una edad importante de la vida, una etapa de desarrollo que permite a los niños descubrir la vida y el mundo. No es la edad de la inocencia, como lo pensamos casi siempre.

Por la mirada que dedica a la infancia y al arte, Le Carrousel destaca desde hace 35 años en la escena canadiense e internacional. Con un trabajo de investigación, la compañía se hace la pregunta: ¿qué decir a los niños? en el corazón de su actividad artística, y se cuestiona acerca del lugar del niño en el mundo.

Para Lebeau, el escritor para niños debe rencontrar el riesgo de la creación, luchar para encontrar lo intocable, correr el peligro de la pérdida de equilibrios sin una red de análisis exhaustivos y determinantes en las decisiones.

En entrevista con La Jornada, la dramaturga quebequense y actriz, detalla la propuesta de El ruido de los huesos que crujen, que presentará del 29 al 31 de octubre en el teatro Cervantes, de Guanajuato.

A partir de la pregunta, ¿qué piensan los niños de la guerra? y de los cambios que viven durante el conflicto, Lebeau decidió trabajar cinco semanas en la República Democrática del Congo con dos adolescentes que habían sido soldados a la edad de 11 y 12 años.

Como parte de su proceso de creación, a la dramaturga le interesó conocer cómo un niño de un día a otro pierde a su familia, a sus amigos. “Cuando vi un documental que hablaba de los niños soldados, me conmovió mucho, era algo que ni siquiera se puede uno imaginar porque, al final, los adultos utilizaban a los pequeños para hacer la guerra porque ellos tienen miedo.

En ese momento estaba confundida y creía que no podía hablar de eso con el público infantil, pero tomé el documental y trabajé con 13 grupos de niños de Quebec de nueve a 12 años. Después de proyectar el video, tenía una sola pregunta para empezar a debatir con ellos: ¿tenemos los adultos el derecho de hablarles a los niños de cosas tan graves, tan crueles y difíciles?

Recordó que los niños contestaron: no sólo tienes el derecho, sino el deber, porque cómo seremos adultos responsables si no sabemos nada del mundo. Cómo podríamos reaccionar, situarnos en el mundo, si no lo conocemos.

A su vez, los jóvenes del Congo la convencieron de que la resiliencia es posible y tienen el derecho a desarrollarse como seres humanos.

El ruido de huesos que crujen plantea los problemas tal como son. Los personajes centrales viven la huida, las dudas, los miedos y el regreso a una vida civil en la que los menores pueden crecer siendo niños.

La obra presenta temáticas dolorosas sin tonos didácticos. Dos chicos obligados a portar armas y una enfermera interpretan esta historia que invita a reflexionar sobre la infancia.

Lebeau comentó que cuando los jóvenes de la República Democrática del Congo vieron la puesta en escena en Francia, tuvieron reacciones diferentes, mientras uno fue a ver todas las funciones y enseñaba a los actores cómo tener el arma y cómo dormir con ella, el otro sólo pudo ver una vez la obra.

La puesta –dijo la dramaturga– es una piedra que llega al corazón del espectador que tiene una vida cómoda y no había pensado en cómo vive un niño soldado. Es un espectáculo que impacta mucho al público, por eso al final de la función nos gusta platicar con la gente.

La compañía Le Carrousel aborda el mundo de la infancia con rigor y profundidad. Desde 1975, Suzanne Lebeau ha estremecido al público con su indagación sobre la realidad y el imaginario de niños y jóvenes. Sus obras muestran el dolor, la confusión, la crueldad y las paradojas de la infancia y no eluden la realidad.

La directora artística de Le Carrousel aseguró que un buen texto para niños es para todos, que será duro, fantástico y realista.

El ruido de los huesos que crujen de Suzanne Lebeau, dirigida por Gervais Gaudreault, se presentará 29, 30 y 31 de octubre a las 18 horas, en el teatro Cervantes, durante la edición 37 del Festival Internacional Cervantino.