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Ha sido demasiado paciente y en consecuencia su momento ya terminó, considera

Obama desaprovechó las fuerzas sociales que lo llevaron a la Casa Blanca: Halimi

El periodista y directivo de Le Monde diplomatique critica los modestos logros del demócrata

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Serge Halimi saluda al rector de la UNAM, José Narro, antes de iniciar la conferencia magistral Estados Unidos, un nuevo rumbo, en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural UniversitarioFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 28 de octubre de 2009, p. 17

No fue la utilización oportuna de twitter ni la explotación adecuada de facebook lo que determinó el resultado de la campaña electoral estadunidense del año pasado; no fue, como se dijo en otro momento, la magia del Blackberry ni el manejo profesional de todos los recursos de la revolución tecnológica lo que movilizó el voto popular a favor de Barack Obama. Hay una tendencia periodística a exagerar el impacto de los medios de comunicación en una elección, señala el periodista y escritor francés Serge Halimi.

Yo creo que lo que verdaderamente jugó a favor de una alternancia política en la Casa Blanca fue algo más de fondo; en ese país se produjeron cosas muy importantes: la derrota financiera, la crisis económica. Eso fue más importante para la sociedad.

Halimi, director general de las ediciones que publica Le Monde diplomatique en varios países (incluyendo la de México, que distribuye La Jornada para sus suscriptores) es autor del ensayo El gran salto para atrás (2004), que desmenuza la forma como el nuevo orden neoliberal se ha impuesto en todo el mundo. Es además un acucioso investigador del fenómeno Obama frente al poder mediático, de los desafíos del primer presidente afroamericano de Estados Unidos por romper con el pasado conservador de su país, de los pasos hacia adelante y hacia atrás que se dan desde Washington en este singular pasaje de la historia contemporánea estadunidense.

Sobre esto habla en la segunda parte de la entrevista con La Jornada; estos son también los temas que el director general de las ediciones del Diplo, como se conoce popularmente a esta prestigiosa publicación, abordó ayer a mediodía en su conferencia magistral en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y que planteará hoy en El Colegio de México.

Este martes, frente a una audiencia de cerca de un millar de estudiantes, habló con crudeza; con un discurso que alguien en el auditorio calificó de riguroso cartesianismo: Hoy, a casi un año de asumir el mando en la Casa Blanca, Obama parece, con demasiada frecuencia, tener miedo de infundir miedo. Y ha perdido el tiempo. Se sabe que el primer año en el poder un mandatario debe ser veloz y firme para delimitar su alcance. Y Obama ha sido demasiado paciente, aristócrata, casi. En lugar de movilizar a las fuerzas sociales que lo llevaron a la presidencia, las ha mandado a sus casas, a esperar. Consecuencia: el momento Obama ha terminado.

Halimi no deja pasar un día sin leer el Wall Street Journal –el diario de mayor tiraje en Estados Unidos, con más de 2 millones de circulación– y registra puntualmente cómo los editoriales de ese periódico esperan casi con gula la próxima declaración del presidente sobre alguno de sus temas emblemáticos –el uso de la tortura en la guerra contra el terrorismo, el envío de soldados adicionales a Afganistán, la reforma del seguro social– para golpear y proclamar a los cuatro vientos sus errores y debilidades.

Ante esta beligerancia, señaló Halimi en la UNAM, Obama parece que se detiene. Abunda en la entrevista: Tuvo la opción de ser audaz, de identificar las figuras del poder mediático de la derecha como sus adversarios e involucrarse en un combate contra ellos. Pero lo que hemos visto en los últimos meses es que optó por intentar satisfacerlos, no irritarlos demasiado. Su cálculo parece ser: soy demócrata, soy negro y esto ya es mucho en un país tan conservador.

Con diversos ejemplos, Halimi ilustra cómo cada vez que Obama intenta alejarse, aunque sólo sea en la retórica, de las políticas tradicionales de Estados Unidos, se desencadenan expresiones intensamente hostiles en su contra entre las voces más conservadoras.

