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Bajo la Lupa

El gobierno mundial de George Soros

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George Soros, al llegar a un acto patrocinado por la Universidad de Europa Central, el martes pasado en BudapestFoto Reuters
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ntecedentes: dos meses después de la quiebra del banco Lehman Brothers, que precipitó la crisis financiera global, Gideon Rachman –muy cercano a Israel y a los círculos financieros de la City, además de columnista de The Financial Times– pontificó las supuestas bondades para instalar un gobierno mundial (9/12/08), ominosa idea que sus crípticos apologistas negaban en forma farisea como una paranoica teoría de la conspiración.

Hechos: György Schwartz, alias George Soros, es expuesto por De Defensa (30/10/09), centro de pensamiento estratégico europeo, de intentar imponer un gobierno mundial con máscara financierista, como se desprende de su entrevista a The Financial Times (23/10/09), portavoz de la globalización neoliberal.

Como si fuera él mismo una acción bursátil, el megaespeculador Soros (quien opera con travestismo filantrópico), ha variado sus ideas de acuerdo con la cotización de los intereses de la banca israelí-anglosajona hoy totalmente desfondada.

Muy prolífico a sus 79 años, insiste en enunciar en el umbral del charlatanismo su muy poco seria teoría de la reflexividad (sic), mezclada de las luces filosóficas del epistemólogo Karl Popper, y en corto tiempo ha pasado desde proponer la reforma del modelo neoliberal global (que tantos beneficios le aportó a su pecunio con una fortuna de 11 mil millones de dólares) mediante una globalización suave hasta diagnosticar correctamente ahora la quiebra del sistema financiero global, lo cual le lleva a plantear su imperativa reorganización mediante un ominoso gobierno mundial financierista. Como decimos coloquialmente en México: con Soros pasamos de Guatemala a Guatepeor.

Hoy Soros propone a destiempo cerrar los flujos monetarios de su sociedad abierta.

De Defensa expurga los asertos del megaespeculador filantrópico (no olvidar: uno de los puntales de la banca israelí-amglosajona, de allí la importancia de sus opiniones, aunque sean dislates), con base en un comentario del relevante portal Raw Story (28/10/09), que sintetiza que Soros entierra tanto a Estados Unidos como al dólar y sustituye al caduco decálogo neoliberal del Consenso de Washington por el Consenso de Pekín (título de un libro de su correligionario Joshua C. Ramo, anterior súbdito de Goldman Sachs, publicado por el británico Foreign Policy Centre en 2004). Queda clara la impronta e imprenta de la legendaria perfidia británica vinculada al sionismo financiero.

Ya lo expresaba sublimemente el reporte Wegelin (ver Bajo la Lupa, 21/10/09): las ratas ya empezaron a abandonar el barco financiero neoliberal que se hunde. Desde el banco británico HSBC, que cambió su matriz de Londres a Hong Kong, hasta Soros, en su conjunto la banca israelí-anglosajona deserta de Estados Unidos, en plena decadencia, por China, su último salvavidas.

Las ratas financieras buscan, por tropismo biológico, su nutriente primario: las pletóricas reservas de divisas del circuito étnico chino (China, Hong Kong, Macao, Taiwán y Singapur): 35 por ciento global.

Desde su lecho de Procusto mental, Soros desea imponer un nuevo orden global de corte financierista cuando el mundo vuela a la economía política y/o a las finanzas reguladas y domesticadas por la alta política.

Pregona un nuevo sistema de divisas enarbolado por los muy controvertidos derechos especiales de giro (DEG), a lo que se resiste Estados Unidos.

Aduce que se han emitido 250 mil millones de dólares en DEG (nota: una divisa virtual, cuyo valor representa el promedio de la canasta del dólar, euro, libra esterlina y yen). Su próxima masiva emisión puede ser usada para proveer bienes públicos globales, con el fin de beneficiar a los países en vías de desarrollo”. ¡Cómo no!

Admite que su emisión comporta un costo de 0.5 por ciento que aboga sea pagado por el Fondo Monetario Internacional mediante la venta de sus reservas de oro.

La trampa de Soros, un especulador a final de cuentas, es doble: 1) prosigue la política de venta masiva de oro por el banco central británico (que se equivocó horrores al respecto) para impedir que otros actores (v. gr. el BRIC y las petromonarquías árabes) controlen las finanzas mundiales con el patrón más estable del oro (que puede incluir otras materias primas, como los hidrocarburos y el uranio), y 2) se empecina en la alquimia financiera de inflar una divisa virtual (los DEG) que conlleva en su seno el cáncer de mezclar divisas de papel-chatarra prácticamente sin valor económico (v. gr. el dólar y la libra esterlina).

Soros pretende curar el cáncer financiero global tratando selectivamente sus metástasis y omitiendo al tumor maligno primario. Díficilmente China caerá en la doble trampa financierista de Soros, quien ignora la resurrección de Rusia, a la que ha intentado desestabilizar hasta el cansancio mediante el financiamiento obsceno de las ONG que controla en el mundo (incluyendo México y su Torre Mayor).

El nuevo orden mundial de Soros no es económico ni político ni filosófico, sino exclusivamente financiero: un nuevo orden mundial financiero de papel-chatarra –sin sustento tangible en la producción ni en las materias primas–, al cual insta invitar a China como líder global, dejando las migajas a Estados Unidos.

Raw Story y De Defensa traducen sin cortapisas la ideología del megaespeculador Soros: un cosmopolítico (sic) partidario de un gobierno mundial. Es palmaria la alusión a la banca israelí-anglosajona que anhela el control mundial mediante el papel-chatarra de las finanzas: el viejo truco de los conquistadores del siglo XVI, quienes trocaban oro por espejitos y que los neoliberales globales del siglo XX llevaron a la trasmutación alquímica del oro negro por espejismos teológicos.

El comentario de Raw Story es demoledor: algunos críticos del sistema financiero global arguyen que los DEG representan el lado fino de la cuña para la creación de un gobierno mundial, cuando el FMI y el G-20 socavan la soberanía de los países al tomar control de la política económica de las manos de los líderes nacionales.

De Defensa explaya que la literatura sobre el gobierno mundial es abundante y cataloga a Soros como el hombre del desorden quien representa una corriente cosmopolita (sic) que no es nueva y cuya visión se subsume en la manipulación financiera.

El portal estratégico europeo desestima la abdicación voluntaria de Estados Unidos de su estatuto de superpotencia con ínfulas de su destino manifiesto para dirigir al mundo.

Conclusión: la teología financierista ultrarreduccionista de Soros es depredadoramente apátrida, ahistórica, antieconómica, apolítica, antiética, antiestética, amoral, antihumana y, más que nada, anticivilizatoria.

Soros no puede entender, debido a sus grilletes especulativos monetaristas, que el mundo financierista que se colapsó fue el que ayudó a edificar y que ahora pretende reconstruir con los detritos del basurero neoliberal que epitomizan los DEG y con los que intenta resucitar a la fenecida globalización financiera desregulada mediante un mágico control de daños cuando el mundo ya se encaminó a la desglobalización.