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El Cuarteto Latinoamericano se sumó al homenaje a Galileo con una obra de Schoenberg

La programación de música contemporánea, único territorio sin claroscuros en el FIC
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Periódico La Jornada
Jueves 29 de octubre de 2009, p. 6

Guanajuato, Gto, 28 de octubre. Entre las distintas especialidades artísticas que conforman la programación del Festival Internacional Cervantino número 37, caracterizada por sus claroscuros, altibajos, contrastes y calidad irregular, el capítulo de la música contemporánea, a cargo de la compositora Ana Lara, es el único territorio infalible y el que aporta lo mejor de esta emisión artístico-cultural.

Entre los muchos detalles por revisar para encuentros cervantinas siguientes está sin duda el evidente traslape de los horarios en las presentaciones cotidianas, pues se suceden varios actos importantes a la misma hora y en distinto lugar, lo que obliga a perder sin remedio algunos.

En contraste, el montaje de Stimmung, partitura colosal de Karlheinz Stockhausen, y un segundo programa del agrupamiento danés-británico Theater of Voices; el recital de Irvine Arditti, la aportación del Cuarteto alemán Auryn y el concierto de Stefano Scodanibbio son algunas de las evidencias de la excelencia en la programación de música contemporánea.

El balance, además, es asombroso: el Cuarteto Auryn presentó dos programas espectaculares con partituras de Haydn y Mendelssohn, en cumplimiento de dos de las efemérides importantes de 2009, y un tercer programa con obras del japonés Toshio Hosokawa envolviendo obras impresionantes de los húngaros Gyorgy Ligeti y Gyorgy Kurtag.

La participación del Cuarteto Latinoamericano se suma a estos logros. Un primer programa dedicado a Galileo y un segundo concierto consagrado al brasileño Heitor Villa-Lobos.

En Homenaje a Galileo iniciaron con el cuarto Cuarteto, titulado La Aurora, y en efecto se escuchó el misterio del momento en que aparece la dama de los dedos color de rosa, que describió, escribió porque los vio, el poeta ciego Homero.

Armonía y equilibrio sideral

Enseguida sonó la Musica Celestis, del Segundo Cuarteto del compositor estadunidense Aaron Jay Kernis, compuesto en 1990 bajo la influencia, reconocida por el autor, de la monja medieval y compositora Hildegaard von Bingen, bellísima composición nacida de la contemplación de un óleo cuyos personajes son ángeles.

Desde el primer compás se escucha la música celeste y enseguida efluvios mahlerianos, ecos de Schnittke, Gorecki y Arvo Pärt, aunque la crítica de Estados Unidos insiste en limitarlo a un seguimiento del archicélebre Adagio de Samuel Barber.

La parte culminante del Homenaje a Galileo fue la interpretación del Segundo Cuarteto de Arnold Schoenberg, una de las mentes más brillantes de todo el siglo XX. Y como las casualidades no existen, en el segundo movimiento se escuchó un pasaje breve pero claramente mahleriano.

En el tercer y cuarto movimientos apareció la soprano Claudia Montiel para cantar con particular belleza, eficacia y musicalidad textos nacidos de la pluma del poeta alemán Stefan George, muy ligado al espíritu de Nietzsche, Mallarmé y Verlaine.

No en balde uno de sus versos empieza así: Ich fühle Luft vom anderem Planeten (traducido bellamente en el programa de mano como Siento la brisa de otro planeta, en lugar del literal Percibo el aire de otros planetas). Armonía, balance sideral.

Ninguna duda: la música de nuestro tiempo es lo mejor que le sucede al Festival Internacional Cervantino número 37.