El puñetazo en la mesa

–¿Ha hecho propuestas relacionadas con la necesidad de democratizar a los medios?

–No, nunca. Pero si lo hiciera, tendría que empezar por reformas en el Congreso. Y al igual que en el caso de la reforma de salud, los legisladores son financiados y apoyados por los grandes oligopolios mediáticos. Hubo un momento en que comprendió que llegar a un compromiso con Fox News era imposible, que en realidad esta empresa es en el fondo el brazo armado del ala más conservadora del Partido Republicano. Y los enfrentó como adversarios, no les dio más entrevistas y el canal depuso un tanto su agresividad. Entendió que no le convenía ser percibido como un medio demasiado partidista. Lo que demuestra que a veces se obtienen mejores resultados cuando damos un puñetazo en la mesa que cuando nos empeñamos en limar las asperezas.

Halimi realiza una comparación demoledora entre Obama y el ex presidente Ronald Reagan, figura totalmente antagónica. “Reagan, en la Casa Blanca de 1981 a 1989, llegó a la presidencia con un margen mucho menor que el actual mandatario. Pero en su primer año de gobierno había logrado un éxito notable en su programa: redujo los impuestos, aumentó el gasto militar, debilitó al movimiento social y casi logra destruir al sindicalismo. Lo hizo movilizando a su base social, prometiéndole una revolución conservadora.

Obama, en cambio, llega al poder con un margen envidiable y excepcionalmente con mayoría en las dos cámaras del Congreso. Sin embargo, sus logros son más bien modestos. No ha logrado la reforma social como la propuso inicialmente. No ha retirado a los soldados de Irak. No ha logrado cerrar la prisión de Guantánamo. En el Medio Oriente pronunció un bello discurso en El Cairo, pero sin ningún efecto práctico y, como si fuera poco, no logró que se impusiera una fiscalización sobre las enormes ganancias de la banca. Esto no quiere decir que no ha hecho nada: ha logrado algo; un programa de relanzamiento económico, medidas contra el desempleo, medidas favorables a los sindicatos. Pero en el total, el resultado de Obama es menos impresionante en sus primer año que el de Reagan.

–¿Se puede considerar el estancamiento de la reforma del sistema de seguridad sanitaria como un ejemplo de cómo el poder mediático puede hacer encallar un programa político que resultaba estratégico para Obama?

–Así es. El debate se ha reducido a una cuestión: los republicanos, pero también un gran sector de los demócratas, dicen que no es posible que un sistema público de seguros intente entrar en competencia con un sistema privado en el país que, como Estados Unidos, es el paraíso de la libre empresa; es decir: en lugar de preocuparse por la salud de los ciudadanos lo que les preocupa son los intereses de unos grupos empresariales depredadores y parasitarios. La gran paradoja es que el sistema de salud estadunidense es el más costoso y el de menor cobertura. Cuesta 17 por ciento de la riqueza nacional y no cubre al sector de la población más desprotegido, que suma 47 millones de personas. Además, hay una importante franja que cae en quiebra financiera personal por no poder saldar sus gastos médicos. En contraste, en Francia, el sistema cuesta 11 por ciento de la riqueza nacional pero cubre 100 por ciento de la población.

“¿Por qué? Porque el sistema de salud estadunidense protege a los lobbys de la farmacéutica, de médicos, de las aseguradoras y los hospitales. Pero todo esto no es presentado así a la opinión pública. No se les presenta la opción de elegir entre varios el sistema que funciona mejor, que es el de un sistema de salud socializado.”

–¿Y el papel de los medios?

–El debate nunca se presentó de manera íntegra en la televisión. A la gente se le expuso como una opción entre un sistema privado y uno semi privado. Nunca se explicó que las aseguradoras, según el plan de Obama, nunca perderían sus clientes ni sus contratos ventajosos. Los medios no presentan el problema tal como es.